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Inclusión, un reto para las escuelas matanceras

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Inclusión, un reto para las escuelas matanceras

La enseñanza general en Cuba acoge a niños con necesidades educativas especiales. La inclusión se perfila como reto para las escuelas.

A los dos años el niño tenía un vocabulario muy reducido, y luego también. En ese momento lo llevamos a todos los lugares donde era posible estudiar si se trataba de autismo, pero entonces la visión que había sobre ese tema en Cuba era muy reducida. El diagnóstico le llegó con 12 años.

Transitamos la primaria buscando otras causas, y al final nunca se pudo enfocar como autismo el tratamiento que se le daba en la escuela que, al menos en mi caso, no estaba preparada para lidiar con niños así, porque hay un desconocimiento casi generalizado de este trastorno y de cómo tratarlo. 

Con mi hijo, como con tantos otros, la diferencia la hizo una maestra de primer grado que se tomó el reto personal de enseñarlo a leer y a escribir, y le dedicó todo el tiempo. Ella hizo, por su instinto, su experiencia, los ajustes posibles para lograr que él aprendiera. Nunca fue algo orientado, con una metodología específica dirigida por la institución. 

Así fue durante la primaria, mejores o peores maestros que hicieron más o menos por él, en dependencia de sus propios conocimientos y limitaciones. Incluso, lo trataron por el Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO), pero se le dio de alta, porque no sabían ni podían explicar la causa por la que no aprendía.   

En la secundaria, ni siquiera ha tenido la posibilidad de que alguien intente algo diferente con él, en gran medida por la carencia de maestros. Como les ha sucedido a muchos niños como el mío, los padres hemos tenido que enseñarlos en la casa.

*Madre de un niño autista de Matanzas, que prefirió el anonimato.

ORIENTAR, UN ESCALÓN IMPRESCINDIBLE

El hecho de que su niño o niña conviva con un Trastorno del Espectro Autista (TEA), una discapacidad intelectual (DI) o cualquier otra necesidad educativa especial que demande una atención especializada y personalizada, resulta una situación muy difícil para los padres. 

Justo en ese momento es casi imposible contener las dudas, la incertidumbre o la certeza de que se avecina un camino largo, con muchas pruebas por delante, en el que se precisa de múltiples recursos y empatía para prepararlos para la vida. 

El miedo al rechazo, a los estereotipos, a las etiquetas, y la preocupación por cómo afrontar esta nueva etapa donde lo que aprendan será vital para su futuro desarrollo e inserción en la sociedad, constituyen siempre motivo de preocupación para las familias. 

Todos los centros no cuentan con el personal capacitado para desarrollar las habilidades de los niños que necesitan otros recursos de apoyo.
Todos los centros no cuentan con el personal capacitado para desarrollar las habilidades de los niños que necesitan otros recursos de apoyo.

La mayoría de las veces, cuando no existe un diagnóstico clínico previo, quien primero brinda asesoría tanto a docentes como a las familias es el CDO, cuya función es la de guiar y orientar. Ello implica un proceso largo en el que se identifica a los niños con necesidades educativas especiales, desde el Programa Educa a tu Hijo hasta el Preuniversitario. 

“Se les atiende sistemáticamente por años, se remiten a clínicos, se les aplican pruebas y, de no evolucionar, entonces es cuando el CDO realiza el diagnóstico psicopedagógico, con los argumentos del especialista que lo atendió en esa primera etapa, que debe ser entre seis y siete años, la edad perfecta para evaluarlos”, explica Ivón Echemendía Mollineda, directora de esta institución.

Para ello el centro dispone de dos equipos de trabajo con seis especialistas cada uno, que incluyen psicopedagogos, psicólogos, logopedas, pedagogos, psicometristas y trabajadora social. 

“Tenemos dos vías de atención, la directa y la indirecta. La primera es la que aplicamos con aquellos niños que seguimos desde el círculo infantil, para los que diseñamos una estrategia con acciones específicas, siempre comprobándolos y con el consentimiento de la familia. 

“El que ya tiene un diagnóstico se atiende por vía indirecta, y aunque contribuimos en las capacitaciones, la escuela especial es la encargada de atenderlos. La Comisión de Apoyo al Diagnóstico debe de llevarles los programas de cada grado por donde va a trabajar el alumno, de apoyarlos y prepararlos, y de hacer un ajuste curricular razonable para el niño”, señala Echemendía Mollineda. 

Entre las patologías que atienden con más frecuencia, se encuentra la DI, el TEA, la discapacidad auditiva, la físico motora, los trastornos de la conducta y dificultades en el aprendizaje. 

