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«Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado»

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El viejo y el mar es una novela corta escrita por Ernest Hemingway en 1951, que vio la luz al año siguiente. Fue su última obra importante publicada en vida y posiblemente la más famosa. Aunque ha sido objeto de numerosas críticas, es considerada como uno de los trabajos más destacados del siglo XX, reafirmando el valor literario del autor. Un año después de su publicación, este recibió el Premio Pulitzer y posteriormente el Nobel de Literatura por ella. 

La obra se desarrolla en La Habana, cuyo protagonista es Santiago, aunque todo el mundo lo llama “el viejo”. De él se dice: «Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos, en ellos resplandecía un brillo de resistencia y desafío”. Santiago es un pescador de avanzada edad, que lleva 84 días sin conseguir pescar nada. Una mañana, decide salir solo al mar, donde por fin un enorme pez pica el anzuelo no sin dar batalla antes de ser capturado definitivamente. En el tiempo que dura la lucha con este, el viejo recuerda su vida pasada. En su mente resuenan los tiempos en que la suerte estaba de su lado y era capaz de conseguir una gran pesca. También recuerda a Manolín, un joven que le había estado ayudando hasta hace poco y por quien guarda un gran aprecio. 

La historia que se cuenta en este volumen es, en definitiva, un reto tardío del anciano pescador consigo mismo. A sabiendas de que es su última oportunidad y que sus únicas armas son el ímpetu, el esfuerzo y la valentía, decide abordar esta batalla, saliendo fortalecido. Hay algo épico en el triunfo de un hombre contra el mundo, hay algo que se antoja grande y casi divino. Debe ser cuestión de carácter, de personalidad, porque como dice Hemingway: «El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado».

Constituye un emotivo relato cargado de simbolismo, en el que se tratan temas como la soledad, la vejez, la sensación de cercanía a la muerte, el cariño o la nostalgia. No obstante, sobre todos ellos destaca la eterna lucha del hombre contra las adversidades, la dureza de la vida, el poder de la voluntad, la importancia de la dignidad humana y la necesidad de superación personal. 

Un narrador omnisciente nos sumerge en esta historia que está sujeta a diferentes lecturas, y también a la interpretación simbólica. Hemingway siempre se caracterizó por un lenguaje directo y simple, de frases cortas y concisas, y esta obra, en sus propias palabras, es la muestra de su estilo más puro.

El final permite ser a interpretación del lector, dejando inconcluso el estado futuro del viejo. Nada hay de Cabo Blanco ni de Java en esta lectura. Para el escritor, la literatura no es solo una metáfora mejor o peor, sino también una porción real de vida que merece ser contada. Y esa vida la había encontrado en Cuba.

Para analizar este relato es importante entender a su autor y su contexto, pues este está enmarcado en un grupo de escritores estadounidenses denominados como la Generación Perdida. Son escritores que consolidaron su carrera tras la Primera Guerra Mundial y que, en sus obras, reflejan el pesimismo de la época.

Esta novela sirvió para revitalizar la reputación literaria de Hemingway y provocó una revisión de toda su obra. Fue recibida inicialmente con mucha popularidad, devolviendo a muchos lectores la confianza en la capacidad del autor.

A pesar de ser un libro corto, no significa que sea vacío o ligero; por el contrario, constituye un volumen denso y bien estructurado. Con su aparente sencillez en la trama y su brillante estilo, El viejo y el mar se conserva como un clásico imprescindible de la literatura moderna y uno de los retratos más profundos, complejos y desgarradores que las palabras pueden hacer de la naturaleza humana.

El 4 de marzo de 1952, el escritor estadounidense Ernest Hemingway le envía una carta a su editor, anunciando que había terminado la novela corta que llevaba escribiendo, en cierto modo, desde hacía más de tres años, y que definió de la siguiente forma: “Esta es la prosa por la que llevo trabajando toda mi vida, que debería leerse con facilidad y sencillez y sentirse breve pero teniendo todas las dimensiones del mundo visible y del mundo espiritual de un hombre. Es la mejor prosa que he escrito hasta ahora”. 

FRASES DE LA NOVELA

“Se mecía como si el océano estuviera haciendo el amor con alguna cosa”.

“Decía siempre la mar. Así es como dicen en español cuando la quieren. Aunque hablen mal de ella siempre se refieren a ella como si fuera una mujer”.

“El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”.

“El mundo era tan hermoso que era una pena no nacer dos veces para verlo”.

“No comprendo estas cosas. Pero es bueno que no tengamos que tratar de matar el sol o la luna o las estrellas. Basta con vivir del mar y matar a nuestros verdaderos hermanos”.

“Aprende a escuchar el silencio, porque es lo único que no te mentirá”.

“Has tratado de comprarla (la suerte) con ochenta y cuatro días en el mar. Y casi estuvieron a punto de vendértela”.

“Y se dio cuenta de que nadie jamás está solo en el mar”.

“El hombre no es gran cosa junto a las grandes aves y las fieras. Con todo, preferiría ser esa bestia que está allá abajo en las tinieblas del mar”.

