Comentan en el Periódico Girón sobre la distribución de culeros

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Semanas atrás, en grupos de Facebook, creados como espacios cooperativos para ayudar al sustento y al cuidado de los infantes, surgió un estado de opinión generalizado sobre las dificultades para obtener pañales en los establecimientos estatales.

Ante el desinterés o la poca funcionalidad de algunos mecanismos institucionales de atención a la población, se comunicaron con el periódico Girón para dar a conocer sus insatisfacciones. Con la intención de arrojar un poco de luz sobre la cuestión, un equipo de periodistas comenzó una investigación sobre la producción, distribución y comercialización de estos insumos de primera necesidad.

Desde hace años, el país ha hecho hincapié en la necesidad de generar políticas de acompañamiento a la maternidad. Con tal propósito, se han tomado medidas, desde entregar viviendas a familias con tres o más hijos, hasta crear productos comunicativos como la telenovela El rostro de los días, la de Mariana y el Hogar Materno, con un claro objetivo didáctico sobre esta temática.

No obstante, a consecuencia de factores económicos que todos conocemos, porque rigen nuestra cotidianidad, criar a un hijo en Cuba se ha vuelto un combate feroz contra las condiciones reales. Encontramos un ejemplo esclarecedor y a la misma vez triste en los avatares que padecen los padres para obtener culeros u otros productos higiénicos, como las toallitas húmedas.
 
“Las madres matanceras necesitamos culeros. Por favor, esto no es un lujo y además se trata de un producto hecho en Cuba, que no es para que falte. ¡Por Dios! Sin más, me sumo a la campaña, a ver en qué mes compramos culeros para nuestros bebés”, comentaba Lisbey Falcón, una usuaria que se unió a los reclamos.
 
PRODUCCIÓN CONTRA DEMANDA
En un encuentro sostenido con autoridades del Gobierno provincial, estos comentaban una y otra vez que la escasez de pañales se debe al incumplimiento de contratos por parte de los proveedores extranjeros de Cimex y Tiendas Caribe, como consecuencia del bloqueo. Sin embargo, su principal proveedor no está allende los mares, sino en nuestro propio territorio.
Según una nota publicada en la web del periódico Granma, en octubre de 2019 en la Zona de Desarrollo del Mariel comenzó a operar una fábrica de culeros perteneciente a la empresa vietnamita Thai Binh Global Investment. La planta contaba, en ese momento, con una capacidad de generación anual de 120 millones de culeros desechables.
Los pañales producidos en el Mariel se destinan a la venta a la población en moneda nacional, mientras que los importados se comercializan en los mercados en MLC. Las madres matanceras tienen mayor acceso a los primeros. El bloqueo afecta de manera considerable las finanzas del país y resulta un factor clave en la escasez de productos básicos. Sin embargo, no podemos usarlo de pretexto seguro ante la falta de información sobre un proceso económico.
Luego, en una reunión del equipo de periodistas con parte de la dirección de dichas instituciones, confirmaron: “Nos llega, en lo fundamental, el de producción nacional. En el año 2021 se han recibido importados, pero no muchos. Por cada cuatro o cinco envíos de producción nacional, arriba un poquito del otro”, argumenta Carlos Abel Quintana, jefe del Departamento Comercial de Tiendas Caribe División Matanzas.
En tiempos normales, según nos comenta Quintana González, a las corporaciones les entregaban un financiamiento anual que ellos, más tarde, desglosaban en los diferentes productos a adquirir según sus estudios de mercado y planes de venta.
“Nada funciona como en tiempos normales. Actualmente la demanda no es de nosotros hacia la empresa, sino que es ella la que nos envía en dependencia de las posibilidades”, agrega.
“Hay negociaciones por parte de nuestra corporación nacional para saber cuánto le toca a cada provincia. Nosotros no hemos cubierto esa necesidad. Asimismo, ante la carencia, la gente empieza a acaparar y sube la demanda. Entonces, uno piensa que con dos contenedores cubrimos Matanzas y no es así”, explica Orestes Joyas González, director adjunto de Cimex Matanzas.
