Los escritores, en su mayoría, son personas calladas. Intentan pasar desapercibidos en el vaivén de la vida y en ese andar, miran más allá de lo que se ve a simple vista, buscan lo diferente, historias que vale la pena contar o elementos que pueden ser puntos de partida para inventarse un universo nuevo. Un escritor es un poco mago, un poco brujo, un poco genio.
¿Cuál es la máxima meta de un literato? ¿Publicar un libro, dos, tres...? ¿Qué sucede cuando se alcanza un Premio Nacional de Literatura o te dedican una Feria Internacional del Libro? Me atrevería a decir, que en casos como el de Julio Travieso Serrano, son lauros incomparables con todo lo que le ha regalado a la literatura y a la cultura.