Maylan nos entrega sus claves: si no se puede vivir una existencia poética hay que poetizar todo lo ordinario. Foto: De Internet

Una mujer se para “ante la indiferencia del fregadero”, en sus manos brillan las gotas de agua, por sus sienes se escurren versos. Los toma suavemente y los va dejando sobre los platos limpios, las cucharas, el delantal de flores rojas, como un rastro de migajas en el camino hacia lo trascendente. 

Pocas veces un creador alcanza la honrosa distinción de ser profeta en su tierra. Por más amor que sienta por el terruño natal, las circunstancias de la vida en ocasiones le distancian del lugar donde masculló las primeras palabras y dio los primeros pasos. Quizá sea esa la razón por la cual Ulises Rodríguez Febles va de regreso a la tierra que le viera nacer con rostro tan satisfecho.