“No importa en qué tiempo o lugar te encuentres, la vida es siempre la misma”.

“Puedes perder todas las batallas, pero no pierdas la guerra”.

CURIOSIDADES SOBRE LA OBRA Y EL AUTOR

  1. La novela ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones, siendo la adaptación de 1958, protagonizada por Spencer Tracy, una de las más populares y conocidas. Aunque también destaca la película dirigida por Jud Taylor, El viejo y la mar (1990).
  2. Muchos críticos mantienen que Gregorio Fuentes, un hombre de ojos azules que nació en Lanzarote, fue modelo para Santiago; el personaje principal de la novela. Fuentes trabajó como marinero por primera vez a los 10 años en barcos que llegaban a puertos africanos. Emigró a Cuba a los 22 años de edad y, tras 82 de residencia en Cuba, intentó recuperar su ciudadanía española en 2001.
  3. Su editor, Scribner’s, en una de las primeras sobrecubiertas, calificó la novela de «nuevo clásico», y muchos críticos la compararon favorablemente con obras como el relato corto de William Faulkner de 1942 The Bear y la novela de Herman Melville de 1851 Moby-Dick.
  4. El argumento de esta novela está basado en un hecho real que el propio escritor contó en el relato Sobre el agua azul, que se publicó en Squire en abril de 1936. En este relato ya estaban, de forma embrionaria, todos los elementos que posteriormente desarrolló en El viejo y el mar.
  5. Dos meses después de terminar la historia, el autor recibió 21 000 dólares (el equivalente a más de 200 000 en la actualidad) a cambio de que se publicase en un único tomo de la revista Life, para la que Hemingway había escrito numerosos reportajes y crónicas. El número en el que se incluyó el relato de Hemingway vendió 53 millones de copias, y la primera edición del Book of the Month Club superó el millón y medio de ejemplares. La edición de Charles Scribner’s Sons se situó rápidamente en el primer puesto de la lista de Best Sellers y allí se mantuvo, imbatible, durante meses.
  6. El viejo y el mar es un relato que apenas atiende a la mínima parte de lo que significa realmente, pues presenta la teoría del iceberg. Esta técnica, acuñada por Hemingway, consiste en ofrecer apenas una pequeña parte de información al lector, la cual va a quedar encerrada en la historia o en las vivencias de los personajes, es decir, no se muestra de manera explícita.
  7. Hemingway tenía una rutina en Cuba: se levantaba a las 5:30 y escribía hasta las 8:00. Desayunaba y retomaba la escritura hasta el mediodía. Almorzaba. Siesta de dos horas. Dos veces por semana, durante la tarde, se movía hasta El Floridita, un bar ubicado en el centro de La Habana Vieja, donde se tomaba algunos daiquirís.
  8. Como parte de las extravagancias del autor, convivió con 52 gatos y 16 perros, en Finca Vigía, su casa de Cuba.
  9. Después de la muerte de Hemingway, los pescadores de Cojímar hicieron un busto de él hecho de hélices de botes y otras partes metálicas de barcos. Lo desmantelaron un año después de su muerte en la plaza de Cojímar como el monumento al norteamericano que había vivido entre ellos.
  10. Le fue otorgado el Nobel de Literatura de 1954, premio por el que no mostró demasiado entusiasmo. Hemingway decía que “ningún autor que conociera había vuelto a escribir como en la obra por la que le dieron el premio después de recibirlo”. El autor entregó la medalla fruto de este tributo a La Virgen de la Caridad del Cobre, como reconocimiento al pueblo cubano.
  11. El viejo y el mar fue publicado por primera vez en la revista Life. Como si Hemingway supiera que sería ganador del Nobel, en la pieza publicitaria de la revista para la publicación de su novela, diría: “Estoy muy emocionado con El viejo y el mar, y por el hecho de que se publique en Life. Así mucha gente que no puede comprar el libro podrá leerla. Esto me hace mucho más feliz que ganar un Nobel”.

EL AUTOR

Ernest Miller Hemingway fue un escritor y periodista estadounidense considerado entre los más relevantes autores del siglo XX, tanto por la sobriedad de su estilo como por los elementos trágicos y el retrato de la época que representaba. Este, nació en el seno de una familia acomodada en Illinois, el 21 de julio de 1899, el mismo año que Jorge Luis Borges y Vladimir Nabokov.

Después de estudiar, comenzó a ganarse la vida como reportero, escribiendo para el Kansas City Stars; labor que ejerció por pocos meses, pues sus ansias de aventura lo llevaron a alistarse como voluntario de conductor de ambulancias para la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial, donde fue herido de gravedad en Italia. Mientras se recuperaba en Milán y siendo apenas un adolescente, fue cuidado por una bella enfermera, Agnes von Kurowsky, de quien se enamoró y a quien usó como inspiración para escribir una de sus más lindas obras: Adiós a las armas

De vuelta a Estados Unidos retomó el periodismo hasta que se trasladó a París, donde alternó con las vanguardias y conoció a Ezra Pround, Pablo Picasso, James Joyce, Gertrude Stein y otros escritores de lo que se denominaría como la Generación Perdida.

