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“El artista marcial debe ser ejemplo ante la sociedad”

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Con su lento caminar, como quien se lo piensa bien antes de dar correctamente cada pisada, se ve a este hombre de mediana estatura, fuerte, ágil, practicante de las artes marciales desde hace mucho tiempo. Desde hace varios años se desempeña como administrador en la sede de la Uneac de Matanzas. Nadie podría afirmar que ya está adentrándose en su séptima década de vida, pues el próximo 5 de octubre arribará a su cumpleaños 71.

Con una trayectoria de mérito luciendo kimono, bien poco se ha publicado de su quehacer al respecto. También acumula lauros en la preparación de numerosos alumnos, amantes de esa disciplina.

Froilán Hernández es un gran conversador. No obstante ser fiel seguidor de los Cocodrilos de Matanzas, prefiere hablar con entusiasmo del deporte que lo apasiona: el karate. 

—Cuéntenos de sus inicios en esas artes.

—Fue a través de la Sociedad Dínamo Capitán San Luis. Mi vínculo con el Minint propició ese acercamiento. Como miembro activo de esta institución asumí diversas tareas que posibilitaron mi gradual ascenso militar; a la par, elevaba mi nivel técnico y profesional en la práctica de las artes marciales (AM), esfera en la que también obtenía grados superiores, en Defensa Personal (DP), Primera Categoría. Con posterioridad, en el estilo Karate-Do conquisté el sexto dan de jyoshinmon shorin ryu.

—¿Siempre se sintió atraído por las AM?

—Nunca pensé practicarlas, puesto que mi deporte favorito era el levantamiento de pesas, cuyo equipo provincial integraba. Recuerdo que al encontrarme practicando para una copa Cuba, en 1978, me visitó un gran amigo: Francisco David Ramírez Betancourt (Panchito), quien me dijo que hacía falta que fuera con él a un lugar, situado en el puerto de Matanzas, donde radicaba en ese momento Emigración y Capitanía del Puerto. Al llegar allí me percaté de la presencia de muchas personas, entre jóvenes y adultos. Le pregunté a Panchito qué era ese lugar y me respondió: ‘la Dínamo Capitán San Luis, del Minint’. Me presenté ante el capitán Lázaro Nilo Pons Sánchez, jefe del lugar. Mi amigo se dirigió a él y le comunicó: ‘esta es la persona de quién te hablé’. 

“Me preguntaron si tenía interés en pertenecer a la Dínamo, para practicar karate. Les dije que sí. Llené unos cuantos documentos. En aquel entonces para pertenecer a esa institución debías tener el aval de un miembro del Minint o de las FAR.

“Al cabo de unas semanas conformé mi expediente y fui aceptado, después de ser avalado por el capitán Arturo Macías. Así inicié mis prácticas en el grupo del Sensei (maestro séptimo dan) Panchito, el 2 de septiembre de 1978. Continúo siendo alumno de él. Soy el único  fundador que se mantiene activo.

“Constituíamos un grupo de 57 y comenzamos las prácticas en los bajos de la pizarra del estadio Victoria de Girón. Al cabo de un mes pasamos al dojo que se encontraba en el antiguo Teatro Principal, situado en la calle Manzano, entre Jovellanos y Ayuntamiento. Después de esa etapa pasamos a entrenar en la sede principal de la Dínamo, en el ya mencionado puerto de Matanzas”.

—¿Usted asumió alguna responsabilidad en esa primera etapa? 

—Sí, debido a que el maestro Francisco David tuvo que partir hacia México a realizar su trabajo profesional como ingeniero industrial, se decidió en el colectivo que yo me quedara al frente de la escuela. Cuando Panchito regresó de su misión, el grupo mantenía su disciplina y capacidad técnica en la práctica deportiva y, al año siguiente (1979), se me orientó por la dirección de la Dínamo que debía formar una nueva agrupación para impartir clases de karate a niños y jóvenes.

“Tiempo más adelante me asignan la tarea de adiestrar a oficiales del Minint”.

Añadió el entrevistado que durante el 1980 entrenó adultos en DP, y en 1983, a otros miembros del Minint.

En esa época sirvió de sede la Academia de Boxeo situada en el barrio de Pueblo Nuevo. También recibieron clases de Froilán militantes del Partido y de la Juventud, pertenecientes a las empresas Rayonitro y Tenería.

Además, entrenó a integrantes del Regimiento de Prevención de las FAR. Los resultados evidenciaron el interés del maestro y de los alumnos-combatientes, quienes demostraron lo aprendido en su labor preventiva.

Habló de ello con un amplio grupo de compañeras de la entonces Escuela Formadora de Círculos Infantiles, donde estudiaban alrededor de 500 muchachas. De las 78 que comenzaron, resultaron finalistas 23 y la mayoría alcanzó cinturones de diversos colores: lila, verde y marrón, con lo cual quedó demostrada la efectividad de la enseñanza recibida. Ello aconteció en 1983, precisa Froilán, siempre meticuloso en cuanto a fechas.

