Un extranjero en su propio mundo

“Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: ‘Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias’. Pero no quiere decir nada. Quizás haya sido ayer”. Esta frase introduce a la que se convertiría por excelencia, junto a La metamorfosis, en la obra cúspide de la filosofía del absurdo.

El entranjero, cuyo título original es L’Étranger, es una novela de género filosófico extremadamente corta. Publicada en 1942, constituye la primera del escritor francés Albert Camus. Esta suele asociarse a la filosofía del absurdo y al existencialismo, aunque su autor siempre se distanció de esta última etiqueta. El protagonista, Meursault, es un francés argelino en medio del siglo XX, indiferente a la realidad que le rodea por resultarle absurda e inabordable, por lo cual se considera un “extranjero” dentro de lo que debería ser su propio entorno. 

Él contempla el mundo sin plantearse hallar significados. La indiferencia ante lo que acontece es su manera de estar, puesto que carece de brújula moral. El hombre absurdo es el que no cuestiona, no busca explicaciones y se mantiene impasible ante lo que acontece a su alrededor. Meursault es entonces el resultado de su vida, creada a imagen y semejanza de una sociedad ajena, distante y amarga.

La obra de Camus advierte sobre el hombre que ha ido surgiendo. Es una denuncia frente a una sociedad que olvida al individuo. Fue premonitorio respecto al ciudadano occidental que se encontraría la sociedad tras la II Guerra Mundial. 

Desde el principio el tono empleado es frío y distante, esto ayuda a que el lector no empatice con el personaje y valore los acontecimientos desde el desafecto. Toda la narración transcurre en primera persona, en un lenguaje sencillo y medido, aunque se entrevé un cierto lirismo en algunos momentos, de los que el autor no abusa nunca. El título y su significado también están directamente relacionados con el contexto de guerra y posguerra. Al fin y al cabo, la obra es el reflejo de una sociedad carente de dirección.

Las pinceladas biográficas son de especial relevancia e interés en este autor. La orfandad a edad temprana, el sentimiento de no encajar, su enfermedad, fueron traumas de gran calado que determinaron, en cierta medida, su visión del mundo.

Camus escribió una obra provocadora en cuyo trasfondo aparece el rostro desgarrado de una Europa herida y violentada por dos guerras mundiales. Pintó una historia gris donde el paisaje está oscurecido por la extirpación de cualquier pasión o voluntad del hombre.

La filosofía del absurdo es una corriente que establece que no importa cuánto se esfuerce el ser humano por encontrar un sentido a su existencia y su papel dentro del universo: no podrá encontrarlo porque este no existe.

“El absurdo surge de la confrontación entre la búsqueda del ser humano y el silencio irracional del mundo”, dice Vargas Llosa en su libro La verdad de las mentiras. «Uno de los grandes méritos de El extranjero es la economía de su prosa. Se dijo de ella, cuando el libro apareció, que emulaba en su limpieza y brevedad a la de Hemingway. Pero esta es mucho más premeditada e intelectual que la del norteamericano. Es tan clara y precisa que no parece escrita, sino dicha o, todavía mejor, oída. Su carácter esencial, su absoluto despojamiento, de estilo que carece de adornos y de complacencias, contribuyen decisivamente a la verosimilitud de esta historia inverosímil. En ella, los rasgos de la escritura y los del personaje se confunden: Meursault es, también, transparente, directo y elemental».

En el año 1946, Albert Camus dio una conferencia ligada en gran medida al contenido de El extranjero, la cual causó un gran impacto en Europa. En ella se dice, entre otras cosas: “Si no se cree en nada, si nada tiene sentido y si en ninguna parte se puede descubrir valor alguno, entonces todo está permitido y nada tiene importancia. Entonces no hay nada bueno ni malo, y Hitler no tenía razón ni sinrazón. Lo mismo da arrastrar al horno crematorio a millones de inocentes que consagrarse al cuidado de enfermos. A los muertos se les puede hacer honores o se les puede tratar como basura. Todo tiene entonces el mismo valor… Si nada es verdadero o falso, nada bueno o malo, si el único valor es la habilidad, sólo puede adoptarse una norma: la de llegar a ser el más hábil, es decir, el más fuerte. En este caso, ya no se divide el mundo en justos e injustos, sino en señores y esclavos. El que domina tiene razón”. 

Frases de la novela

“Me preguntó entonces si no me interesaba un cambio de vida. Respondí que nunca se cambia de vida”.

“Quizá no estaba seguro de lo que me interesaba realmente, pero en todo caso, estaba completamente seguro de lo que no me interesaba”. 

“En el fondo no existe idea a la que uno no concluya por acostumbrarse”.

“Uno se forma siempre ideas exageradas de lo que no conoce”.

