Cada día los galenos cubanos, desde los rincones más recónditos del mundo, forjan páginas gloriosas de solidaridad y altruismo.

El doctor Wilmer Echevarría Quintero, es oriundo de la comunidad de Peralta, perteneciente al Consejo Popular Torriente. Sin embargo, hoy miles de kilómetros lo separan de sus seres queridos. Desde el pasado mes de febrero partió una vez más de misión internacionalista al Reino de Esuatini, una pequeña monarquía al sur de África.

“Me desempeño en la atención a personas con enfermedades crónicas no transmisibles en una clínica de Mbabane, capital del Reino de Esuatini. En este corto tiempo de misión he podido tener experiencias muy gratas, desde el control de pacientes descompensados, hasta el agradecimiento de las personas más humildes de este lugar”.

Y es que partir de la misión internacionalista siempre resulta difícil para un galeno, más hoy cuando la pandemia del coronavirus asecha, la vida en el planeta.

“Ha sido muy difícil apartarme de mi familia, porque en el mes de febrero justamente estaba enfrentando el país una nueva ola de contagios, y al estar lejos de ellos siempre me preocupo aunque me mantengo en contacto. Les explico la importancia del uso del nasobuco y las medidas para evitar el contagio con esta dura enfermedad”.

Para Wilmer, adaptarse a un nuevo sistema de trabajo también resulta un reto.

“Ha sido difícil enfrentarme a nuevas normas de bioseguridad y además con protocolos de tratamiento distintos a los nuestros; un idioma y costumbres diferentes por completo. La labor del sistema de Salud de este país es muy diferente al de Cuba, porque los pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles son tratados por enfermeras. Es la primera vez que son atendidos y seguidos por un médico en estas clínicas”.

Esta es la tercera misión internacionalista para el doctor Wilmer. Antes estuvo en Venezuela y luego en Brasil. En las tres ocasiones ha contado con el apoyo de su compañera en la profesión y la vida, la doctora Aymara Rodríguez Sotolongo.

“Cada vez que he salido de misión le he hecho acompañado de mi esposa, con quien comparto los mismos sueños. Desde la distancia también tenemos las mismas preocupaciones con nuestra familia, y en esta ocasión más, debido a la terrible enfermedad que nos asecha. Pero sin dudas, la compañía de ella es un gran apoyo en estos momentos tan difíciles lejos del hogar”.

Las vivencias de la doctora Aymara

La doctora Aymara Rodríguez Sotolongo es muy apegada a su familia. Sin embargo hoy, a miles de kilómetros de distancia, se desempeña en la atención a pacientes con enfermedades crónicas descompensadas en una clínica del Reino de Esuatini (país al sur de África).

Para esta joven galena ha sido muy difícil alejarse de su hogar y de las personas queridas en plena pandemia de la Covid 19.

“Realmente alejarse de la familia en plena pandemia de la Covid-19 ha sido muy difícil, porque en estos momentos vivimos en todo el planeta una complicada situación epidemiológica y es muy alto el riesgo. Pero desde la distancia vivo pendiente de todos en la Isla, dando orientaciones del uso doble del nasobuco y del aislamiento social, tan importante para evitar el contagio.

“Enfrentarme a un nuevo sistema de trabajo ha sido complicado, primero porque en el Reino de Esuatini se habla inglés y un dialecto -el suazi- . He tenido que aprender a comunicarme con los pacientes en los dos idiomas, incluso con lenguaje corporal. Es la primera vez en la historia de la colaboración médica de Cuba en Esuatini, que hay médicos en las clínicas, y es la primera vez que un médico atiende a los pacientes con enfermedades crónicas. Anteriormente estos padecimientos eran atendidos por el personal de enfermería”.

A Aymara y Wilmer los une la profesión y también la vida. Juntos han cumplido dos misiones médicas en Venezuela y Brasil. Ahora, desde el Reino de Esuatini, vuelven a apostar por la calidad en el tratamiento a sus pacientes.

“Contar en estas tres misiones con mi esposo ha sido un gran apoyo. Compartimos y debatimos nuestros casos en conjunto, nos apoyamos el uno al otro espiritual y físicamente, porque estar lejos de la familia en estos momentos de pandemia resulta bien duro. Pero bueno, entre dos tocamos a menos”, bromea la joven doctora.

Desde febrero pasado llegó la doctora Aymara a una clínica en Mbabane, capital de Esuatini. A pesar del corto tiempo, ya reconoce cuánto le ha aportado esta tarea a su profesión.

“Aunque llevo poco tiempo me ha aportado mucho. Primero, porque pude desarrollar mis habilidades en un idioma extranjero. Segundo, porque África tiene enfermedades que no son frecuentes en Cuba, y te obliga a mantenerte estudiando y al tanto de los nuevos tratamientos y protocolos para cada enfermedad. En tercer lugar, porque no hay mejor experiencia que brindar nuestra ayuda a las personas más necesitadas”.

Una vez más, dos galenos jagüeyenses enarbolan las banderas de la colaboración y la dignidad. Esta vez desde un país tan lejano como el Reino de Esuatini. Desde ese pedacito de África también los médicos cubanos ganan batallas por la vida.

*Radio Victoria de Girón