
Maylan nos entrega sus claves: si no se puede vivir una existencia poética hay que poetizar todo lo ordinario. Foto: De Internet
Una mujer se para “ante la indiferencia del fregadero”, en sus manos brillan las gotas de agua, por sus sienes se escurren versos. Los toma suavemente y los va dejando sobre los platos limpios, las cucharas, el delantal de flores rojas, como un rastro de migajas en el camino hacia lo trascendente.