El turismo como auténtico logro de la Revolución cubana

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Cuando se analiza el desarrollo del turismo cubano hay que  admitir cuánto ese ascenso se debe a su concepción como sector estratégico, casi desde el mismo triunfo revolucionario de enero de 1959, y cuánto también ese progreso se debe a Fidel Castro Ruz.

Bastaría solo con hurgar en varios de sus discursos para apreciar cómo entendió la gestión de la actividad turística.

 “No es vanidad, no tenemos muchas, pero sí muy buenas cosas, y más importantes que todas esas bellezas naturales,  es nuestro pueblo… Tenemos el propósito de desarrollar el turismo tanto como sea posible sobre esta base: buen servicio y precio justo, sobre todo precio justo…”, afirmó Fidel en octubre de 1959, al dejar inaugurada en La Habana la Convención de la Asociación de Agentes de Viajes de los Estados Unidos.

La Ciénaga de Zapata primero, y luego el avance indetenible de Varadero, principal balneario cubano, constituyen ejemplos tácitos de ese pensamiento convertido en elocuente realidad.

Un paso trascendental en su visión preclara del turismo se dio el 10 de mayo de 1990, con el inicio de las operaciones del hotel Sol Palmeras,  fruto de la primera empresa mixta creada en Cuba en asociación con el grupo hotelero español Sol Meliá.

No se puede negar que Fidel legó ideas, conceptos que deberían convertirse en consulta obligada para los empleados y empleadores de la industria cubana del ocio.

Según varios entendidos hay en sus discursos una suerte de clase de cómo conseguir calidad, eficiencia y hacer muy rentable el turismo, visto por él, no como la mera prestación de los servicios, sino como un modelo de desarrollo para el país, tanto para propiciar el encadenamiento productivo del que hoy se habla, como para mejorar los ingresos y la calidad de vida de la gente.

El turismo ha creado una demanda que ha contribuido a la reanimación de otros sectores de la economía de Matanzas, la provincia de mayor aportes de ingresos turísticos a la nación.

Si en un documento se resume el desafío de este sector es precisamente en el Plan de Desarrollo Económico y Social de cara al 2030. Cumplir con los retos allí planteados será la mejor manera de convertir al turismo en el motor de desarrollo soñado por Fidel.

Ese pensamiento que el Líder Histórico legó está aquí, en Matanzas. Defenderlo más, perfeccionarlo y hacerlo muy competitivo, es reto del turismo, y de sus hacedores.

Porque no es formalidad ni halago de ocasión. Lo que el turismo significa aquí, es auténtico fruto de la Revolución cubana.