La partida física de un colega de labor siempre es motivo de pesar, y evoca un sinnúmero de recuerdos sobre su estancia en el medio de prensa y su actitud en la vida más allá del circuito profesional. Reynaldo González Villalonga, reconocido periodista matancero durante muchas décadas, dejó de existir físicamente en la madrugada de este lunes 27 de febrero, a causa de la penosa enfermedad que le aquejaba en los últimos años.

Escribir estas palabras es un derecho que nos asiste por haber compartido el deber laboral con él por más de 50 años, porque aún en el tiempo de merecido descanso en el hogar intercambiamos en numerosos encuentros, sobre todo de índole deportiva.

Fue uno de los más fieles defensores de que el Salón de la Fama del Béisbol en Cuba (Patrimonio Nacional No Material) se erigiera en el estadio centenario Palmar de Junco. Junto a otros laureados historiadores, hizo valer su verdad en los más importantes certámenes relacionados con el deporte nacional. Por ello, es válido señalar que la pelota cubana también está de luto, en particular en Matanzas.

Existen otras muchas razones para distinguir la personalidad de Villalonga, apellido por el que era conocido desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio. Incluyo la de ser un revolucionario consumado, condición que defendió desde las filas del ejército de la clandestinidad contra el régimen opresor de Fulgencio Batista, por lo que recibió la medalla distintiva. Era, al morir, militante del Partido Comunista de Cuba.

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Solía citar con sano orgullo la vez que fue seleccionado, por nuestro periódico Girón, para la cobertura de todo lo acontecido durante la Experiencia del Poder Popular en Matanzas, en junio de 1974. En esa ocasión compartió no pocos momentos con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, durante la presencia y recorrido del Héroe de la Sierra Maestra por varios lugares que luego devinieron hito para la ciudad yumurina y la provincia.

Su pluma estuvo presente, además, en otros acontecimientos históricos para la provincia y el país: el regreso del personal cubano luego de los sucesos de Granada, la vuelta al país de los combatientes internacionalistas de la República Popular de Angola, el día que la Patria lloró a sus héroes caídos en misiones militares y civiles. Todo como parte de la Operación Tributo.

Pocas coberturas de relevancia escaparon a la sagacidad y prontitud del compañero, que ahora despedimos no con un adiós definitivo, sino con el deber que continuar su obra en general, que siempre estará presente en los jóvenes que laboran en medios de prensa y los que se forjan como periodistas en la Universidad de Matanzas.

Entre sus volúmenes de obras se halla la escrita acerca de Manuel García Ponce, apodado el Rey de los campos de Cuba en la época colonial, cuya compilación histórica hecha por González Villalonga mereció reconocimiento público.   

Nació el 17 de junio de 1937, y desde bien temprano cultivó su inclinación por la profesión. Estuvo entre quienes cursaron estudios en la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling, y luego su inquietud por el gremio se fortificó al cursar la carrera en la Universidad de La Habana.

Distintas generaciones de jóvenes colegas recibieron de él la sabia del conocimiento y la experiencia en diversos cursos de postgrado, incluso el Movimiento de Corresponsales Deportivos, al que instruyó por años para que sus soldados sirvieran lo mejor posible al deporte en la provincia.

Propuesto en reiteradas ocasiones para el Premio Nacional de Periodismo José Martí, se sustenta tal petición como reconocimiento a su estupendo currículo y como resultado de consagración profesional y obra en vida.   

A nombre de sus compañeros del periódico Girón, llegue a sus hijas Edith y Esther, como al resto de sus familiares, nuestro más sentido pésame por la irreparable pérdida.