Cuando la Patria atraviesa una difícil coyuntura, su grandeza nos inspira.

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Fidel conversa con Elián durante el acto de graduación de los pioneros de sexto de grado, de la Ciudad Bandera, correspondiente al curso 2004-2005.
 Cuando la Patria atraviesa una difícil coyuntura, su grandeza nos inspira. No creo que tengamos motivos para lamentar su ausencia, para decir, como algunos, ‘ay, si Fidel estuviera’; porque está y eso sí merece celebrarlo. Su legado nos inspira, nos convoca a seguir adelante y también a no defraudarlo.

 

 Confieso que me cuesta aceptar la muerte. Soy de los que prefieren conservar viva la imagen de las personas que ya se han ido; imaginarlas sonriendo, trabajando, conversando…Con Fidel me pasa igual. Desde su partida física, por más que he intentado escribirle algo no lo he logrado, porque para mí sigue estando ahí, junto a nosotros, como siempre.
 Sin embargo, un pedido editorial me insta a hacerlo e intento, pues, llenar unas líneas. Pienso, entonces, en la ocasión en que más cerca estuve de él. Sucedió en la ciudad de Cárdenas, en el parque José Antonio Echeverría, mientras participaba en la graduación de sexto grado de los pioneros de ese territorio; entre ellos, Elián González Brotons.
 Fue en el mes de julio de 2005, una de esas tardes veraniegas en que, por lo general, suele llover. Pero, hasta la naturaleza rendía culto a su presencia. Así que ese día corrió una fresca brisa que motivó al Comandante a compartirnos recuerdos a los niños, padres, maestros y demás asistentes.
 En ese momento todavía estaban recientes las imágenes de los territorios azotados por el huracán Denis. Pero, el líder solo transmitía confianza y optimismo. Decía que ningún organismo ciclónico, por muy fuerte que fuera, podría quebrantar la voluntad de lucha de todo un pueblo.
 Ahora, cuando el almanaque nos avisa que estamos a pocos días de su cumpleaños 95, siento el inmenso orgullo de haber coincidido en el tiempo con un hombre de su estatura; de haber crecido con su ejemplo. Siento el inmenso orgullo de ser cubana, porque mencionar a Cuba es decir Fidel; como mismo mencionar a Fidel es decir Cuba.
 Cuando la Patria atraviesa una difícil coyuntura, su grandeza nos inspira. No creo que tengamos motivos para lamentar su ausencia, para decir, como algunos, ‘ay, si Fidel estuviera’; porque está y eso sí merece celebrarlo. Su legado nos inspira, nos convoca a seguir adelante y también a no defraudarlo. El Comandante nos enseñó que gracias a nuestra calidad humana éramos invencibles y a resurgir con más fuerza, dignidad y decoro de los retos que nos imponía la vida. Por eso, disfrutamos tanto cada triunfo deportivo en Tokío; es como si cada medalla llevara impregnada su nombre, como si por los brazos y el corazón de nuestros atletas bombeara la misma fuerza y energía con que desafió al imperio.
 Ya casi termino y prácticamente no he dicho nada. No consigo reducir a tan poco espacio la gigante huella de Fidel. Creo que nadie lo conseguiría, pero al menos me sigue quedando el recuerdo de aquella tarde especial entre pioneros; sigo sintiéndome dichosa de formar parte de la generación que podrá hablar de él siempre en presente, que lo verá ahí en cada obra, en cada rincón de esta pequeña Isla, conversando con su pueblo, aplaudiendo sus logros, sonriendo. (Por: Miriam Velázquez)