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De niña a mujer en una lectura

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Mujercitas es una novela atemporal, que aún llega a las nuevas generaciones, pues capta con lucidez las relaciones familiares.

En el pueblo de Concord, Massachusetts, durante los días previos a la Navidad, las cuatro hijas de la familia March lamentan no tener regalos. Meg, Jo, Beth y Amy echan en falta a su padre, el señor March, quien está sirviendo al ejército durante la Guerra de Secesión. Las muchachas viven junto a su madre en un hogar humilde, aunque todas compensan sus carencias económicas con el cariño y amor que profesan entre sí.

Mujercitas es una novela atemporal, que aún llega a las nuevas generaciones, pues capta con lucidez las relaciones familiares. Fue escrita por Louisa May Alcott, una mujer adelantada a su tiempo por sus ideas feministas, las cuales se reflejan en sus personajes.

La novela narra la historia de las hermanas March mientras luchan por controlar sus más marcados defectos. Cada capítulo relata un acontecimiento importante para la maduración de las chicas, de modo que la sensación final es la de haber vislumbrado pequeños retazos de lo que era vivir alrededor de 1860.

Meg es la primogénita. Su sueño es casarse y tener una vida de lujos, con bailes y vestidos bonitos. Es un personaje que evoluciona a lo largo del libro, sobre todo por el rol maternal que tiene que hacer algunas veces como la hermana mayor, pero a la vez siendo tan solo una niña de 16 años.

Jo es la hermana que rompe con lo establecido en la época. Odia llevar vestidos e ir arreglada y anhela convertirse en escritora, ya que desde pequeña encontraba un refugio en sus libros.

Beth es una niña tímida, sensible, que adora la música, concretamente tocar el piano. Es un personaje muy entrañable y con un aura angelical.

Amy es la hermana más pequeña, una muñequita de cabellos rubios rizados y de tez pálida. Es la consentida y malcriada de la familia, aunque a medida que avanza la lectura se pueden llegar a entender muchos de sus comportamientos.

No cabe duda de que la autora puso mucho de sí misma en la obra: se inspiró en su propia familia a la hora de crear los personajes. Se nota en el realismo, cuidado y cariño que desprenden. A pesar de lo diferentes que son las hermanas entre sí, se las valora por igual, sin ensalzar unas sobre otras ni enfrentarlas. Todas tienen cualidades que se resaltan y defectos que se esmeran en mejorar. Ocurre igual con los secundarios: Laurie, el romántico joven que será uno más en la familia, Hannah o la Sra March. Así se explica el sentimiento que todos ellos han dejado en los corazones de lectores de épocas tan dispares.

En cierta medida, la autora se atrevió a retar el ideal femenino de la época a través de las hermanas, quienes, a pesar de tener que amoldarse a lo que se pretendía para su género, demuestran sus pequeñas revoluciones. Todas ellas desean ser independientes, trabajan para contribuir a la economía familiar y poseen aspiraciones que van más allá del matrimonio y el hogar.

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Tras el éxito de la primera parte, la autora escribió una segunda bajo el título Aquellas mujercitas, la cual se publicaría apenas un año después. Posteriormente, ambas se publicaron unidas.

Nos enseñaron que un libro puede ser el mejor compañero de aventuras; que el amor fraternal es incondicional; que se puede llorar por amor y que la solidaridad entre mujeres no es un sentimiento nuevo.

Mujercitas resulta un clásico muy tierno, con momentos divertidos y otros tristes, puesto que nos cuenta el día a día de una familia con la ausencia paterna derivada de un conflicto bélico. Aun así, algunos capítulos se pueden hacer algo lentos, pero la lectura en general es muy ligera y amena.

Hay muchas formas de ser y hacerse mujer; esta obra nos demuestra que todas son igual de válidas.

FRASES DE LA NOVELA

“En el mundo hay muchísimas Beth, tímidas y tranquilas, sentadas en rincones hasta que alguien las necesita y que viven para los demás tan alegremente, que nadie se da cuenta de los sacrificios que hacen hasta que el grillo del hogar cesa de chirriar y desaparece el dulce rayo de sol, dejando atrás silencio y sombra”.

“Los libros son siempre buena compañía si tienes el correcto”.

