Una luz que no se puede opacar

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La luz de este 15 de noviembre fue opacada solo por una jornada
invernal muy bien recibida después de un largo período de intenso
calor caribeño. Nuestras calles, caminos y guardarrayas fueron
testigos del ir y venir de alumnos a las aulas.

 

Sí hubo quienes vistieron de blanco, y pasaron por debajo de mi
balcón, desfilaron con ese atuendo mis vecinos médicos, enfermeras,
cocineros, panaderos y alumnos de diferentes enseñanzas, todos con sus
uniformes con ese color de esperanza, tranquilidad, paz y otros
calificativos que tienen que ver con la enseñanza de la Revolución.

 

También hubo piezas de color blanco tendidas en un balcón. Al pasar
fijé la vista, sin ninguna intención malsana, pero a la vecina no le
pareció y me dijo, oye no te imagines que están ahí por apoyo a esos,
hoy es mi día de franco y tengo que aprovechar para lavar. Mi
respuesta fue una sonrisa.

 

Desde mi casa se observa la escuela primaria Seguidores de Camilo y
Che, del reparto Armando Mestre, en Matanzas, una bella imagen que
transmite seguridad y esperanza. Los niños con atuendos invernales
camino a las aulas, el saludo a distancia, los protocolos sanitarios y
las nuevas lecciones.

 

Nada ni nadie pudo opacar esta alegría después de largo tiempo de
ausencia a clases presenciales. Esta es Cuba libre y soberana.