Silvina Álvarez González vive en Arroyo Naranjo, un municipio de La Habana que en el pasado mes de agosto tuvo un elevado número de personas positivas a la COVID-19. Silvina fue una de ellas, además de su esposo y de su mamá. Cursó la enfermedad de manera asintomática, pero vivió una verdadera agonía que no termina. La entrevistamos en un momento en que su comunidad estaba en cuarentena y su añoranza por sus hijos era infinita:

“Toda la primera semana del mes de agosto yo estuve trabajando normal en todo lo que es el cierre del salario de mi unidad básica en mi empresa y el primer sábado del mes viene una compañera mía de trabajo y me dice que el jefe de producción, que es el que certifica el salario de nosotros en la unidad básica junto conmigo, había dado positivo a la Covid. Inmediatamente llamamos a la empresa para ver qué acciones debíamos acometer y ellos nos dijeron que teníamos que esperar porque la unidad de higiene y epidemiología iba a hacer los PCR a la empresa y nos iban a avisar. Esperamos hasta el lunes y como ese día no vinieron a avisarnos, no nos llamaron ni nada, yo misma me presenté en el policlínico. No tenía síntomas de ningún tipo, mi mamá y yo somos alérgicas, tenía nada más una pequeña molestia en la garganta y un poquito de secreción nasal.

No me podía quedar aquí en la casa con la duda de que yo pudiera estar contagiada y pudiera contagiarlos a ellos también, porque además tengo niños chiquitos y no podía arriesgarme a contagiarlos a ellos, mi mamá tiene 79 años.
Cuando llegué al policlínico dije que yo era contacto de una persona confirmada, allí me hicieron todo el procedimiento y me enviaron al centro de aislamiento del reparto Bahía, nos hicieron el PCR, me dijeron que era positiva y de allí me trasladaron hacia el Naval.

Nosotros somos cinco en mi casa: mi mamá, mi esposo y mis dos hijos. La niña desde el 16 de julio estaba en la Güinera con sus tíos porque ellos iban a ir a Varadero, luego se suspendieron los viajes y ella se quedó por allá, el niño sí estaba aquí. Cuando a mí me dieron el resultado en el centro de aislamiento, automáticamente llamé a mi esposo y le dije: prepárate porque di positivo y van a ir a la casa a recoger a mi mamá, al niño y a ti. Cinco días después que yo di positivo, le hicieron el PCR a ellos, mi mamá y mi esposo, dieron positivo y el niño dio negativo. El niño no se podía quedar solo y mi cuñada que salía del centro de aislamiento de la Aduana, porque el resultado del PCR le dio negativo, se quedó con él, y a mi mamá y a mi esposo los trasladaron para el hospital, a mi mamá para el Naval y a mi esposo para la Covadonga.

Yo estuve en el Naval ocho días y como no tuve síntomas de ningún tipo me trasladaron hacia el hospital Julito Díaz, me cambiaron el protocolo y al concluir el tratamiento me hicieron el PCR y di positivo nuevamente, luego me empezaron el tratamiento con el nasalferón y comenzaron a ponerme ozono, y ya cuando me repitieron el PCR di negativo y el día cuatro de agosto me dieron el alta finalmente.

Mi niño tiene ocho años y la hembra quince, ha sido un momento duro en verdad, porque todavía estamos aquí y no hemos podido ver a los niños en más de un mes y medio; pero, bueno, gracias a Dios ya estamos bien los tres y esperamos a que esto pase para ver si ellos pueden acabar de venir para acá. El niño está en Mantilla con mi suegra y mi cuñada que fue la que se quedó con él en el aislamiento, y está recibiendo un tratamiento de Hebertrans, hoy le toca la cuarta dosis y ya la semana que viene debe terminar el tratamiento. Cuando hablo de los niños es un poco difícil.

Las pastillas son bastante desagradables, te dan deseos de vomitar, te dan nauseas, pueden dar fiebre, a mí no me dieron fiebre las pastillas, pero las vacunas sí, las pastillas te dan una sensación tan desagradable que casi no puedes comer, son medicamentos muy nocivos para el organismo y uno tiene que tratar de sobreponerse a todo. También está la guerra psicológica, pues uno tiene que vivir con los familiares alejados, un niño en medio de esa situación, aunque afortunadamente dio negativo las tres veces que le hicieron el PCR, pero en todo ese tiempo que estuvimos esperando el PCR del niño, para mi esposo, para mi mamá y para mí fue totalmente estresante, y eso es algo que no deja a uno curarse, por eso todos los PCR que me hicieron en el hospital me dieron positivo, hasta que supe que el niño estaba bien, estaba en la casa y eso fue lo que nos tranquilizó un poco.

Mi mamá tiene 79 años, tiene un linfedema crónico en las piernas, tiene un tumor a nivel de C7 en la columna, no puede hacer fuerza, estuvo sola todo el tiempo en el Naval, aunque ella dice que la trataron bastante bien, pero bueno es una persona adulta a la hora de darle el ozono, que tenían que trasladarla, ella era sola, pasando trabajo.

Para mí fue, fue no, es un infierno, mis dos hijos jamás en la vida se han separado de nosotros para nada y llevamos más de un mes y medio sin verlos, los llamamos todos los días, pero no podemos salir de aquí (la zona donde viven estaba en cuarentena en el momento que se realizó la enrevista). Se nos acaba el dinero del móvil, no tenemos cómo poner tarjeta, cómo comprar nada para conectarnos y es difícil porque nosotros nunca nos hemos separado de ellos, jamás, y del varón menos (llora) y afortunadamente es un niño bastante disciplinado, bastante bueno y le hace caso a su abuela, a sus tíos, pero ellos están que ya no saben cómo entretenerlo, porque es un niño encerrado en un hogar con adultos, sin sus padres, que aunque lo llamemos todos los días no es igual, pero esperemos que pronto estén aquí los dos. Los amo con mi vida y estoy loca por verlos ya, a los dos, que lleguen aquí a ver si esto mejora un poco. Nos sentimos bien. Todo va a estar mejor cuando ellos estén aquí.

Recomiendo a las personas que se cuiden, que tomen todas las distancias y que sigan todos los parámetros como debe ser a ver si al final terminamos esto…y si podemos volver, sino a la normalidad, a una Cuba más estable física y saludablemente”.

(Tomado de Naturaleza Secreta)