Desde pequeña el amor por la ciencia caracterizó el quehacer de María de Lourdes Villalonga Santana. Su paso por el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Carlos Marx, la Universidad de La Habana y más adelante el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, consolidaron la formación profesional de esta matancera.
“Mi hermano tuvo una gran influencia sobre mí, desde pequeños jugábamos a desarmar las piezas de radio y televisión. En mi paso por la Vocacional, las prácticas en el laboratorio también ayudaron a especializarme en la asignatura de química, que estudié posteriormente en la Universidad de La Habana.
«A solicitud del Laboratorio de Biotecnología realicé mis prácticas en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. Mi vida laboral comenzó precisamente allí, sobre todo por la experiencia que adquirí. Me he dedicado al área de la bioquímica, tanto es así que mi tesis de doctorado la realicé sobre la estabilización funcional de encimas con diferentes aplicaciones.”
La formación de valores en la Universidad y transmitir ese interés por la investigación en los estudiantes es fundamental si de socializar la ciencia se trata. ¿Cuánto representó obtener la Orden Carlos Juan Finlay, otorgada por el Consejo de Estado?
“A veces creo que no me lo merezco, pero es el reflejo de mi trabajo. Los resultados de la ciencia es importante socializarlos. Aunque las personas son las que reciben este reconocimiento, considero que es para la provincia.
«Me siento afortunada y bendecida, y por ello quiero seguir aportando al desarrollo del territorio. No se investiga para uno, tener títulos o reconocimientos, sino para aportar al país tu granito de arena.”
Malú, como cariñosamente le llaman sus amigos, dice sentirse comprometida con el desarrollo científico en el territorio, desde su desempeño como Jefa de Programas y Proyectos de la Delegación Provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
“Tengo mucha libertad total desde mi incorporación para implementar las políticas de ciencia que el Ministerio ha trazado. Agradezco todo el apoyo brindado por mis compañeros en este sentido.
«Ahora tengo otras funciones, que me apartan del laboratorio a tiempo completo, y considero que todavía debo hacer más por las investigaciones. Aunque hoy no esté en el laboratorio mi deber es aportar ideas y gestionar que las políticas avancen y repercutan no solo en el progreso de la provincia, sino también en el bienestar de las personas.»
Para Malú no existen las horas, dedica todo cuanto puede y más al trabajo, pero hoy su mayor entrega y desvelo es la familia, hijos y nietos, esos que la apoyaron por completo para convertirse en una mujer de ciencia.
«La familia es lo más importante. Mi reconocimiento es para ellos, que están a mi lado en momentos en los que he tenido que ausentarme por cuestiones de trabajo. Estoy orgullosa de mis hijos, ellos fueron siempre los grandes sacrificados y supieron comprender que es una labor de 24 horas todos los días de la semana.
«Los amigos son esa otra familia que la vida no te impone, y que te da la oportunidad de irla incrementando. Por ejemplo, mis antiguos compañeros de la Vocacional son personas que aunque están lejos, me brindan apoyo. Los amigos son aquellos que te ensalzan o te hacen una crítica, además de darte ideas. A todos les agradezco las muestras de cariño.» (ALH)