“Hasta donde me lleguen las fuerzas de mi voz cortada…” (+fotos)

Acto por el 35 Aniversario de la derrota del imperialismo en Playa Girón y el aniversario del Ejército Central. Entrega del machete del Generalísimo Máximo Gómez Báez. «Recibir un atributo como ese es otro compromiso de lealtad y fidelidad a la institución armada, al General de Ejército Raúl Castro. Cuando vi ante mí al Comandante de la Revolución Juan Almeida para entregarme el machete, las piernas no me temblaron, pero las lágrimas sí me brotaron porque su figura impregnaba respeto y admiración… No te voy a ocultar que me dio un abrazo y lo tomé como fuerza, como resistencia, para que no me rindiera nunca y siguiera su ejemplo de luchador incansable». 

 

Este hombre sentado frente a mí confiesa sentir nostalgia por no tener suficiente salud para corresponder, como el combatiente que un día fue, a los reclamos actuales por los que atraviesa nuestro país.

Sus anhelos van desde poder sentirse activo en los procesos que se desarrollan en el terreno político-ideológico y, con su visión, defenderlos con argumentos, saber escuchar y contestar, ¿por qué no?, con pasión, sin palabrerías, a la familia, los compañeros y amigos, al vecino, sin desaprovechar las oportunidades que se le den, “hasta donde me lleguen las fuerzas de mi voz cortada…”. Esas son las nostalgias de Federico Almeida Baró.

Lo miro sin tristeza. Admiro su valentía, su fe en la vida y en la Revolución. Han pasado los años y aún no me acostumbro a verlo vestido de civil. Su disciplina, su devoción por lo que hace y esa corrección en el trato donde quiera que esté, hablan a gritos del militar que un día fue, (¿fue…?).

Me doy cuenta de que, a pesar de que lo conozco hace más de cuatro décadas, no sé algo de él que no sea lo que tenga que ver con el periódico En Guardia y GeoCuba. Su discreción y modestia lo cohíben de vanagloriarse de lo que otros se darían “golpes de pecho”. Hay temas que no quiere tocar y, más que de entrevistadora a entrevistado, lo respeto de periodista a periodista, y lo entiendo.

Lo increpo para que me cuente y entonces se expande en lo que le gusta: me escribe, largo y tendido, lo más notorio para él, de su vida, como periodista militar, como nieto de Concepción García –vital para su existencia-, como padre de varios hijos, en fin, como un ser humano común y a la vez especial, con nostalgias, recuerdos hermosos y sueños por cumplir.

En La Habana viven sus tres hijos mayores: Fiquito, Teodoro y Daguito. Tiene cuatro hijos adoptivos: María, Pablo, Julio y Roberto. En la foto con sus hijos menores: Iván y Conchita, al detalle de la vida de su padre a tiempo completo.

Me dice que tuvo en sus manos la oportunidad de estudiar pintura y entonces le pregunto:

-¿Qué hubiera preferido, estudiar en San Alejandro, ser periodista o militar?

-Las tres opciones se suceden en épocas diferentes. La primera es una beca que me otorga el Ministerio de Educación cuando era alumno de la Escuela Nº 11, de la calle San Lázaro y Águila, en La Habana. Me la ofreció la esposa del titular de ese ministerio en el gobierno de Carlos Prío… Debía entregar unos documentos en una fecha fijada, pero no pude y perdí la oportunidad de estudiar pintura.

-Lo de periodista, desde los trece años era un interés más cercano, de esos que uno dice: quiero ser como mi papá. Me busqué entrar de aprendiz en la Imprenta de Coto, en la calle Habana entre Las Mercedes y Paula. Allí no editaban periódicos, pero sí otros documentos, existían máquinas impresoras, tintas, chibaletes y eso me decía que estaba en el mundo de las letras. Un buen día comenzaron a desmontar todo aquello y trasladar la imprenta para la calle Corrales, cerca del mercado de Cuatro Caminos, pero era muy lejos de donde vivíamos para ir a almorzar y tuve que decirle adiós a ese arte de las letras y las formas impresas….

