Eridania, una maestra de la enfermería

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Eridania, una maestra de la enfermería

“Yo fui brigadista Conrado Benítez. En la reunión grande que hizo Fidel, él preguntó: ¿y ahora qué tienen que hacer? A lo que todo el mundo contestó: ¡estudiar y trabajar! Entonces me decidí por enfermería, porque era una de las carreras que se ofertaban. Vi cómo las enfermeras trabajaban y ayudaban a los demás, y quise ser como ellas. Me convertí en la primera de mi familia”.

Así inició el andar de Eridania Sánchez entre cofias, inyecciones y vidas salvadas. Su constancia de superación y entrega, extendida por cerca de seis décadas, seguirá in crescendo mientras el tiempo lo permita.

Es difícil encontrar a algún cardenense que no conozca a esta longeva enfermera, y más raro aún es hallar a alguien que no le admire. Con sus ocho décadas de existencia recorre los pasillos y consultas del Centro de Atención al Paciente Diabético de la Ciudad Bandera, como si fuesen las habitaciones de su casa. Fue allí, entre los muros donde todavía se siente útil y activa, que nos compartió su historia. 

“Comencé a estudiar enfermería en el año 62, en el Hospital Militar Carlos J.  Finlay de La Habana. En aquel tiempo los alumnos eran un personal más, porque hubo mucha emigración y había que trabajar en las salas». 

“Me designaron para Pinar del Río. Cuando llegamos allí, a los siete enfermeros nos pasearon por el hospital, nos preguntaron dónde queríamos trabajar, y escogí la Sala de Pediatría. Primero, laboré con niños de hasta tres meses, luego con más grandecitos, hasta que fui elegida Jefa de Enfermeras del Hospital Provincial de esa provincia. Algunas veces cubrí como enfermera regional y de la provincia”.

Con la experiencia y el prestigio ganados en la zona más occidental de Cuba, regresó Eridania a Cárdenas, donde inicialmente asumió como Jefa de Enfermería del Hospital de la ciudad, hasta que se redescubrió entre las tizas y el borrador. “Cuando se creó la Escuela de Auxiliares de Enfermería, pasé a ser profesora de esa institución. De maestra me convertí en directora, pero siempre trabajaba en la docencia. Hay muchas enfermeras hoy a las que les di clases”.

En su voz se percibe la emoción tras cada palabra relacionada con esta profesión, a la que ha entregado 59 años de su vida. “Soy licenciada. Estudié Enfermería General, después de Terreno (esa que trabaja en los hogares), también en Administración de Salud, hice varios cursos de Higiene y Epidemiología –comenta satisfecha–. Me gusta mucho la parte asistencial, sobre todo, hospitalaria”.

Pero el Hospital Territorial cardenense Julio Aristegui Villamil le queda lejos, según refiere. Por eso prefiere desempeñarse en el Centro de Atención al Paciente Diabético, donde confiesa sentirse muy bien. 

“La función aquí no es solamente curar, sino también promover la salud y prevenir. Para mí es una gran satisfacción ver cómo los pacientes aplican lo que uno les enseña, cómo pueden rehabilitarse y llevar una vida normal, aunque estén enfermos».

Eridania, una maestra de la enfermería

“A una enfermera la debe caracterizar el trato al paciente, el cumplimiento de sus actividades y ver a quien atiende no como una persona más, sino como un familiar”.

Hace apenas unos días, la dedicada trabajadora fue premiada con la “Cofia de Oro”, un reconocimiento a su trayectoria en el sector de la Salud. “Me sentí muy feliz, porque entonces comprendí que estudiar no fue en vano, que lo hice para mejorar la salud de las personas. Eso significa que debo seguir trabajando y enseñarle a los pacientes lo que es la promoción de salud, para que en mi país haya menos enfermedades infecto-contagiosas”.

Incansable se siente a pesar de sus años, por eso no es de sorprender que ante la inevitable pregunta de la jubilación responda: “¿Eh? No. Eso será cuando me muera. Yo todavía soy útil, cumplo mis actividades como se las enseñé a mis alumnas, muchas vienen aquí a preguntarme cómo se hacen algunas tareas de la especialidad. Siempre estoy estudiando, leyendo y me gusta mucho la carrera. Nunca decidí hacer otra cosa.

“Pienso jubilarme cuando no pueda cumplir con mis actividades cabalmente, cuando me equivoque, o vea al paciente como una cosa y no como un ser humano igual que yo. Mientras Eridania puede atender bien al enfermo, realizar actividades de la profesión, educarlo en su promoción y para que sea una mejor persona (no solamente en su hogar, sino también en la sociedad), Eridania seguirá trabajando”.