De aniversario este 12 de agosto se encuentra Teatro de las Estaciones, irrumpiendo con la alegría del arte titiritero en retablos diversos que colman de ensueños el corazón de nuestros niños y las ansias de paz de los mayores.
Impregnados de un toque distintivo en el refinado uso del lenguaje y la música, con una atmósfera poética y de significativa humanidad junto al despliegue de luces, colores, muñecos, el vestuario figurativo y la búsqueda en cada historia de lo que más puede dignificar a las personas, en época de laureles y embrujos, les permite convertir cada función en una propuesta de cubanía y esperanza.
Veintisiete años bajo la dirección general y artística del escritor, maestro y actor Rubén Darío Salazar Taquechel, secretario general de Unima Cuba, Consejero Internacional y vicepresidente por el área del Caribe y el diseño escenográfico del colosal Zenén Calero Medina, ambos Premios Nacionales de Teatro 2020, los ratifican como figuras emblemáticas de la Atenas de Cuba y la nación.
El elenco de actores, músicos, bailarines y artífices garantizan la misión de este grupo teatral que nace en 1994, en Matanzas, el cual se siente unido por la misma fe de amor a la Patria y a los más puros ideales.
Y de manera especial Teatro de las Estaciones ha logrado en tiempos de Pandemia una evolución creativa que se multiplica en las redes sociales, en Radio 26 y en los canales de televisión TV Yumurí y Cubavisión, en su versatilidad mediática.
Como ha señalado la crítica, entre sus méritos destaca el recuperar una zona trascendente de la historia titiritera cubana, al revitalizar tradiciones y contribuir a fundar, también con el magisterio recibido en primer término de René Fernández, parte de esa práctica compartida, de Armando Morales, Dora Alonso y muchos otros.
Su impronta en ese espacio esencial para la creación titiritera como es el Taller Internacional de Títeres de Matanzas ha creado alianzas con teatristas e instituciones a lo largo de estos años.
Estaciones se ha presentado en festivales y giras en España, Francia, México, Italia, Venezuela, Dinamarca, Costa Rica, Uruguay, República Dominicana, Martinica, Brasil, Ecuador, China y los Estados Unidos y ha servido de abrigo a muchos artistas nacionales.
Sus puestas en escena son trascendentes, imposible olvidar La niña que riega la albahaca, 1996; Pelusín y los pájaros, 2001; La caja de los juguetes, 2003; La Virgencita de Bronce, 2005; El patico feo, 2006; Los zapaticos de rosa, 2007; Federico de noche y Por el monte carulé, 2009; Canción para estar contigo, 2011; Alicia en busca del conejo blanco, 2013; Cuento de amor en un barrio barroco y El irrepresentable paseo de Buster Keaton, 2014; Los dos príncipes, 2016; Retrato de un niño llamado Pablo, 2018 y Todo está cantado en la vida, 2019, todas ganadoras del Premio Villanueva de la Crítica Teatral.