Un madrigal para Fara (+ fotos)
El lugar donde se crece influye definitivamente en uno. Los olores de la niñez y la adolescencia, los sonidos, las imágenes… Carmen Fara Rodríguez Madrigal creció con los acordes que Pablo, su padre, sacaba de la guitarra de José Tariche Aragón, la misma que hoy resguarda del olvido el Museo de Historia espirituano.
Por los cuatro costados había artistas en esa familia: pintores, artesanos, cuenteros, “musicantes”, poetas, fundadores de periódicos y hasta un historiador.
“Creo en la herencia cultural, en la conservación de la memoria. Guardo con esmero la recopilación histórica en cuatro tomos titulada Placetas a través del tiempo, que mi abuelo Severino Madrigal realizara durante 50 años de investigación y que aún está sin publicar. Sí, soy una ´guardadora´ de recuerdos…”
Desde que sus pies eran pequeños corrió las calles de una ciudad tan patrimonial como Sancti Spíritus, cuarta villa fundada en Cuba, cuyo nombre de por sí, junto a la Parroquial Mayor, levantada en 1680, y el puente sobre el río Yayabo, único del país de la época colonial, hablan a voces de sus fundadores españoles.
“Sancti Spíritus, Santilé, La Aldea… o como quieran llamarlo, es un lugar que dentro de nuestra geografía conserva el encanto de sus calles, su música y sus gentes, personas sencillas, amables, serviciales, dispuestas a quedarse en tu corazón para siempre. Crecer en este entorno social a la escucha de su trova; sus serenatas; sus ´fiestas santiagueras´, para las cuales mi abuela me hacía un difraz siempre; sus dichos y refranes, me dan el orgullo y la identidad de ser, donde quiera que llego, la guajira espirituana.
“Sancti Spíritus siempre me devuelve el olor de la tierra donde se encuentran mis raíces. Volver invitada a la reapertura del Teatro Principal fue un elogio. Desde los años 70, en que fue prácticamente demolido para transformarlo en cine, me quedó la nostalgia de sus balcones y camerinos, de sus pisos de madera, de mis primeros pasos sobre las tablas adonde asistí para ver cantar a mi padre.
“Siento viva esa identidad que me hace escribir una décima, decir un dicharacho o cantar Pensamiento cuando estoy nostálgica. Son estos detalles y tantos otros los que hacen que cuando alguien se acuerda de mis amores arraigados a mi terruño dé gracias al Espíritu Santo y vuelva para escuchar las campanas de mi Iglesia Mayor.
“Regresar adonde nací y viví mis primeros años me da una sensación de gratitud y sentimientos encontrados que apenas puedo explicar…, lugar lleno de recuerdos del que un día partí y solo por haber hallado el amor quedé lejos de él.”
En 1976 se funda el Instituto Superior de Arte (ISA) e ingresan a la institución los primeros estudiantes de actuación, entre los que se encontraba Fara, para convertirse así, junto a Armando Toledo, en los primeros graduados del ISA de su ciudad natal.
La primera vez que subió a un tabloncillo fue en el Teatro Principal de Sancti Spíritus, pero su debut profesional fue en 1981 con el personaje de la prima en la emblemática obra La Emboscada, de Roberto Orihuela, dirigida por Flora Lauten, obra reconocida y premiada en el Festival de Teatro de la Habana en 1982, como una de las puestas más novedosas y con las mejores actuaciones juveniles.
En 1981 cambió a Sancti Spíritus -¿la cambió?, nunca ha llegado a sacar a Sancti Spíritus de su corazón- por Matanzas y el Yayabo se convirtió en San Juan y Yumurí. Llega aquí junto a los 14 miembros de su graduación para integrar el Conjunto Dramático, que desde 1984 sería El Mirón Cubano.
Geografía inspiradora, ideal para las artes. La actriz ha confesado que Matanzas “me da ese olor a mar… que me libera”. Aquí ha desarrollado su carrera artística, conoció el amor y fundó su propia familia. Aquí se quedó para siempre.
“En la Atenas de Cuba he vivido la mayor parte de mis años, he desarrollado una fructífera carrera dentro del teatro, la radio y la televisión, desde allí también he conocido parte del mundo: Alemania, España, México, Francia, Venezuela, Costa Rica y EE.UU.”
En El Mirón Cubano se mantuvo durante diez años, hasta 1991. Trabajó en Teatro de las Estaciones desde 1995 hasta el 2015; en Radio 26 de 1991 al 2001, aunque durante el último año su voz se ha escuchado nuevamente por esa emisora; y en la televisión, desde su fundación, en 1999, hasta la fecha.
En 1994 participa en el I Taller Internacional de Teatro de Títeres de Matanzas y en febrero de1995 estrena su espectáculo unipersonal Maravilla Contín Contando, asesorado por René Fernández y con la producción y diseños de Jesús del Castillo. Nace así el proyecto Teatro Tentempié.
“Mi personaje más querido es Maravilla, ella me ha dado muchas alegrías… Su dramaturgia cambia siempre, porque es un personaje vivo. Esta es una experiencia extraordinaria para mí porque además de actuar también he desarrollado su dramaturgia, su diseño de vestuario. Con ella canto, escribo… Como antes te dije es algo diferente, que comenzó en 1990 con El Circo de los Pasos, donde hice una payasita que sí tenía la técnica del payaso y luego la retomo en 1995 cuando estreno el espectáculo Maravilla Contín Contando en Papalote, ejercicio único fruto del I Taller Internacional de Teatro de Títeres.”
Maravilla aparece por primera vez en la pequeña pantalla en el espacio infantil Soy Feliz, de TV Yumurí.
Por su trabajo como actriz titiritera ha ganado durante estos años incontables reconocimientos, entre los que se encuentran La Corona de la Avellaneda, por El sueño de Pelusín, Los zapaticos de rosa y Federico de noche; y en los Caricato obtuvo premios por El guiñol de los matamoros, En un retablo viejo y La virgencita de bronce; mención por El sueño de Pelusín y una nominación por su hada en Pinocho-Corazón Madera.
Ha sido multipremiada en el Festival de Pequeño Formato de Santa Clara; y mereció una mención Segismundo del Festival del Monólogo en La Habana. Es reconocida por su maestría en la animación e interpretación de figuras y considerada una de las figuras más destacadas del teatro de títeres en Cuba.
Pero además de esto tiene en su haber el Sello de los Laureados; las medallas Tricentenario de la Ciudad, Jesús Menéndez y Raúl Gómez García; el pergamino de Hija Adoptiva de Matanzas; el Premio Omar Valdés que otorga la UNEAC a personalidades destacadas de la Cultura; y el de Teatro por la obra de la vida entregado en Sancti Spíritus y en Matanzas. Fara recibió el Brene, de los artistas escénicos matanceros, en el año 2020.
Hace más de un año su brújula parece haber extraviado el rumbo. En la casa, habla y el eco solo repite su voz. A las ballestas las cubre el polvo, porque Guillermo Tell se marchó. Todo está como aquel día de diciembre en que su amor, inesperadamente, se volvió recuerdo. A pesar, ella siempre deja una luz prendida por si él decide volver.
La actriz se levanta cada día con la fuerza que él le heredó. Revive sueños, inventa fantasías, contagiada con la nostalgia de los matanceros de ley.
“Vivo de codos en el puente, junto a Milanés o junto a ese puente imaginario entre mis dos ciudades: Sancti Spíritus y Matanzas.”