Hay quienes resuelven con una fisioterapia, con tratamientos especializados, con orientaciones que se les brinda a la familia y a los docentes, con la estrategia de atención educativa, sin llegar a la evaluación psicopedagógica. 

“En algunos casos, el contexto regular suele ser muy favorecedor, pero en otros tienen un funcionamiento muy bajo y resulta difícil para el docente su atención, porque requieren tiempo y otras condiciones diseñadas por el Ministerio de Educación. Por ejemplo, cuando tienen un niño en condición de inclusión, el grupo de clase no debe superar los 20 estudiantes y han de contar con una auxiliar pedagógica que acompañe a ese maestro. 

“No todas las escuelas tienen esa disponibilidad; tampoco todos los estudiantes están con el maestro más sensible, más comprometido; sin mencionar los centros que no tienen especialistas. En la enseñanza especial sí están: el psicopedagogo, el logopeda, maestros que estudiaron Educación Especial; aunque el plan de estudio de la Universidad para los nuevos que se forman tiene pinceladas de los diferentes diagnósticos con los que se pueden encontrar en la enseñanza primaria”, añade Echemendía Mollineda. 

***

El tránsito del niño por la primaria y por la escuela especial fue muy difícil, porque siento que nadie tenía interés en él. En la primaria al principio fue atendido, además de por la maestra, por una psicopedagoga y una logopeda. Cuando ellas no estuvieron, empezaron los problemas.

Lo llevaba y a la media hora me llamaban porque no había aguantado más, así todos los días. No hubo después de eso un maestro que se preocupara. Tampoco una tarea para la casa, ni siquiera cuando las pedí.

Creo que hay falta de preparación para tratar a estos niños. A veces me da la impresión de que piensan que no aprenden nada, que son una caja vacía. Se les da una hojita para dibujar y ya, se les dedican cinco minutos y listo. 

De mi experiencia puedo decir que existe una inestabilidad muy grande en el proceso educativo. En algunos momentos hubo personas con interés, pero luego no estaban y nunca se lograba la sistematicidad. Lo poco que el niño sabe lo ha aprendido en la casa.

Si como madre y con ninguna preparación he logrado que conozca, por ejemplo, las vocales, las figuras geométricas, los colores, algunas palabras en inglés, los números, los múltiplos de 10; pienso que si hubiera más interés a nivel institucional se lograría más. Con más capacitación, con más amor, sensibilidad y deseos de trabajar. 

Hoy está vinculado al proyecto “Grandes Ilusiones”, al que asisten adolescentes con diferentes diagnósticos. Allí se trabaja con ellos mediante talleres de danza, música, computación, jardinería, entre otros. De esta forma, participan en las actividades de la ciudad ya sean culturales, deportivas, porque la intención es incluirlos en la sociedad como parte de ella que son.

*Elisa, madre de un niño autista de Cárdenas.

¿EDUCACIÓN INCLUSIVA?

A partir del 2014 comienza en nuestro país el Tercer Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación (SNE). La nueva concepción curricular aboga por la integralidad como elemento transversal, pues alude al ser humano en todas sus dimensiones de realización personal y social. De igual modo, reconoce el derecho a recibir una educación de calidad, en cualquier contexto, sin circunscribirse a las escuelas especiales, que se convierten en centros de recursos y apoyo para todos los niños con necesidades educativas especiales.

Según explicó a Girón Norys Garrido Mella, jefa provincial de Educación Especial, la asistencia a las escuelas de educación especial no es obligatoria. Por ello, hoy la atención se redimensiona a los niveles educativos donde asisten estudiantes con necesidades educativas especiales, siendo la educación primaria la que concentra la mayor cantidad de alumnos de este tipo, asociados o no a un diagnóstico.

“En estos casos que incluyen niños con diferentes niveles de DI o con determinadas limitaciones físicas o sensoriales, se les adecúa un programa de estudios para su tránsito por la enseñanza general. En ese sentido, desde el proyecto educativo institucional se establece que lo que los niños normalmente hacen en seis cursos, el niño con DI lo haga en nueve, a partir de adaptaciones curriculares y una temporalización de los contenidos.

“Los niños con discapacidades físicas tienen la posibilidad de transitar al nivel secundario y el resto de los niveles educativos normalmente, no así los que presentan una DI, que luego de este tránsito pueden continuar en las escuelas de oficio para su inserción en la sociedad, que es el objetivo final de todo el proceso”, subrayó Garrido Mella.

Redacción Periódico Girón

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