La “aventura” que salvó a Manolito

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Por: Arelys García Acosta

Los padres de Manolito reconocen la grandeza humana de Johnny. (Foto: Arelys García/ Escambray.

Martes 12 de diciembre de 2023. Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras. Hay sol suave afuera; baña los cristales del largo pasillo, se posa en los rostros casi niños. Antes de echar a andar las camillas hacia el salón de operaciones, se dan las manos como dos caballeros de la Edad Media que han pactado salvarse mutuamente en las muchas guerras impuestas por el destino.

De un lado va Manuel Rodríguez Santos (Manolito), joven de solo 21 años, quien desde 2019 sufre una insuficiencia renal crónica terminal. Del otro, Johnny Rivadeneira Martínez, amigo de la infancia que le donará uno de sus riñones.

“Un acto salvador, impagable, de gratitud eterna”, dice Miladys Santos Denys, madre de Manolito, quien, en un grito interior, ruega porque los dos salgan bien.

Y los ruegos son escuchados. Después de más de tres horas de espera, todos respiran. Un equipo multidisciplinario hizo posible el primer trasplante de riñón de donante vivo no emparentado que se realiza a un paciente de la región central de Cuba.

El riñón salvador de Johnny alejó de un golpe a Manolito del acople esclavo a la máquina de diálisis peritoneal, durante 10 horas, todas las noches de este mundo.

Poscirugía. Cronología

Primer día: “Cuando Johnny despertó, lo primero que me preguntó fue si ya Manolito orinaba. Y Manolito quiso saber si Johnny estaba bien, si estaba comiendo”, relata Miladys vía WhatsApp.

“Johnny vino, luego de la recuperación, para la sala 6B, acompañado por su mamá, Yudith Martínez. Manolito fue para terapia intensiva y ahora está en un cubículo aislado”.

Día 5: “Ayer le pedí a una enfermera que le hiciera cosquillas en la cabeza. Las cosquillas de mamá lo curan todo, la fiebre, el dolor, los calambres. Envidio las manos que lo hacen por mí”.

Día 6: “Johnny, nuestro héroe, anoche tuvo febrícula, le hicieron exámenes. No se va de alta como se había previsto. Manolito sigue hipertenso. Ayer tuvo vómitos; toma más de 20 tabletas al día”.

2:00 p.m. “A Johnny le salió una infección. Estoy preocupada”.

Día 7: Johnny está con Rocefín tres días. Debe salir el viernes de alta. Manoly está mejor de la presión, los análisis, aceptables.

El principio de todo

Aquellos pies inflamados eran mal presagio. Lo sabía Miladys, quien en su condición de médico comprendía el alcance de los resultados de cada estudio.

En noviembre de 2019 sobrevienen los diagnósticos: inicialmente, un síndrome nefrótico; luego, la confirmación de una glomeruloesclerosis focal y segmentaria, compleja enfermedad.

“Ahí empezamos con la primera parte del tratamiento: seis meses con inmunosupresores y quimioterapia; pero no hubo respuesta. En el 2019 estuvo ingresado prácticamente durante todo el año en el Pediátrico (Hospital Pediátrico Provincial José Martí Pérez, de Sancti Spíritus) con múltiples complicaciones.

El deterioro de la función renal se tornó progresivo, hasta llegar a la insuficiencia renal grado cinco; se decidió hacerle una fístula para someterlo a diálisis, tratamiento que recibió en la Sala de Hemodiálisis del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos. “Fue un momento salvador. Manolito empezó a mejorar”, dice la mamá.

En marzo de 2022, a los seis meses de estar en hemodiálisis, el joven accedió a la diálisis peritoneal continua ambulatoria; método de primer mundo, el cual permite efectuar el proceso en el hogar, manualmente o con una máquina eléctrica.

A partir de ahí —relata Miladys— cambió el orden de la casa. Excepto los cuadros de familia en un pequeño espacio de la pared, la sala, dos cuartos y hasta parte del pasillo fueron cubiertos por montañas de cajas de bolsas colectoras. El Ministerio de Salud Pública, a través de la Empresa Comercializadora y Distribuidora de Medicamentos, garantizaba los insumos para el tratamiento.

Solo la madre sabe lo que era enfundarse en ropa, guantes y nasobuco para entrar a la habitación donde a Manolito se le realizaba el proceder. Nada le envidiaba aquel cuarto a un salón de operaciones. Las exigencias eran las mismas: nasobuco permanente, climatización, lavamanos, agua disponible las 24 horas. Toda prevención era poca.

No hay cojín como un amigo

Cuando Johnny Rivadeneira Martínez llegó a casa y le dijo a su mamá Yudith Martínez: “Voy a donarle un riñón a mi amigo Manolito”, el susto la tambaleó, le amarró las palabras. No sabía si abrazar al héroe o al hijo. ¿Cómo no entenderla?

“No se trató de un impulso —afirmó Johnny—, mi mejor amigo estaba pasando por un mal rato; podía morir de no aparecer un donante y yo me brindé. En un primer momento no se pudo porque lo establecido era tener una relación de parentesco cercano. Luego, las regulaciones cambiaron y entonces iniciaron los estudios.

“Cuando me informaron que era O negativo y coincidente con el grupo y factor de Manolito, la alegría fue inmensa. Ha sido un proceso largo de pruebas, de emociones muy fuertes. Uno no sabe si todo va a salir bien.