Más tarde participó en la Guerra Civil Española. También lo hizo en la Segunda Guerra Mundial, como corresponsal; experiencias que luego incorporaría a sus relatos y novelas.

El propio Hemingway declaró que su labor como periodista lo había influido incluso estéticamente, pues lo obligó a escribir frases directas, cortas y duras, excluyendo todo lo que no fuera significativo. Su producción periodística, por otra parte, también influyó en el reportaje y las crónicas de los corresponsales futuros.

Entre sus primeros libros se encuentran Tres relatos y diez poemas (1923), En nuestro tiempo (1924) y Hombres sin mujeres (1927), que incluye el antológico cuento «Los asesinos». Ya en este cuento es visible el estilo de narrar que lo haría famoso y maestro de varias generaciones. Sin embargo, el verdadero salto de Hemingway a la primera línea literaria llegaría con Adiós a las armas (1929).

Su estilo se sustentaría en diálogos cortos que van creando un suspense invisible, como si lo que sucediera estuviera oculto o velado por la realidad. Tal vez su obra debe ser comprendida como una especie de romanticismo moderno, que destaca el sentido del honor, la acción, el amor, el escepticismo y la nostalgia como sus vectores principales. Sus relatos inauguran un nuevo tipo de «realismo» que, aunque tiene sus raíces en el cuento norteamericano del siglo XIX, lo transforma hacia una cotidianidad dura y a la vez poética, que influiría en grandes narradores posteriores como Raymond Carver. Sus héroes no aman mórbidamente la muerte, sino que constituyen una exaltación solitaria de la vida, y a veces sus muertes constituyen la salvaguarda de otras vidas.

Hacia 1939, en plena Segunda Guerra Mundial, Hemingway se asentaría en Cuba. Allí, después de equipar su barco y colaborar con el Gobierno estadounidense en la casa de submarinos alemanes, tuvo una vida relativamente tranquila dedicada a la pesca y a escribir.

Para 1952 publicaría un cuento escrito en su finca cubana, inspirado en la Isla y su gente, con el que ganaría el Premio Pulitzer. Se trataba de El viejo y el mar, libro por el cual recibiría también el Premio Nobel de Literatura de 1954. Una de las más grandes inspiraciones para este libro fue su amor por la pesca. A Hemingway le gustaba pescar desde sus veranos de niño en el lago Michigan. Algunos críticos han visto en este texto la culminación de su obra, porque en él confluyen el humanismo y la economía artística; otros, sin embargo, opinan que este no es el mejor Hemingway, por una cierta pretensión didáctica. 

Luego de ser merecedor de tan grandes reconocimientos, del dinero que esto suponía y de haber sufrido un accidente aéreo en África, en el que se le dio por muerto, el escritor era una sensación periodística y cualquier cosa que le pudiera pasar se convertía en primera plana. Su vida se vería entonces perturbada por los visitantes y lectores que llegaban a Finca Vigía, para verlo. Su mejor amigo en la Isla, un viejo y experimentado pescador llamado Gregorio Fuentes, se lo llevó a él y a su cuarta esposa, luego de que estas visitas se hicieran inmanejables, para un cayo en Cuba, de donde se iría en 1960.

Hemingway vivió de cerca la Revolución cubana, fue cercano a Fidel Castro y sufrió mucho por la tensa relación entre EEUU, su patria, y Cuba, el país que lo había acogido como uno suyo.

Con más de 60 años y un cuerpo que le reclamaba la agitada vida que había vivido, con cirrosis, graves lesiones que le habían dejado sus aventuras, hipertensión y una depresión que lo sometía a una terapia electroconvulsiva que lo llevó a la paranoia y a la pérdida de la memoria, el 2 de Julio de 1961, Hemingway, al igual que su padre y su abuelo, se quitaría la vida de un tiro en la cabeza con una escopeta de caza. En sus últimos años siguió escribiendo, pero su esperada novela final nunca vio la luz, dejando solo algunos nuevos cuentos y relatos. Su muerte bien podría haber sido la de uno de sus personajes.

Aunque, generalmente, a este autor suele imaginársele como una figura un tanto recia, sobre él y sus peculiares costumbres suele especularse a menudo. Entre los rumores más difundidos, se encuentra uno que afirma que conservaba, en un pastillero, vello púbico de mujeres con las que mantenía relaciones sexuales. Además, se dice que se pesaba siete veces al día, anotando las cifras en la pared del baño, y que en los meses pares dejaba de afeitarse y bañarse durante ocho días.

Su historia familiar no estuvo exenta de tragedias, siete integrantes de ella se suicidaron en cuatro generaciones, entre ellos su padre, dos hermanos y su nieta Margaux, cuyo cuerpo fue encontrado el 2 de julio de 1996. Ese mismo día se cumplían 35 años del suicidio del propio Ernest. (Por: María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)

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