Ambas sucursales reconocen que no existe la oferta para suplir la cantidad de culeros que solicita la población; mas, se prioriza junto a otros artículos imprescindibles. Cuando hay poco entre muchos, surgen todo tipo de situaciones, algunas bochornosas y tristes, porque cada cual quiere resolver su problema inmediato. Por ello cobra una importancia fundamental la distribución equitativa y controlada.
👉LO POCO ENTRE MUCHOS
Desde la oficina Comercial de Tiendas Caribe en la cabecera provincial, Quintana Gónzalez afirma que todo el culero que se saca hoy en las tiendas se vende y lo hace con la certeza de que no son tiempos comunes en los que abundaban en las unidades de venta, sino que la extendida escasez, además de limitar la adquisición de cualquier producto, genera ansiedad en la población y, por consiguiente, fortalece la tendencia al acaparamiento.
Lo saben las madres que a principios de año dejaron huella de su malestar y su frustración con la ineficiente distribución y control en la venta de los culeros desechables en la cabecera provincial. Esta situación evidencia otra de las cuestiones medulares sobre el asunto: la disponibilidad y la demanda real, no la planificada para cumplir un plan de ventas, aspectos que en estos tiempos transitan por caminos bien distantes.
Desde el Gobierno local han sido varias las estrategias encaminadas a organizar de manera más equitativa esta distribución, una tarea fallida a juzgar por las numerosas insatisfacciones de la población.
Yirenia Zulueta La Guardia, funcionaria del Gobierno provincial, expone que no es este el tema más problemático que han enfrentado. Lo afirma solo unas horas después de la explosión de comentarios que motivaron, en gran medida, este reportaje. Sin demeritar el asunto, pero con sobrada confianza, explica el sofisticado organigrama para su distribución, punto de partida y de donde se extiende la complejidad de adquirir hoy los aclamados culeros.
“Tenemos un Consejo de Distribución que funciona todos los viernes a las 10:00 a.m., y los primeros viernes del mes se hace por videoconferencia con los municipios. Ahí nos retroalimentamos de todo lo que está sucediendo al respecto. Nosotros no atendemos solo la distribución de los culeros, sino de todos los artículos».
“En este encuentro participan todos los organismos proveedores, incluyendo las tiendas Cimex y Caribe. Además, tenemos un grupo que sesiona martes y jueves donde despachamos de manera puntual los estados de opinión que puedan surgir”, recalca.
A partir de este Consejo se les comunica a los delegados de cada circunscripción, así como a los organismos que colaboran en la organización de las colas, acerca de la mercancía en existencia, para garantizar que la información llegue a las madres con niños menores de cinco años y a las embarazadas.
Ni así se logra un orden que permita extender la ya de por sí baja oferta a la mayor cantidad de zonas y territorios. La prioridad otorgada a Matanzas y Cárdenas, por su amplia población, limita las opciones de Kirenia Hernández y Yasnielys Díaz Alfonso, en Pedro Betancourt y Limonar respectivamente, municipios a los que no llegan con frecuencia los culeros.
En más de una ocasión, son las madres con niños pequeños o sus familiares quienes tienen que desplazarse para comprarlos o pagar casi el triple de su valor a los revendedores.
“Cuando se hace la distribución en el municipio de Matanzas, se prioriza que en cada zona haya representación del producto. Se potencian los puntos cercanos al Centro Médico, al materno, o sea, se incrementa su cantidad y la venta se hace en coordinación con el Gobierno”, explica Guillermo Santana Suárez, gerente de la UEB Cimex Matanzas.
Quintana Gónzalez afirma que, si bien se anteponen los municipios antes mencionados, siempre se trata de enviar al resto. En esos casos, los múltiples comentarios recibidos en relación a la baja o nula disponibilidad al interior de los territorios y áreas más distantes, dentro de ciudades como Matanzas y Cárdenas, deja claro las brechas que hoy colocan en jaque la posibilidad real de adquirir estos pañales.
