Concursos y teatro como literatura

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Concursos y teatro como literatura

Matanzas ha sido pródiga en auspiciar concursos literarios en el teatro. Las editoriales Matanzas y Vigía, con el Virgilio Piñera; el José Jacinto Milanés, convocado por la Uneac; el Premio Fundación de la Ciudad, por la editorial Matanzas; todos desde el Centro Provincial del Libro.  

También han existido concursos auspiciados por instituciones y eventos teatrales que han tenido más corta existencia, como el Cien obras para un papalote, con solo tres ediciones, que estimuló la dramaturgia titiritera, siempre en el marco de las primeras ediciones del Taller de Teatro de Títeres.

Otro ejemplo fue el Dora Alonso, con el auspicio de Teatro de Las Estaciones y El Retablo, que solo contó con una edición, porque fue cedido a Tablas Alarcos. Este le dio continuidad como homenaje a la creación de obras memorables, dedicadas al teatro para niños. 

Lo cierto es que cada uno de esos concursos contribuyó a enriquecer el catálogo de publicaciones, a visibilizar autores y a promover la dramaturgia cubana. Diversos autores han dignificado cada convocatoria; basta mencionar a algunos como Norge Espinosa, Jesús del Castillo, Yerandy Fleites, Laura Ruiz, Atilio Caballero, entre otros. 

Una pregunta clave que siempre se hace es si el teatro es literatura. Un tema polémico y que los concursos literarios patentizan con las publicaciones, a las que podemos acceder como libros, para leer y encontrar en cada una valores literarios en función de la representación teatral. 

El libro documenta, contribuye a la historia de la literatura teatral, propicia el acceso de los directores teatrales a la obra y a los autores; eterniza y visibiliza, en muchos casos, un panorama de lo que se escribe y representa. 

El teatro se lee. El cuerpo textual, diálogo y acotaciones son una simbiosis de lo literario y de las esencias de la teatralidad en función de la representación, de la reinvención creativa, de los que hacen vida en el escenario: directores, diseñadores, músicos, actores…

El texto publicado o la lectura del teatro como literatura nos acerca a las características de cada creador, sea Shakespeare o Estorino; nos ofrece claves que refieren su poética, pero también de la historia y tradición de cada época. 

Desde el teatro y su lectura, también se pueden mostrar los vestigios de la memoria de un autor, una sociedad, una manera de hacer el teatro: los conflictos de los hombres de cada época. 

Literatura o teatro, me vuelven a preguntar ambas cosas; pero el libro en sí, como documento, es sin dudas un viaje a la eternidad.