Cuba en un salto fuera de serie

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Demoró unos días la primera medalla de oro para Cuba en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Entrar por esa puerta a la gloria atlética lo había reservado, para sí mismo –pues nadie lo esperaba–, un saltador adolescente que, desde los seis años, había soñado con ese momento.

 

Bastó un salto, el primero, para que Robiel Yankiel Sol Cervantes entrara al firmamento de los campeones. No fue un salto cualquiera. Él mismo no lo había hecho jamás, y con 7,46 metros (récord paralímpico) no lo superaría nadie.

 

«Impresionante», así lo aplaudió, en Twitter, el Presidente cubano, quien exaltó, además, la marca, «sin antecedentes en 15 paralimpiadas».

 

Era el día de Robiel Yankiel y él lo sabía. Había dicho a su familia que buscaría el oro, pues no se conformaba con llegar a la final.

 

Su nombre está en las noticias al lado de la estelar Omara Durand. Con sus 18 años de edad, tal vez ser el relevo de ella, aunque no practiquen la misma especialidad.

 

Robiel Yankiel tiene cartas debajo de la manga: se alista para futuras competencias en el triple salto y en los cien metros. Va por más y nada lo detendrá, como nada ha detenido a Omara para ser una «fuera de serie».

 

Hacia ahí quiere saltar Robiel Yankiel Sol Cervantes, al Olimpo de los «fuera de serie».