Recientemente el malecón yumurino ha experimentado algunos cambios como parte de un proyecto, aún inconcluso, que pretende embellecer la silueta de ese paseo marítimo. Las esculturas de Osmany Betancourt Falcón y Osmany Betancourt Caballero (padre e hijo) se han mudado de sitio, en parte para devolver su espacio a Piet Hein, y se les han sumado las de Ictiandro Rodríguez y Manuel Hernández.

“Estiro bastidores, camitas de niños y camas de mayores”. Así canta el popular músico, ya fallecido, Tito Gómez.

Con el cantante insignia de la orquesta Riverside se disfruta, se baila, hay ambiente de alegría, pero con Luis Salomé, tal como lo conocí en los finales de los años 50, la situación es más bien penosa, porque este hombre (ya cargaba más de 60 años, muy trabajados y sufridos) realmente estiraba los bastidores de las familias extremadamente humildes, aunque en esa época existían algunas que no podían, siquiera, dormir en una cama. 

Una veintena de artistas participaron en la sexta edición del Salón René Castillo in Memoriam, evento que cada año desarrolla la galería Conrado Walter Massaguer, de Cárdenas, en el marco de la Jornada por la Cultura Cubana.

“Los artistas y creadores de las Artes Visuales cardenenses se reúnen en un espacio dedicado a la memoria y labor didáctica de un hombre que soñaba en azul con mujeres y flores”, expresó la metodóloga de Artes Plásticas, Maribell Morell Rosales, en las palabras del catálogo. 

En la tarde de ayer se presentó un nuevo libro de Ediciones Vigía titulado «Decían», de los autores Carilda Oliver Labra, Premio Nacional de Literatura, y del poeta y escritor Raidel Hernández Fernández, viudo de la poetisa.

«Decían es un texto de poemas cruzados, íntimos y amorosos, como un diálogo», dice a este diario Hernández Fernández, en conversación en la casona de Calzada de Tirry 81, donde se desarrolla la presentación como parte de la tertulia que auspicia el proyecto Al sur de mi garganta.

La flauta comenzó a sonar. Tal parece que no ha pasado el tiempo. La maestra Zelaida Menéndez dirige a sus muchachas del Coro Selectivo del Centro Coral de Matanzas como si todavía fueran las niñas de hace cuarenta años.

Pero no lo son, aunque el canto se escucha afinado y todas recuerdan cada gesto de Maricusa, como le llaman cariñosamente. Ahora son doctoras, ingenieras, amas de casa y casi ninguna siguió el camino de la música.