
Una poderosa razón avala que el 22 de diciembre se celebre en Cuba el Día del Educador, en franca alusión a quienes dentro del sistema de enseñanza se desempeñan ante un grupo de estudiantes para contribuir a su formación académica.
Ningún cubano podría desconocer que ese día de 1961, concluida la Campaña de Alfabetización, Fidel declaró al país Territorio Libre de Analfabetismo, sellando así una de las más grandes proezas de la Revolución Cubana y la mayor de sus gestas culturales. La fecha, recordada cada año con gratitud, exhorta el trabajo realizado por esos profesionales que habrán de depositar en cada educando «toda la obra humana que le ha antecedido».