“La gente de más edad me decía: ‘Estás loco para hacer eso’. Los más jóvenes lo asimilaron y me llegaron a decir: ‘Por mi mejor amigo, yo sí lo haría’”, recordó Johnny.

Más de una vez, Carlos Manuel Rodríguez Ramírez, padre de Manolito, escuchó a Johnny: “No me perdonaría que, teniendo yo la oportunidad de salvarlo, no lo hiciera”, y es entonces que viene el abrazo cálido al joven, quien, desde círculo infantil hasta ahora, ha sido un fiel escudero de su hijo.

“Johnny pasó por momentos muy difíciles —rememora Miladys—, como cuando le practicaron una angiografía, un estudio vascular del riñón donde le inyectan un contraste, y eso daba una sensación quemante; sin embargo, él se lo hizo con valentía.

“Consumada la cirugía, ¿qué decirte? El gesto de Johnny es un acto de bondad enorme, único; que agradecemos inmensamente, también, a sus padres, por el apoyo que les han dado en este paso. Hemos querido mucho a Johnny y ahora con esta acción de humanidad sin límites, lo parimos nuevamente”.

“No hay cojín como un amigo”, se ha dicho sabiamente, y el destino, caprichoso, insiste en demostrárselo a Manolito.

“El gesto de Johnny me ha cambiado la vida, me ha salvado. Nunca intenté hacerme ilusiones con una salida segura de esta enfermedad; sin embargo, nada de lo que haga será suficiente.

“Convivir con esta enfermedad ha sido difícil; pero siempre me he sentido acompañado por mis padres, mi novia Kamila, mi familia, mis amigos, los médicos y por Johnny, que se mantuvo firme hasta el final y postergó proyectos importantes de su vida por salvarme”.

Agradecer a la llama su luz

Después de bracear contra tantas tempestades, la mirada de Miladys es un mar con algo de calma. En ella solo habita la gratitud.

“Primero, en el Hospital Pediátrico espirituano, a los doctores Víctor y Yusmey, quienes, junto a un equipo de trabajo, le diagnosticaron la enfermedad a Manolito y enfrentaron todas sus gravedades. Luego, en el servicio de hemodiálisis del Camilo Cienfuegos, a las enfermeras y los médicos, entre ellos el doctor Remberto Cruz”, refiere Miladys, cuyos colegas de la provincia espirituana se han mantenido al tanto del proceso pre y posoperatorio de su hijo.

“El agradecimiento eterno e infinito para el Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Arnaldo Milián Castro, de Santa Clara, especialmente para la doctora Milagros Hernández Fernández, nuestra guía en todo este proceso. Ella nos propuso el método de diálisis peritoneal, para el cual el doctor Henry Luis Vázquez Morales y el licenciado José Luis Leal González me entrenaron”.

Finalmente, Miladys agradece a los profesionales que atienden a su hijo y a Johnny desde mayo de 2023 en el Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, en lo esencial, a las nefrólogas Bertha y Mercedes y al equipo que asumió la cirugía, dirigido por el doctor José Antonio Copo, cirujano y trasplantólogo.

En cada donación un soplo de vida

“La donación de órgano, ya sea de donante vivo o cadavérico constituye un acto de altruismo. En un momento de dolor como es la pérdida de un ser querido, esa familia es capaz de salvar a otro. Y en el caso del donante vivo, el alcance de ese gesto resulta invaluable”, sostiene la doctora Milagros Hernández Fernández, especialista de segundo grado en Nefrología y coordinadora regional de trasplante en el centro de Cuba.

En el país —añade— se ha ganado terreno en este sentido y de acuerdo con la ley, el donante vivo ya no tiene que ser precisamente de primer grado de consanguinidad; se ha extendido, también, a primos, sobrinos, esposo, amigos.

“Independientemente de que se haga un contrato notarial, al Grupo de Trasplante le corresponde evaluar, desde el punto de vista ético, que no medien intereses económicos”, insistió.

En el año por concluir, Cuba reporta 12 trasplantes de riñones, efectuados por equipos multidisciplinarios del Hermanos Ameijeiras, del Instituto de Nefrología y el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas, según el doctor Remberto Cruz Pérez, jefe del Grupo Provincial de Nefrología en Sancti Spíritus.

Cada acto de altruismo destierra la desesperanza en los pacientes necesitados y sus familiares. “A veces nos preguntamos: ¿por qué nos ha pasado esto? Somos una familia funcional, con muchos proyectos —asevera Miladys—. Nuestro hijo tiene una nobleza en el corazón grandísima. A pesar de que esta enfermedad le cambió todo, nunca ha estado inconforme con la vida. Esto es, como dice él, una aberración genética; pero, como reza un dicho, si la vida te da limones, pues hay que aprender a hacer limonada.

“Hemos aprendido a asumir la vida con amor y hemos recibido enormes gestos de amor. Manolito y Johnny tienen grandes amigos y los han acompañado en las circunstancias más difíciles. La vida le dio a Manolito una novia, estudiante de cuarto año de Medicina y ella le ha dado pruebas del amor más puro e incondicional del mundo. La bella Kamila es la hija que la vida me dio. Lo que ha sucedido alrededor de la enfermedad de Manolito es realmente una aventura, una aventura de amor y de salvación”.

(Tomado de Escambray)