-Lo de militar, nunca me lo propuse, pero llegó y para bien. Cambió el rumbo de mi vida, aprendí a ser hombre, honrado, respetuoso, sincero, laborioso, patriota y periodista. Ingresé en la Fuerza Aérea en febrero de 1959 y me mantuve en las FAR activo durante 37 años.

El periodismo y la influencia de su padre

Este hombre siente orgullo de su padre. Se le ilumina el rostro cuando me habla de él. La primera noción del periodismo le llegó por él, Juan Bautista Almeida Pérez, egresado de la Escuela de Periodismo Márquez Sterling, y La Opinión Libre, un periódico local, con tamaño oficial de la época, impreso en negro, de edición mensual. Se vendía en estanquillos de La Habana y en los locales donde se originaban los anuncios: tiendas, farmacias, talleres y otros.

Generalmente se nutría de las temáticas locales que la prensa nacional no cubría: la necesidad de asfaltar una calle en un reparto; que la ruta de ómnibus entrara a esa comunidad; construir el techo de una parada de ómnibus en la Carretera Central, a petición de los vecinos más próximos; elevar un tanque de agua y que el acueducto asumiera la obra; la necesidad de una ambulancia u otro transporte para la Casa de Socorro, preferiblemente en horas de la noche y la madrugada…

Juan Benito Almeida Pérez a su llegada a La Habana, con 20 años, procedente de Manzanillo, lugar de nacimiento en 1904.

Siempre publicó un tema social de contenido político. Fue clausurado por el régimen de Batista un año después del asalto al Cuartel Moncada, en 1954.

-Mi padre fue un ferviente martiano, combatiente de la Revolución del 33 contra el régimen machadista. A lo largo de su vida fue un hombre de palabra, de principios, patriota… Durante el encarcelamiento de los asaltantes al cuartel Moncada en Isla de Pinos participó como miembro del Comité Pro-amnistía de los presos políticos junto a los padres de Jesús Montané y otros.

Publicó en La Opinión Libre, en la prensa nacional, hizo alocuciones en la radio. Por todo ello es que la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) le otorgó la distinción Félix Elmuza, que, casualmente, la recibieron los dos a la vez. Después del Triunfo de la Revolución trabajó en varios proyectos y dependencias. Sus últimas labores las realizó atendiendo el yate Granma en el Museo de la Revolución.

Su segundo encuentro con el periodismo

El combatiente fue el órgano de defensa de la Lucha Contra Bandidos (LCB) en la provincia de Matanzas. Digamos que esta fue su primera labor periodística. Inicialmente se editó con los textos redactados por los instructores políticos en su condición de colaboradores y corresponsales, después se incorporaron otros compañeros de distintas especialidades, todos de forma voluntaria.

Lo principal era divulgar el acontecer de las tropas, apoyar el trabajo político- ideológico, los planes conjuntos con las organizaciones campesinas, la participación en la recogida de productos agrícolas.

Se creó un equipo reducido de compañeros y compañeras que hacían el trabajo de mesa para reelaborar los textos recibidos: Bélica Zamora y Margarita, la directora y la asistente de la Casa de Cultura de Jovellanos; Esmildo Alberto, corresponsal del periódico Girón; el teniente de las Milicias Humberto Ballesteros; Zapata, fotógrafo de Jagüey Grande, poseedor de un estudio, el cual puso a disposición de la publicación.

Alberto Fernández, el jefe político del mando, era el coordinador del trabajo operativo y de redacción, el único que se dedicó a tiempo completo al periódico.

-Lo difícil fue editar sin tener presupuesto para hacerlo, solo se disponía de voluntad, interés y mucho compromiso.

Generalmente el periódico se imprimía en La Habana, aunque el primer número de El Combatiente lo imprimieron los trabajadores del periódico Girón, autorizados por su administrador, Reynaldo Navarro.

