Educando con y por amor

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Con solo 19 años María Carla Pedroso Martínez se enfrenta a un aula de alumnos de Secundaria Básica, a quienes les imparte la asignatura de Español-Literatura. La joven estudiante de Periodismo en la Universidad de Matanzas (UM) es una de las integrantes del movimiento Educando por Amor, espacio en el que desarrolla su talento para la docencia. 

El proyecto, existente desde antes del inicio de la pandemia de coronavirus en Cuba, ofrece a los universitarios vinculados a él la oportunidad de ejercer como profesores y suplir el déficit de educadores de la provincia de Matanzas.

“La Federación Estudiantil Universitaria realizó una convocatoria en la UM a través de sus plataformas digitales para motivar a los estudiantes a participar en este movimiento, y me sumé a la iniciativa para poder aportar mi granito de arena”, comentó Pedroso Martínez.

Si se visita la Escuela Secundaria Básica Baraguá, de Pastorita, no es difícil encontrarla entre remediales y evaluaciones sistemáticas que con frecuencia realiza a los alumnos de noveno grado.

“Algunos presentan dificultades en la asignatura, sobre todo en ortografía, y para corregirlos les oriento tareas diferenciadas, converso con ellos sobre su futuro, sus preocupaciones, incluso, personales. También hablamos de los temas que más les importan a los adolescentes, y se abren con total confianza conmigo. Ello me sirve para ayudarlos y preparar mejor mis clases”, explicó.

Su superación tanto personal como profesional es un reto constante al que dedica tiempo y esfuerzo. Sin duda, ha encontrado sostén e inspiración en su abuela paterna Mercedes, quien es profesora de Español. Otro apoyo indispensable a la hora de elaborar las clases se lo brindan los intercambios que realiza con los profesores de la especialidad.

Un ejercicio que tampoco obvia es la preparación antes de empezar los turnos, en el que siempre trata de elaborar iniciativas para poner dinamismo a sus clases y analizar las posibles preguntas que le pueden hacer, para asegurar una respuesta correcta y entendible.

“En mi primer turno de clases me sentí un poco nerviosa, porque casi tengo la misma edad que ellos, y tenía miedo de no cumplir con las expectativas de aquellos que confiaban en mí. Mi principal temor era que los estudiantes no me entendieran o fueran indisciplinados, pero por suerte todo marcha bien”, dice entre suspiros de alivio.

Mantener a la par el estudio de Periodismo y su vocación por la docencia también es un tanto difícil. “Es una carrera que requiere tiempo y dedicación, por lo que trato de compartir mi tiempo para cumplir mi contrato como maestra y ayudar a mis alumnos que cuentan conmigo para aprender. Tengo el apoyo de mi familia, así en las tardes imparto las clases y al llegar a mi casa hago los trabajos de la universidad, porque culminar la carrera es mi prioridad”.

Mary, como le llaman sus allegados, también reserva un tiempo para salir con sus amistades, escuchar música, dormir, y sobre todo disponer de un espacio para pensar, reflexionar, ver películas y pasear a su perrito.

La futura periodista se siente atraída por la pedagogía desde pequeña, y a pesar de no estudiar una carrera afín, si tuviese la oportunidad de ejercer como catedrática en la carrera de Periodismo lo haría en la asignatura de Comunicación, porque cree que es la base del ser humano.

“Todos nacemos con un don. Aunque no sepamos qué nos depara la vida, siempre encontramos el camino. Me siento realizada tanto recibiendo como impartiendo clases”, afirmó la joven con una sonrisa de satisfacción en su rostro. (Por: : Maxdiel Fernández Padrón, estudiante de Periodismo)