“Como si los caminos familiares trazados en los cielos de verano pudiesen conducir tanto a las cárceles como a los sueños inocentes”.

“Ni siquiera estaba seguro de estar vivo, puesto que vivía como un muerto”.

“Ninguna de sus certezas valía lo que un cabello de mujer. Ni siquiera estaba seguro de estar vivo, puesto que vivía como un muerto. Me parecía tener las manos vacías. Pero estaba seguro de mí, seguro de todo, más seguro que él, seguro de mi vida y de esta muerte que iba a llegar”.

«Entonces comprendí que había roto el equilibrio del día, el silencio de una playa en la que fui feliz».

Curiosidades de la obra

  1. El escritor francés que nos ocupa y su bibliografía han inspirado a muchos artistas. Buena muestra de eso son las canciones Albert Camus de Post Hardcore Titus Andronicus y Killing an Arab de The Cure. Esta última composición se basa en uno de los pasajes de la novela El extranjero.
  2. En 1967, fue adaptada al cine por Luchino Visconti y protagonizada por  Marcello Mastroianni.
  3. El extranjero se encuentra entre los 100 mejores libros del siglo, según Le Monde.

Sobre el autor

Albert Camus fue un novelista, filósofo, periodista y dramaturgo francés. Nació el 7 de noviembre de 1913, en Argel. Actualmente está considerado una de las figuras intelectuales más importantes de Europa en el marco de la II Guerra Mundial.

Creció y comenzó sus estudios en su ciudad natal, trabajó como periodista y actor, ligado a movimientos políticos de izquierda. Viajó por Europa y publicó una primera colección de artículos, Bodas, en 1933. Debido a presiones estatales, Camus viaja a París, donde se instala en 1940.

Pudo desarrollar sus estudios iniciales hasta el bachillerato gracias a las becas y ayudas que existían para los hijos de las víctimas de la guerra. Y él lo era, pues se quedó huérfano de padre con solo un año de edad, cuando su progenitor falleció como consecuencia de las heridas sufridas en la batalla del Marne, durante la Primera Guerra Mundial.

Sigue trabajando como periodista hasta la llegada de la II Guerra Mundial en la que participa como miembro de la Resistencia Francesa.

Fue un apasionado del deporte, especialmente del fútbol, que llegó a practicar jugando como portero. Sin embargo, la tuberculosis que sufrió hizo que tuviera que abandonarlo. También disfrutaba la lectura, y uno de sus libros favoritos era El dolor de André Richard.

Su primer trabajo publicado, El revés y el derecho (1937), estaba claramente inspirado en su propia vida. Y es que en el mismo no solo narraba parte de su infancia, sino que le daba protagonismo a algunos de sus seres más queridos, como su madre o su abuela.

En 1951 publicaría La peste (obra que sería posteriormente adaptada al cine), en la que refleja el auge del fascismo por toda la Europa de preguerra. Otras obras importantes de Camus a partir de entonces son La caída (1956), El verano (1954) o El exilio y el reino (1957). La mayoría de su trabajo periodístico también fue recopilado en diversos volúmenes. Albert Camus recibió el máximo galardón de las letras, el Premio Nobel de Literatura, en 1957, por su novela El extranjero.

Numerosas fueron las amantes que tuvo fuera de sus matrimonios. No obstante, una de las más conocidas fue la actriz española María Casares. 

A nivel político, se manifestaba como un profundo anarquista y precisamente luchó con el arma que tenía, su escritura, para defender sus ideales y atacar a movimientos como el nazismo.

Mantuvo contactos y amistad con importantes personajes ilustres de aquel momento, como Pablo Picasso o Simone de Beauvoir.

Murió el 4 de enero de 1960 en un accidente de tráfico y, aunque han pasado muchas décadas de ese suceso, periódicamente surgen teorías acerca de los aspectos más secretos del mismo o de sus posibles causas. Así, por ejemplo, se ha llegado a exponer que presuntamente la KGB tuvo mucho que ver.

Entre las últimas palabras de Camus a Mumma (pastor que mantuvo conversaciones con el autor reveladas póstumamente), destacan: “Amigo mío, ¡voy a seguir luchando por alcanzar la fe!”. En cuanto a su creencia en Dios, Camus afirmó en 1956, en una entrevista publicada por Le Monde: “No creo en Dios, es verdad. Y, sin embargo, no soy ateo”. Comprendía que, si no hay verdad, de leyes solo queda la de la selva. 

Ahora la lectura de Camus se convierte, para el estudioso, en la lectura de un buscador de sentido, largo tiempo insatisfecho; que busca y no encuentra. Procura incluso apartar de su mente la cuestión, se limita a preocuparse de su prójimo sin saber por qué. Tras múltiples frustraciones y desalientos, el sentido le sale al encuentro. (Por: María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)