Un orgullo para este incansable entrenador es el hecho de que un alumno suyo mereciera, por parte del maestro Ramiro Chirino Suárez, la categoría de Cinturón Marrón Primer Kyu.

—¿Ha participado en algún certamen oficial?

«En 1985 se realizó en Cuba el Primer Campeonato Escolar de Karate-Do, en el anfiteatro de Tarará. Participaron las 15 provincias del país, y logramos el segundo lugar.

“Ese mismo año se reestructuró el equipo nacional y recibí la encomienda de preparar al de Matanzas, en la Escuela del Minint. Lo integramos José Luis Díaz Socorro (preparador físico y entrenador de Judo de la Dínamo) y yo. De ocho compañeros que llevamos, seis quedaron como integrantes de la preselección nacional de karate.

“En tanto, continué mi autopreparación bajo la orientación del maestro Francisco David. Sería en 1988 cuando formalmente me uní al Minint, en la Brigada Especial, donde tenía la responsabilidad de impartir clases de DP.

“Precisamente, de esa especialidad de las artes marciales pasé un curso nacional, en 1992. Me gradué con resultados satisfactorios y fui seleccionado por todo el claustro para ser Sempai (monitor) de la Compañía de Instructores de DP”.

Añadió el entrevistado que de regreso a Matanzas lo nombraron vicepresidente de la Comisión Técnico-Metodológica de DP en la provincia.

En años posteriores, Froilán cumpliría arduas tareas en la preparación de distintos grupos etarios y de diferentes perfiles ocupacionales, incluido, por supuesto, el militar. Ejemplo: en 1994 se le vio en un curso de DP impartido por el soke y creador del estilo jyoshinmon soryu ryu, Hoshu Ikeda, en el cual obtuvo excelentes resultados. 

Además, impartió clases a un grupo de adultos, en la escuela Zamora Quero. Asumió esa encomienda porque, según explica, el colectivo que él entrenaba en el edificio 13 Plantas tenía suficientes conocimientos sobre la técnica de karate, en tanto, estos otros nuevos practicantes carecían de ellos. 

El empeño y la disciplina de profesor y alumnos condujo a que todos conquistaron cintas en marrón, negro y verde, por su demostrado dominio técnico. 

“Sin una correcta base no se pueden lograr buenos resultados. Esta la integran la disciplina y la consagración al arte marcial, conjuntamente con su esencia: posiciones, giros, desplazamientos, golpes y bloqueos, con manos y pies. Si no se posee todo lo antes expresado no se podrá aspirar a ser un buen artista marcial.

“En el 2003 nos preparamos para el Primer Examen Federado, al que fuimos convocados todos los cuarto y quinto dan del país. De nuestra provincia asistimos 11 compañeros, y obtuvimos los resultados deseados, lo cual propició conquistar el mencionado Grado Federado. En ese examen al profesor Francisco David Ramírez Betancourt se le otorgó el sexto dan, además de un diploma con ese mismo grado del estilo.

«En tanto, nosotros, sus discípulos, conquistamos el quinto dan Federado y el grado por el estilo».

Agregó que en el transcurso del tiempo recibieron clases de kobudo, con el maestro y octavo dan Frederic Mejías, en la línea de una de las escuelas más importantes de Okinawa. Ello aconteció en 2017. 

“Ese mismo año conquisté el sexto dan de jyoshinmon shorin ryu, en el estilo karate-do”, respondió Froilán con su habitual hablar pausado y humildad característica.

“El 19 de diciembre del 2019 nos homologaron el sexto dan del estilo jyoshinmon Raúl Rizo shori ryu. 

“En julio de 2021 me comunicó Jorge Luis León Marrero, séptimo  dan, nuestro presidente de la Jyoshinmon en la provincia, conjuntamente con el maestro Panchito, séptimo dan, que yo había sido designado —a través de la Comisión Nacional— para ocupar el cargo de representante del Sistema Fukogo Sento Karate Kobudo International, en la provincia”.

A tenor de ello, Froilán Hernández Pedroso recibió el diploma que lo acredita como tal.

—¿Cómo caracteriza a un artista marcial?

—Para un artista marcial lo primero es ser disciplinado, respetuoso, modesto, no obstante los conocimientos que posea. El artista marcial educa con fervor, crea valores éticos y morales, debe ser ejemplo ante la sociedad. 

No menos importante: ya el entrevistado ostenta la categoría de Maestro sexto dan. Más allá de su innata humildad, su rostro refleja inmensa alegría. (Por: Fernando Valdés Fré / Foto: Ramón Pacheco)

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