Salomé estiró batidores antes que Tito Gómez

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“Estiro bastidores, camitas de niños y camas de mayores”. Así canta el popular músico, ya fallecido, Tito Gómez.

Con el cantante insignia de la orquesta Riverside se disfruta, se baila, hay ambiente de alegría, pero con Luis Salomé, tal como lo conocí en los finales de los años 50, la situación es más bien penosa, porque este hombre (ya cargaba más de 60 años, muy trabajados y sufridos) realmente estiraba los bastidores de las familias extremadamente humildes, aunque en esa época existían algunas que no podían, siquiera, dormir en una cama. 

Sí vi muchos individuos tirados sobre pedazos de cartones y tapándose con raídas hojas de periódicos, en los portales de lo que se conoce como el antiguo paradero de Sabanilla, frente a lo que fue el cabaret El Pescadito, que después se determinó sería el Salón de la Rumba, pero ni uno, ni otro.

Continuemos; Salomé cargaba sobre sus ya inclinados hombros un armatoste pesado de madera, constituido con dos palos largos y uno mediano. Apoyaba la desvencijada estructura de la cama en el piso y con los largueros, apoyados en la parte interior, hacía fuerza con el mediano para estirarlo lo más posible; después, con destornillador y alicate, extraía los tornillos situados en sus extremos, acomodaba la nueva tira de alambres que sería instalada y quedaba lista la cama para soportar por unos meses más el peso de sus usuarios.

No sé cuánto cobraba, pero su rostro, arrugado, patilludo y canoso mostraba agradecimiento por el pago. Fueron varias las ocasiones en lo vi realizar esa labor, en plena vía pública, pues en algunos hogares no había suficiente espacio para acometer esa tarea. Tanta era la estrechez, la promiscuidad con que algunos vivían, o malvivían.

En sus años mozos Luis Salomé fue trabajador de la orilla del río, como se le llamaba entonces al trabajo de cargar cajas de azúcar en la calle paralela a Narváez, río San Juan por medio, en una patana para ser llevada a un barco surto en la bahía. (Por: Fernando Valdés Fré)