Una amistad nacida en la alfabetización que perdura por 60 años

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No existen muchos casos de relación mantenida entre alfabetizador y alfabetizados, como el de mi hermana Leida Tirse con la familia donde alfabetizó en la finca Vivanco, de Entronque de Herradura, Pinar del Río, lugar donde llegó en junio de 1961 y permaneció hasta el 21 de diciembre del propio año.

 

En el humilde hogar campesino fue recibida por el matrimonio integrado por José María Blanco y Rosa Chávez, quienes tenían una prole de diez hijos, familia a la cual se integró como un miembro más. Con su comportamiento se ganó el cariño y respeto que ha perdurado por 60 años.

 

Ella tiene vivo en su memoria cada detalle de la familia y se acuerda de cada encuentro después de concluida la Campaña de Alfabetización. Al año siguiente toda nuestra familia fue de visita a Pinar del Río. A partir de ahí, ella, su esposo y después el hijo y la familia creada por su hijo, van cada año.

 

Durante este período, no fue en 1969 por estar embarazada. En 1970, cuando el niño tenía tres meses, lo dejó con la suegra e hizo un viaje muy rápido con su esposo porque José María, el jefe de familia, había sufrido un infarto y corría peligro su vida, por suerte lo rebasó. Asimismo estuvo en varios funerales y conmemoraciones festivas.

 

No los visitó en 1981 y 1982, pues su esposo estaba cumpliendo misión internacionalista en Angola y tampoco fueron en 2019 y 2020 por la Covid.

 

Hoy, el matrimonio que la acogió en 1961 ha fallecido, al igual que seis de los diez hijos, pero la amistad perdura entre los descendientes, o sea, nietos y bisnietos. Las llamadas telefónicas son frecuentes y se está al tanto de cada acontecimiento. No creo que exista otro caso como este, al menos no lo he conocido.