-El segundo correspondió a los gráficos del periódico Hoy. En esa ocasión su director, Blas Roca, después de acceder a tan noble empeño, preguntó: “¿Y que ponen ustedes?” El soldado que estaba frente a él no sabía qué responder. Blas se dio cuenta de que lo había “noqueado” y agregó: “Es una broma, dame lo que traes en el portafolios”.

Así, el tercer número se hizo en El Mundo, con Wanguemert; le siguió el periódico La Tarde, dirigido por Ernesto Vera; luego Revolución, hasta que llegaron a Palante y allí se imprimieron los mismos hasta la terminación del bandidismo en la provincia de Matanzas.

Ernesto Vera, presidente de la UPEC en Cuba, visitó en tres ocasiones la redacción de En Guardia. En el centro, Cándido Domínguez, director de la Agencia de Información Nacional en Matanzas.

Las marcas de una lucha sin cuartel

Hacemos un alto para hablar de la Lucha Contra Bandidos y cuando le pregunto por lo que más le impactó, lo primero que menciona es la desaparición física de un compañero, por enfermedad o caído en combate frente a los enemigos, “sobre todo la crueldad con que lo hacían estos asesinos cuando se trataba de un humilde campesino, sacado de su casa arrastrado para ser masacrado.”

-En la escuela de la L.C.B, en la pista a la salida de Jagüey Grande, acompañamos al sanitario con un soldado herido por perforaciones en el cuerpo de dos granadas que explotaron en la barraca, llegó muerto a la posta médica del pueblo. Las granadas fueron lanzadas por los alzados y él cometió la imprudencia de recogerlas y llevarlas para el dormitorio sin informarlo. De haber habido más compañeros en el dormitorio habrían sido más los muertos. Lo que no logró el enemigo en el combate, lo materializó en este soldado.

-El otro impacto es cuando me designaron jefe de la 4ª compañía del batallón Nº 225. Y el tercero es cuando me comunican que mi compañía ocuparía el aeropuerto de Girón. Encomendar esta tarea a un muchacho de 22 años, teniendo cuatro pelotones y una escuadra de aseguramiento bajo su mando no fue nada digerible de inmediato. Miré aquellos rostros y me dije: “La mayoría me doblan la edad”.  

En el recuento evoca con admiración, cariño y respeto al inolvidable comandante Lizardo Proenza Sánchez, jefe de las tropas de la LCB en Matanzas, y más tarde en el Escambray, fundador del Ejército Central.

-De él aprendí mucho, por él continué en las FAR. Cuando terminaron las operaciones en Matanzas quise licenciarme y él me dio varias razones para no hacerlo.

De lleno en la prensa militar, definitivamente periodista

Los periódicos de grandes unidades de las FAR surgieron en los años 1962-1963, atendidos por la Dirección Política y con los medios materiales de cada mando. Al Combate fue el órgano del Cuerpo de Ejército Independiente de Matanzas, tenía una salida mensual.

En el año 1964 Almeida asume la dirección del periódico, con una tirada de cinco mil ejemplares. Los primeros números se imprimieron en Palante, en La Habana, y luego en Artes Gráficas de la localidad, aunque los grabados se hacían en Cuba y Sol, en la capital.

Al principio eran un reducido grupo: Othoniel González-Quevedo, subdirector; Montes Bravo y Bienvenido, fotógrafos; Odelín Gómez, tipógrafo con letra de oro; Wilfredo Manzanares, gráfico multifacético, entre otros. Mariano de la Red, profesor y dibujante prestigioso y varios periodistas de la prensa provincial,  ayudaron en el empeño. En Al Combate publicó Manuel Hernández su primera caricatura.

En Colón, en el Estado Mayor de la zafra, le dijo adiós a sus lectores, en el año 1971.

En Guardia, ¿el proyecto más amado?