“El dinero es cosa útil y preciosa, y también noble cuando se emplea bien: pero no quiero que lo consideren como el primero o el único premio que ganar. Preferiría verlas esposas de hombres pobres si fueran felices, amadas y contentas, que reinas en sus tronos sin propia estimación ni paz”.

“Ojalá todos los días fuesen Navidad o Año Nuevo”.

“Si fuera un chico, nos escaparíamos juntos y correríamos una aventura deliciosa; pero siendo una infeliz chica, debo ser prudente, portarme bien y permanecer en casa”.

“¡Y si el ponerme moño me hace señorita, me arreglaré el pelo en dos trenzas hasta que tenga 20 años!”.

“El verdadero talento y bondad no pasan mucho tiempo inadvertidos; aunque pasaran, el conocimiento de poseerlo y de usarlo bien debe satisfacernos, la sencillez es el mejor encanto de todo poder”.

“La pobreza rara vez intimida al hombre que ama de veras. Algunas de las madres y más estimadas mujeres que conozco eran muchachas pobres, pero tan dignas de ser amadas que no alcanzaron a ser solteronas. Dejen tales cosas al tiempo. Hagan feliz este hogar, para que estén preparadas para sus propios hogares, si es esa vuestra suerte, y contentas si no lo es. Recuerden una cosa, hijas mías: su madre está siempre lista para ser su confidente, y vuestro padre para ser vuestro amigo; esperamos y confiamos que nuestras hijas, casadas o solteras, constituirán el orgullo y consuelo de nuestras vidas”.

CURIOSIDADES SOBRE LA OBRA

  1. La autora andaba ocupada escribiendo un libro de tintes góticos y eróticos cuando su editor le propuso que novelara una historia para chicas jóvenes. “No me interesan las chicas jóvenes”, gruñó la escritora. Pero después, seducida por la cifra del adelanto que recibiría, cambió rápidamente de parecer. En dos meses completó las más de 400 páginas, trabajando unas 10 horas al día, y creó Mujercitas. Tenía 36 años cuando escribió la obra.
  2. Aunque el nombre de Alcott hoy está íntimamente ligado a Mujercitas, lo cierto es que ella ya llevaba mucho tiempo escribiendo obras de un estilo muy diferente. Estas se encontraban a medio camino entre lo erótico (en términos del siglo XIX) y lo gótico. Cuando su editor le pidió que escribiera un libro para chicas (y que si lo hacía le publicaría también el libro de relatos que ella quería realmente publicar), solo pudo prometer que “lo intentaría”. Además, cuando llevaba 12 capítulos, se los envió a su editor diciéndole que eran muy bobos, algo con lo que él estuvo de acuerdo. Sin embargo, la sobrina de él los leyó y le parecieron estupendos.
  3. Mujercitas siempre ha creado un encendido debate sobre si es o no un libro feminista. Sin embargo, se han de tener en cuenta dos cosas importantes: que se juzga desde otros tiempos y que la versión que llegó a la actualidad no es la original. Los editores de la obra, publicada en 1868, recibieron quejas escandalizadas de los lectores, y en 1880 decidieron darle un tijeretazo y cargarse capítulos enteros para no causar revuelo. Esa es la versión que se tradujo y que ha llegado hasta la contemporaneidad.
  4. Una de las razones por las que Louisa May Alcott se puso a escribir fue la ruina de su familia. Su padre intentó crear una comunidad vegana que se autoabastecía; la idea, que en el papel sonaba muy bien, en la práctica acabó por arruinarles. Siguiendo los ideales que le inculcaron desde joven y llevándolos aún más allá, la autora defendió la abolición de la esclavitud, la alfabetización de las mujeres, el derecho de las mujeres a pedir el divorcio y la igualdad entre ambos sexos.
  5. El clásico ha sido llevado a la gran pantalla en ocho ocasiones. Destacan la de 1933, dirigida por George Cukor y protagonizada por Katharine Hepburn; la de 1949, bajo la batuta de Mervyn LeRoy con Elizabeth Taylor y Janet Leigh; y la de 1994, realizada por Gilian Armstrong y protagonizada por Winona Ryder, Kristen Dunst, Claire Danes, Susan Sarandon y Chistian Bale. La última versión es también muy reconocida, con actrices de la talla de Emma Watson.
  6. El título original de la primera parte era Meg, Jo, Beth y Amy. La historia de sus vidas. Un libro para chicas. La segunda parte se publicó al año siguiente bajo el título Buenas esposas.
  7. El libro es en parte autobiográfico, Alcott se inspiró en su propia familia para crear el retrato de los March, algo que se puede ver especialmente en los personajes de las hermanas. Su guapa hermana casada, Anna, fue el modelo para Meg (la escena de la boda describe, de hecho, la boda real de Anna); Lizzie, que murió a los 23 años, para Beth; y May, una pintora que acabó viviendo en Europa, para Amy. Por supuesto, para Jo se inspiró en sí misma, y de hecho, no corregía a sus fans cuando le enviaban cartas tratándola de “Jo” o “Señorita March”. Además, al igual que los March, los Alcott pasaron penurias económicas.
  8. Al parecer, Laurie está inspirado en un músico polaco con el que Alcott pasó dos semanas en París, Ladislas Wisniewski, aunque poco más se sabe de la relación. En sus diarios, ella tachó toda la parte en la que hablaba de él y solo dejó una anotación: “No pudo ser”.
  9. Hace apenas unas semanas salieron a la luz siete relatos y cinco poemas atribuidos a Louisa May Alcott. Se trata de un nuevo trabajo de investigación que sostiene que la escritora publicó varios textos bajo el seudónimo de E. H. Gould.

