Casa Naborí: 33 años décima adentro

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La Casa Naborí siempre ocupó un sitio especial en el alma de Jesús Orta Ruiz. En numerosas ocasiones la visitó y regaló sus versos al pueblo.

La Casa Naborí siempre ocupó un sitio especial en el alma de Jesús Orta Ruiz. En numerosas ocasiones la visitó y regaló sus versos al pueblo. Fotos: Cortesía de la institución y tomadas por la autora.

La mayoría de los improvisadores de esta Isla nuestra podrían describir apasionadamente la Casa Naborí. Ni la distancia les impediría hablar de Limonar, del público estallando en aplausos; o del sol aferrado a las tejas rojizas de la sala de actividades Angelito Valiente, como queriendo admirar a los astros que medían sus versos en controversia. 

A quienes no la conocen, es preciso contarles que basta entrar en ella para sentir una especie de solemnidad, solo comparable con los recintos sagrados que nos hacen emprender un viaje a las raíces de la nación. 

Incluso inmersa en el silencio, la guitarra que custodia su entrada afina los recuerdos y el alma empieza a respirar más hondo, en un letargo octosílabo.

Para nadie es un secreto que la poesía revela misterios insondables a los hombres. Tal vez por eso Pablo Luis Álvarez (Wicho) decidió, con una visión emprendedora, fundar esta Casa aquel 19 de octubre de 1989, junto a Reynaldo Gil (Papito). 

Cuba asistía así al nacimiento de una institución emblemática, una primicia para la promoción y resguardo de las tradiciones campesinas, que llevaba el título del Indio, quien en sí mismo resumía una alianza perpetua con las vertientes oral y escrita de la décima.

Este centro que defiende la tradición campesina constituye la primera institución de su tipo fundada en Cuba.
Este centro que defiende la tradición campesina constituye la primera institución de su tipo fundada en Cuba.

Los cinco primeros años posteriores a su creación fueron intensos. En ellos surgieron el Encuentro de Mujeres Decimistas, que persiste hasta nuestros días, y el Concurso de Jóvenes Improvisadores, nombrado después Francisco (Chanchito) Pereira, en honor a este valioso exponente del repentismo, certamen donde más allá de conquistar galardones, el verdadero triunfo era el intercambio de experiencias, la formación de las nuevas generaciones y que podía calificarse como una suerte de “termómetro” en cuanto a salud de la décima en el país.

En 1992 se instituyó, además, la distinción Viajera Peninsular, que reconoce el quehacer de destacados defensores del Punto Cubano en todas sus dimensiones.

Gracias a la Casa Naborí, Limonar se convirtió en la Villa de la Décima Cubana y se abrieron puertas a encuentros de poetas veteranos, a citas que recordaron el mito de Campoarmada. 

Casa Naborí: 33 años décima adentro

A sus conquistas se añade el hecho de que la espinela se sintiera acogida en el seno familiar y el pecho guajiro se llenara de orgullo cuando una vivienda, aunque fuese humilde, adquiría la dimensión de un palacio bajo el título de “Hogar Cucalambé”. De ello es testigo Máximo Gómez, la primera Villa Cucalambeana del país, que halló en la institución limonareña inspiración y reconocimiento.

¡Cuánto le debe esta Casa a Papito, que supo soñar junto a Wicho y luego perpetuar su legado; a Dora Estrella Pérez, mucho más que una promotora, columna invaluable para el sostén de su devenir; y a tantos otros directores, como Fernandito García, Orestes Quintana, Orismay Hernández y actualmente Jesús González, que han tenido en sus manos la responsabilidad de mantenerla activa!

Se hace impostergable pensar en los aportes de este inmueble, beneficiado por una reparación que lo salvó de la decadencia; pero también invade la nostalgia ante espacios perdidos como el Concurso de Jóvenes y el Pablo Luis Álvarez, donde compitieron cultores de la talla de Jesús (Tuto) García.

Casa Naborí: 33 años décima adentro

Este centro, privilegiado por la presencia de relevantes personalidades, enraizado en el corazón popular, no es un espacio más dentro del panorama cultural matancero, es un símbolo que trasciende el plano local, que ha llevado su impronta a la academia y cuyo valor patrimonial merece reverencia. Un dolor punzante se asoma a sus paredes cuando los escasos presupuestos limitan sus sueños. 

Muchas emociones confluyen en este aniversario de la Casa Naborí, unido entrañablemente al centenario del Indio. Por él, que desde la eternidad de la memoria nos interpela, la mejor forma de conmemorar dicha fecha es vivificar la institución, para que el sonido del laúd junto al finísimo traje de la poesía revista a quienes tienen sed de 10 versos.