La bandera de Supertanqueros

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Cinco meses después de iniciada la recuperación en la Base de Supertanqueros se acentúan los signos de avances donde en siete días el fuego quemó tanto que el olvido será imposible.

Dos fotos de aquel fatídico agosto del año 2022 marcan el ayer y el hoy. Las conserva como teso­ros el ingeniero en Geodesia y Cartografía, Liber Sams Toledo, jefe del Área de Inversiones. En una imagen el asta de la bandera, rendida por las lla­mas, tocó el suelo. En la otra, ya derecha, como una palma, la enseña nacional ondea.

Sams no esconde el orgullo al decirlo. Cuando el 15 de agosto comenzaron las labores de recupe­ración, algo estaba claro. El mástil sería lo prime­ro por restituir y así lo hicieron. “Nos reunimos en un acto y vimos izar la bandera, que el día del incendio ya había sido bajada… Fue un mensaje de soberanía, de resistencia, de patriotismo”.

Con ese mismo aliento, la transformación mar­cha. Luce un concepto de integralidad sobresalien­te por la limpieza, pintura y nuevas señaléticas, palpables desde la entrada misma de la llamada zona industrial hasta más allá de la división de la Comercializadora de Combustibles en Matanzas.

El programa de inversiones, explica Sams, lo componen, entre otras obras, el completamiento de interconexiones con los muelles, la construc­ción de los cuatro tanques, del laboratorio de en­sayos, así como también el redimensionamiento del sistema eléctrico y la rehabilitación de los ta­lleres de mantenimiento.

Algo que distingue el restablecimiento de operaciones en la Base de Supertanqueros es la pluralidad de las fuerzas. Nadie ignoraría allí a los muchachos de Emelio León Barroso, Papito, director del Centro de Contingencia de la Emcor, empresa encargada de la construcción, repara­ción y mantenimiento de depósitos de combusti­bles, ductos y otros imprescindibles servicios.

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Después de participar en la restitución de dos líneas principales para dar vitalidad a algunas áreas con el muelle se afanan en la de ocho pulga­das, unos 500 metros de tuberías para conectar an­tes del jueves de esta semana, precisa Papito, mien­tras da unas palmaditas en el hombro del soldador Lázaro Ezequiel, a quien llama cuarto palo.

Ezequiel, de Santa Cruz, es una suerte de uti­lity, versátil y muy competente. Con él y otros garantizan la calidad en cada punto de soldadu­ra, verificado luego con modernos equipos de ul­trasonido.

Hacerlo bien desde la primera vez anima la cotidianidad del conocido como el Tren de la Unión Cupet, desafiado siempre por situaciones difíciles. Para Ezequiel, el derrame de Cienfue­gos fue una experiencia dura “pero qué va, Su­pertanqueros es el reto más grande. No quiero otro así”, concuerda Papito, y quita de un tirón el sudor de su frente.

Son las dos de la tarde del jueves 19 de enero. A pesar del castigo del sol el ambiente de trabajo no se detiene. El astro es nuestro compañero, son­ríe Ezequiel y fija la varilla en el tubo, en señal de “déjame seguir que hay mucho aún por hacer”.

Un ajetreo similar al de la tropa de Papito se vive un poco más arriba de la posición ocupada por ellos, justo en la zona que acogerá el primero de los cuatros tanques de 50 mil metros cúbicos perdidos con el siniestro del 5 al 12 de agosto. En un plazo de cuatro años deben quedar listos todos los depósitos, con los cuales se recobraría la capacidad anterior de 200 mil metros cúbicos, anuncia Sams.

Según el jefe del Área de Inversiones, en la búsqueda de mayor seguridad de los nuevos tan­ques se tuvieron en cuenta experiencias interna­cionales y estudios de riesgo de posibles escena­rios como un incendio o derrame de combustible, reflejo, acota, del rigor de los análisis y del aporte fundamental de profesionales de la Empresa de Ingeniería y Proyectos del Petróleo.

Sahilys Torrientes, secretaria general del buró sindical, se refiere con encomio a cómo los movi­mientos emulativos-productivos allí implementa­dos animan y premian a los hombres y mujeres en­cargados de borrar las huellas físicas dejadas por el siniestro, “porque las sentimentales no se irán”.

La ingeniera química y especialista en seguri­dad industrial, el 15 de febrero defenderá su tesis de maestría convencida de cuánto un hecho trági­co como el de la Base de Supertanqueros volvió a evidenciar el alma buena de un país, también he­rido en el 2022 por los sucesos del hotel Saratoga y de los estragos del huracán Ian.

“En Matanzas, La Habana y Pinar del Río la solidaridad nos salvó y hoy, en plena recupe­ración, sigue ondeando como bandera. Eso es lo importante”, resume Sahilys.