LA AUTORA

Louisa May Alcott fue una novelista y educadora estadounidense que alcanzó la fama por su novela Mujercitas. Nació en 1832 en Estados Unidos, en el seno de una familia de escasos recursos económicos. Hija del reformista Amos Bronson Alcott, de quien recibió una esmerada educación, creció en los círculos trascendentalistas de Boston y de Massachusetts, de los que su padre era simpatizante. El hogar de los Alcott recibía habitualmente visitas de importantes personalidades, las cuales influyeron en su formación.

Louisa, debido a su situación económica, tuvo que impartir clases y trabajar como costurera y asistenta; también con sus textos intentaba contribuir al sustento de su madre y hermanas.

Había escrito su primer libro, Fábulas de flores, a los 16 años; deseaba ser actriz y compuso algunas comedias, una de las cuales fue aceptada por el Boston Theater, pero no llegó a ser representada. Sus expresivos cuentos, algunos de ellos escalofriantes, violentos y llenos de tabúes para la época, como el adulterio o el incesto, aparecieron con el seudónimo de A. M. Barnard, entre 1863 y 1869, en The Atlantic Monthly.

Nunca contrajo matrimonio y se mostró, al igual que sus progenitores, activa en el plano social y político durante toda su vida, alineándose en contra de la esclavitud y apoyando con ahínco el voto de la mujer. Se ofreció como enfermera durante la guerra de Secesión. Ejerció como tal en el Union Hospital de Georgetown; en esa época contrajo la fiebre tifoidea, que afectaría su salud por el resto de su vida.

Las cartas en que refería sus experiencias como enfermera, publicadas con el título de Apuntes del hospital (1863), constituyeron la primera obra suya en hacerla famosa. Su primera novela, Estado de ánimo (Moods), apareció en 1864. En 1865 marchó a Europa, y dos años después asumió la dirección de una revista para niños, Merry’s Museum.

Tras el éxito apoteósico de la novela autobiográfica Mujercitas (1868), logró por fin saldar sus deudas y dar tranquilidad económica a su familia. Una muchacha anticuada (1870), Hombrecitos (1871), Ocho primos (1875), Rosa en flor (1876) y Los muchachos de Jo (1886) se inspiraron también en sus experiencias como educadora.

Louisa May Alcott pasó los últimos años de su vida en Boston, donde falleció el 6 de marzo de 1888, apenas dos días después de la muerte de su padre. Su muerte es atribuida a secuelas de envenenamiento por mercurio contraído durante su servicio en la guerra. Fue una mujer de sorprendente personalidad, dotada de gran seducción, animada por impulsos humanitarios y protectora de muchas buenas causas. Pese a centrarse más en la enseñanza moral que en fines artísticos o de puro entretenimiento, sus novelas tienen una gran frescura, y todavía hoy agradan a los jóvenes. (Por María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)

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