A ello se suma el reiterado reclamo ante la falta de transparencia de las cantidades recibidas, acuerdo de Gobierno que muchos dependientes obvian, y aunque en las entrevistas realizadas ninguno admitió haberlo transgredido, se trata de un aspecto que requiere de mayor vigilancia ante un sistema y un panorama que hasta cierto punto favorece el descontrol y el acaparamiento.
Colocar los culeros en la lista de los productos controlados mediante la libreta de abastecimiento no es una opción, según aclara Ricardo Menéndez Chapellín, coordinador de programas y objetivos de alimentos del Gobierno provincial; pues pueden quedar desprovistas las zonas en dependencia de la disponibilidad, siempre fluctuante, de la sucursal que administre el punto de venta del barrio.
“Cuando establecimos este sistema recibimos algunas quejas, porque no todos pertenecían a la misma cadena y, a veces, teníamos presencia en una sucursal y no en la otra. Al restringirlo al quiosco al que estás vinculado, limitas la posibilidad de adquirirlo. Eso ocurrió en los meses de febrero o marzo del año pasado; a partir de ahí se autorizó su compra en cualquier lugar”, explica Zulueta La Guardia.
En medio de este panorama, encontrar la talla necesaria es casi un lujo y en la práctica lo es, pues, al menos en los culeros de producción nacional, el principal proveedor no comercializa envíos con variedad de modelos.
“Como entra poco el importado, que sí nos llega con varias tallas, recibimos los culeros del Mariel según la línea de producción que se monte en la fábrica. Por ejemplo, podemos adquirir uno o dos furgones solo de la talla XL, y ese es el que vendemos hasta que nos llegue de nuevo”, explica Quintana González.
A simple vista, hallar el método que permita atender las necesidades de la población de manera justa, en medio de tanta inestabilidad, pareciera una tarea imposible, salpicada por otros entresijos del descontrol que se cuelan también en la venta y reventa de los artículos solicitados.
¿DÓNDE ESTÁN LOS CULEROS?
Un termómetro bastante preciso de lo que sucede con su venta en la provincia lo encontramos en los grupos de compraventa de las redes sociales, un espacio que se ha convertido en “desahogo” para los padres y tarima para revendedores.
“Eso se hizo muy bien un tiempo donde se tenía que presentar el carné del menor o el tarjetón de embarazada, pero ya está por la libre y una como madre con un bebé pequeño tiene que comprárselo al revendedor a 500 pesos”, opina la usuaria Anita Sánchez Rómulo.
Alexander Arencibia Meneses, en cambio, considera que “lo que pasa es la falta de control por parte del organismo que le compete”.
Según explicó Zulueta La Guardia, para la venta de los culeros desechables se estableció la entrega de la tarjeta de menor o el tarjetón de embarazada, y se indicó el marcaje del artículo en la libreta de abastecimiento.
Sin embargo, para Walkiria Rodríguez Domínguez, especialista principal del Departamento Comercial de Tiendas Caribe, el tema no es tan simple, pues, aun cuando la entidad estipula la venta de dos paquetes de culeros desechables y toallitas húmedas por persona, una cosa es el dicho y otra el hecho.
No obstante en el centro comercial La Atenas de Cuba, perteneciente a la Cadena de Tiendas Caribe y blanco de quejas por no cumplir con las indicaciones de solicitar la documentación, la situación adquiere otro nivel.
Yadiel Alarcón Castell-Florit, comercial del centro, explica: “Nosotros pedimos el carné de menor, pero no hacemos lista, porque como es manual no tenemos forma de saber si ese niño ya cogió. Comienzas a anotar y al ser la venta tan ágil no tenemos tiempo para rectificar los números. Si fuera un sistema digital sí, pero en medio de una cola voraz, no cumple el objetivo”.
Contrario a lo acontecido en la Atenas de Cuba, Yelena Herrera Silva, técnica comercial de La Góndola, establecimiento al que pertenece el piso de venta ubicado en La Princesa de Medio, afirma que, “además de solicitar la tarjeta de menor, a las embarazadas se les anota el carné de identidad para venderle un paquete, según la cantidad en existencia. El proceso se controla de forma manual y se verifican los datos durante la venta para evitar que se repitan. Hay veces que vienen madres con el niño pequeño y sin la tarjeta, y nosotros le registramos los datos”, una violación que puede dar pie a que regresen con el carné real.
