Nacieron en un solar del barrio más poderoso de Matanzas. Zona de portuarios, de gente humilde, pero bendecida y empoderada por todos los orishas. Allí he conocido personalmente el poder de Oshun que se desborda, demasiado de a ratos, y refresca las calles con una alegría inentendible para quienes nunca se hayan tomado un traguito de ron en la acera; el poder de Oyá que convierte en una familia interminable a los Villamil y no deja morir nunca su Cabildo, con aquella resistencia que tampoco vale explicar más allá de la imagen de Santa Teresita en peregrinación año tras año, en el medio de octubre; el poder transformador de Shangó y el llamado poderoso de Añá, al que nadie se ausenta desde los primeros toques del Oro Seco.

Arqueología de un deseo es el título de la exposición colectiva de grabados que se encuentra abierta al público en la galería José Miguel González de Colón desde el pasado 14 de octubre.

La muestra de un altísimo nivel, como ya nos tiene acostumbrados ese espacio expositivo colombino, reúne algunas de las principales firmas de la gráfica cubana de la segunda mitad del siglo veinte.

A veces la vida te sorprende y te regala la oportunidad de degustar un buen café mañanero, de esos que te espabilan y sacuden cualquier resto de soñoliencia producto de algún apagón, junto a una escritora de renombre como Marilyn Bobes, quien ostenta la condición de haber ganado el premio Casa de las Américas en dos ocasiones, entre otros tantos reconocimientos.