Cuadrito: la historia de un inquieto soñador

Imprimir
Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 
Valoración:
( 0 Rating )

 

 

Foto: Suney San Roman

 

Desde el difuso círculo de espera, un bisoño pelotero aguarda su turno al bate. Contempla absorto cada instante del juego y escudriña con la mirada al lanzador contrario. Su compañero entra en circulación por error del antesalista, mientras él camina parsimonioso hacia la goma. Agazapado, echa un vistazo al famélico cuerpo del serpentinero, y se le van los ojos en aquella pelota pálida de 108 costuras encarnadas con la que tanto sueña.

 

En conteo adverso de dos strikes y una bola, conecta batazo contra las desvaídas cercas del Estadio “19 de abril” para empujar la carrera decisiva de su equipo. El Team Juventus gana otra vez y “Cuadrito” se erige en héroe.

 

Esta puede ser una escena común de un día cualquiera al sur de Matanzas. Sin embargo, para Eduardo Parreira significa mucho más. A sus 21 años de edad, el joven prospecto tiene claro sus anhelos: “Sueño con integrar el equipo de Matanzas en la Serie Nacional y superarme cada día. No me detendré hasta cumplir mis objetivos, pues si mis sueños son grandes, significa que mi capacidad para lograrlos también lo es”.

 

Dedicación y perseverancia, afirma, son la clave para triunfar en el béisbol. (Foto cortesía del entrevistado)

 

Quizá no recuerde con vehemencia el primer juego de pelota al que asistió de pequeño. No obstante, la pasión surgida de aquellas visitas se la debe a un acompañante muy familiar, habituado a tales jolgorios beisboleros y fanático a cierta franela azul de Industriales.

 

“Mi abuelo, conocido por su apodo de “El Cuadro” (de ahí el pegajoso mote del nieto), no se perdía un partido, y desde bien chico me llevaba con él. Empecé por varios deportes, entre ellos kárate y judo, pero al final me incliné por el béisbol, pues era lo que en definitiva me apasionaba. Con solo siete años inicié los entrenamientos, y a los ocho tuve mi primer evento provincial de la categoría. Allí jugué como segunda base regular de Jagüey Grande”.

 

Aquel imberbe niño que desandaba las calles de su natal pueblo tras cuatro esquinas, hoy constituye uno de los principales talentos del béisbol en Matanzas. Junto a Luis Daniel Fraga y Javier Montero representan el resurgir de este deporte en Jagüey Grande, tierra de encumbrados nombres dentro del pasatiempo nacional. Jesús Torriente, Anselmo Martínez, Estanislao Sánchez y Vaisel Acosta componen la hornada de luminarias jagüeyenses.

 

“En Jagüey siempre ha existido talento, lo que hay que seguirlos. Esta nueva generación que surge ahora me encanta, pues somos un grupo de jóvenes con disciplina y sobre todo, ganas de jugar al béisbol. Pienso que de regreso a los terrenos después de la pandemia, los equipos de este municipio tendrán un buen resultado. Talento y juventud hay, solo necesitan pulirse”.

 

“Jagüey para mí lo es todo. Es el pueblo donde nací, me crié, inicié los estudios y di los primeros pasos en el béisbol. Aquí tengo a mi familia y a los amigos de la infancia”, alega Cuadrito. (Foto cortesía del entrevistado)

 

Con 19 abriles, Eduardo Parreira intervino en el Campeonato Nacional de Béisbol sub-23 hace par de años. Vistiendo la chamarreta de Matanzas, mostró madera de slugger al disparar siete dobles y dos cuadrangulares en 67 turnos oficiales. Su average ofensivo lo elevó hasta .302, además de buenos promedios de slugging (.508) y OPS (.937).

 

Dentro del elenco yumurino, resaltó como uno de los seis bateadores que enviaron la pelota fuera del perímetro en más de una ocasión. Aunque no destaca por su tamaño, el esfuerzo en los entrenamientos rindió frutos al combinar poder y tacto, dos variables difíciles de hallar en atletas noveles.

 

En el último certamen nacional para menores de 23 años, Parreira mostró versatilidad a la defensa y mucho talento con el madero. (Foto cortesía del entrevistado)

 

Finalizado el evento, escasearon las posibilidades de continuar activo. Los chances de jugar béisbol organizado son más remotos para un pelotero de esta categoría que acabe fuera de la Serie Nacional y alejado de las academias deportivas. Sin embargo, para Cuadrito no existen las excusas, y menos cuando se trata de pelota.

 

“Al terminar ese torneo hablé con varios compañeros que jugaron conmigo en edades inferiores, pero que nunca llegaron al alto rendimiento. Ellos me apoyaron y fundamos el Team Juventus. Aquella idea tuvo varios objetivos, pero el principal fue demostrarles a los demás que con disciplina, talento, juventud y deseos de jugar se puede llegar al éxito. Después de todo no estaba tan equivocado, pues ganamos los dos campeonatos que disputamos. Ese equipo se ha convertido en una gran familia”.

 

Desde su creación, el equipo Juventus ha acaparado los principales lauros de la pelota en Jagüey Grande. (Tomada de Facebook)

 

Bate al hombro, medias remangadas, el 25 adherido a su espalda y los mismos deseos del primer día. Juega teñido de rojo en el fiero calor del veraniego agosto y dentro de los límites de alguna parcela yerta que algunos llaman estadio. Campeonatos provinciales, ligas del Cítrico, certámenes interbarrios y cualquier otro desafío que sepa a béisbol, atestiguan sus ansias matizadas de empeño.

 

El pupilo de los entrenadores Yuhander Angulo, Rolando Naranjo y Mario Domec, lleva a la par deporte y estudio. Tal conjugación le ayuda a comprender mejor su carrera y lo que pudiese lograr: “Resulta algo difícil, pero no imposible de conseguir. Llevar ambos es sumamente importante porque así como el béisbol me apasiona, los estudios también son un elemento influyente en cualquier éxito. Creo que uno depende del otro, y por tanto he aprendido a dedicarles tiempo”.

 

Aunque no llega a los seis pies de altura, su corpulencia y masa muscular le ayudan con la potencia desde el cajón de bateo. (Foto cortesía del entrevistado)

 

Parreira encontró en la segunda almohadilla el rincón ideal para engarzar esféricas. Mas no teme custodiar jardines o defender el hueco en el campo corto. Su llamado a la última preselección de Matanzas con vistas a la Serie Nacional, le inspira en cada pizca de sacrificio.

 

“La pandemia ha incidido en la preparación, ya que suspendieron todas las actividades deportivas. Mantener la motivación ha sido muy difícil, pero esa convocatoria me estimula a mejorar”.

 

Con la mirada puesta en grandes sueños, Cuadrito aspira a vestir nuevamente el traje de Matanzas en la Serie Nacional.(Foto cortesía del entrevistado)

 

“Mi aspiración es formar parte de los Cocodrilos en la Serie Nacional y representar a mi municipio con dignidad. Para triunfar en el béisbol se necesita dedicación, perseverancia, actitud y mucho carácter. Con todo eso, quién sabe hasta dónde pueda llegar”.

 

Así de onírico habla Eduardo, o mejor dicho, Cuadrito. Encontrarlo en Jagüey Grande no representa tarea titánica. Sobre la grama áspera de un caprichoso terreno anda madero en mano, allí donde se desforran pelotas y vuelan las ilusiones de un inquieto soñador.