Luego de coronarse a nivel continental, cosechar múltiples metales en lides del área centrocaribeña y dominar con relativa autoridad en torneos domésticos, a la riflera cubana Dianelys Pérez Medina no le queda otro propósito en el deporte que obtener una medalla olímpica.

Por ello, este ciclo rumbo a París 2024 planea aprovecharlo de manera especial y, en el 2023, llegarán las primeras pruebas de fuego en las citas multideportivas de San Salvador, sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y Santiago de Chile, escenario de los cada vez más exigentes Panamericanos.

En un aparte con la prensa, luego de recibir el reconocimiento a la atleta más destacada en la provincia de Matanzas, Pérez Medina accedió a “disparar” algunas respuestas sobre su trayectoria deportiva y las motivaciones que después de 24 años de carrera aún le mueven el rifle.

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A los 10 años me inicié en el tiro deportivo por embullo de las compañeras de aula en mi natal municipio de Jagüey Grande y con el paso del tiempo, me lo tomé en serio hasta que en 2001 participé por vez primera en los Juegos Escolares Nacionales, en los cuales obtuve seis medallas, suelta a ráfaga.

Ya con la carabina al hombro, reconoce que su momento cumbre en el deporte fue en 2011 cuando ganó el oro en la modalidad de rifle de tres posiciones a la distancia de 50 metros en la cita continental de Guadalajara, mientras la mayor decepción ocurrió un cuatrienio más tarde en Toronto, lid en la que quedó ampliamente por debajo de las expectativas y comenzaron a aflorar problemas de visión.

No obstante, en la justa canadiense saqué boleto para los olímpicos de Río de Janeiro 2016, lo que representaría mi segunda incursión bajo los cinco aros luego de anclar en el puesto 21 en Londres 2012, rememora la deportista de 34 abriles, quien gusta de ver películas y confeccionar manualidades en los poquísimos ratos libres de los que dispone.

Actualmente estoy muy enfocada en el entrenamiento para sacar buenas notas el año próximo, y luego pelear una medalla en Francia, creo que sería la guinda del pastel a una trayectoria de mucho sacrificio, en una disciplina que sufre de grandes carencias materiales, comenta.

Más relajada después de las detonaciones dice entre risas que su hobby fuera de la línea de tiro radica en pasar la mayoría del tiempo con su pequeño de cinco años, con el cual disfruta cada minuto posible y quien se convirtió desde su llegada al mundo en sobrado motivo de inspiración.

Dianelys ya se despide de todos, debe marchar en el ómnibus que la trasladará en un extenso viaje a la que una vez llamaron capital citrícola de Cuba, sin embargo, tiene debidamente guardada una última bala, un proyectil pensado para hacer diana justo al centro de sus sueños.