Cabría preguntarse por qué en dos establecimientos de la misma cadena se desarrollan procedimientos diferentes si existe una sola indicación, algo que habla también de la falta de control por parte de la Sucursal. De hecho, a pesar de lo “voraz” que resulta para los trabajadores de La Atenas, en La Princesa se vende mayor cantidad y se controla.
Rodríguez Domínguez expone que fiscalizar la no repetición de la compra en otras unidades es complejo porque no hay establecido un mecanismo efectivo para ello.
La lista no está automatizada como el QR para saber que, si ya compraste, no tienes derecho. El Gobierno no lo ha regulado de esa forma. Quien compra en un punto puede ir después y hacerlo en otro”.
Señala Menéndez Chapelín que otro papel importante en la cadena de la organización y el control lo desempeñan los centros de trabajo asignados a cada tienda. Según lo explicado por el directivo, a ellos se les encarga la responsabilidadde conocer la cantidad de productos que entran y controlar que no ocurran irregularidades en la venta.
A la vez, Castell-Florit precisa que en estos momentos la Atenas de Cuba no dispone del apoyo de los centros laborales. Desde que la provincia pasó a la nueva normalidad esa medida no se ha cumplido.
Otro de los problemas que enfrenta la venta de culeros es el asedio de los revendedores. Con respecto a esto, puntualiza el comercial de la Atenas de Cuba: “No tenemos facultad para decirle a una persona que no entre. Hace un tiempo sacamos a unos cuantos revendedores y ellos pusieron una queja en el número único de Tiendas Caribe. Se hizo una investigación y, como pertenecemos a las FAR, pasó a la Fiscalía que no nos quitó la razón, pero tampoco nos la dio. El revendedor sigue ahí. La única manera de evitarlo es que alguien con autoridad se ponga en función de ello”.
Yelena Herrera Silva, técnica comercial en La Góndola, plantea que “si estos traen la tarjeta de menor y luego lo revenden, no es un problema al que podamos darle solución”. Así, el asunto pasa de mano en mano y a los revendedores y coleros nadie les pone freno.
Para el Gobierno también está claro de que no se trabaja correctamente. “Tengo la impresión de que ese fin de semana, de acuerdo con los estados de opinión, no se organizó bien la venta y hubo acaparamiento. Nos han llegado criterios de que los productos están saliendo por detrás, pero no hemos podido comprobarlo”, agrega Menéndez Chapelín.
Mientras tanto, las evidencias a las que se refiere el especialista comercial de la Atenas de Cuba continúan en las redes sociales a la vista de todos. En este espacio, sin miedos, pudores, ni escrúpulos, se manejan precios escalofriantes, nombres, números telefónicos y direcciones.
De igual modo, resulta preocupante la falta de retroalimentación entre las sucursales y el Gobierno. Datos ofrecidos por este último demostraban la supuesta existencia de pañales en tres puntos de venta de la ciudad de Matanzas, sin embargo, nuestro equipo comprobó que no era real esa información pues se habían agotado días atrás.
Si se conoce que los mecanismos aplicados no funcionan de manera eficaz, entonces, ¿por qué no se actúa en consecuencia? No podemos permitir que solo cuando la crisis adquiera un carácter público o mediático, como ocurrió con los reclamos de muchas madres matanceras en las redes sociales, sea que los responsables de la distribución y venta de los culeros tomen cartas en el asunto.
En los tiempos actuales diversos factores como la covid y el reordenamiento crean un escenario de suma complejidad. A pesar de ello, a través de los años, siempre se han buscado alternativas para colocar lo imprescindible en manos de los necesitados.
Lisandra Pérez Coto, Jessica Acevedo Alfonso y Guillermo Carmona Rodríguez. Foto: Ramón Pacheco Salazar/Perfil de Facebook del Periódico Girón