Por un cuarto de siglo el periódico En Guardia llegó a las unidades para reflejar su acontecer y la vida de sus soldados, sargentos y oficiales. Se creó por orden del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, entonces jefe del Ejército del Centro. El primer número salió el 11 de abril de  1962 en Santa Clara. Uno de sus primeros directores fue Alfredo Fleitas.

Parte del colectivo del periódico En Guardia en el año 1986.

Diez años después, desactivado el Cuerpo de Ejército Independiente de Matanzas, sus unidades pasan al Ejército Central. Miles son los hombres de verde olivo que se vieron en las páginas del órgano, miles los mejores colectivos laborales, agrupaciones militares, instalaciones estudiantiles, reflejados fielmente.

También señaló, justa y oportunamente, la crítica revolucionaria, para superar y mejorar el trabajo en aras de consolidar y perfeccionar los logros del mando, del trabajo político y del Partido.

Su reflexión en este punto me descubre un argumento que había pasado por alto hasta el momento. Tiene que ver con lo difícil de hacer periodismo militar,  qué se puede decir a la hora de escribir, qué no, qué fotografías publicar… Además del horizonte y las condiciones para realizar el trabajo. No todo es como “coser y cantar”.

-¿Cómo logró armar y dirigir a un grupo tan singular?

-En el esfuerzo por realizar un periodismo militante y creador no sólo cuenta la experiencia, la cultura y la profesionalidad del director. Para aunar y dirigir a un grupo tan singular, como bien tú dices, en primer lugar tienes que sentirte parte del equipo, no hacerte esquivo a la democracia, no sentir preferencia y ser lo más justo al adoptar decisiones disciplinarias de orden laboral.

-Saber realizar lo que ellos hacen y con perfección. Si te equivocas, muestra el error con naturalidad, no lo escondas detrás del buró. Emplea correctamente los Consejillos y Consejos de Redacción. Aconséjate del Partido, la UJC y que el Sindicato realice sus funciones. Conocer y acompañar a los subordinados en los problemas con su familia…

Félix Ponce, director del periódico Girón, y Almeida, por En Guardia, firman el plan conjunto anual.

En Guardia fue más que un periódico, su personal actuaba en diversas realizaciones. Tenía un programa en la emisora Radio 26 dedicado a la juventud con una frecuencia semanal, con gran audiencia, atendido primero por Margarita Wong y después por Marta Fernández.

El equipo de diseño y formato, cuyo director artístico era José Ramón Chávez, ganó el primer lugar en el Concurso de las FAR convocado por la Dirección Política.

De sus filas salieron los que después fueron directores del periódico Girón, Othoniel González-Quevedo y Domingo Orta.

58 aniversario del Ejército Central. Con el General de División Raúl Rodríguez Lobaina, quien fuera jefe de ese mando.

-Sin vanagloria personal, pero con inmensa satisfacción, En Guardia fue el mejor periódico de su tipo en las FAR durante más de 15 años. Así lo atestiguan los controles de la Sección de Prensa de la Dirección Política.

-Cuando el semanario dejó de editarse, tuvimos un sentimiento melancólico de despedida, sabíamos que hicimos lo mejor que pudimos. Junto a mis compañeros hicimos la parte que nos correspondió con intensidad y respeto.

-En ese momento yo estaba establecido en esta ciudad con casa y familia, necesitado de echar raíces junto a mis hijos, nietos y bisnietos, matanceros y matanceras. Nunca he dejado de sentir orgullo por el lugar donde nací: La Habana. Allí tengo hijos mayores, nietos y bisnietos.

Al centro, el coronel Juan Torres Muñiz, jefe de la Sección Política del Ejército Central, y Caridad Ramos Ojeda, secretaria del Sindicato de Civiles de la Defensa. Imposición de la distinción Emilio Bárcenas en el hogar del condecorado.

-Sin  embargo, de Matanzas heredo otros vínculos sanguíneos que también me atan con fortaleza. Mis bisabuelos maternos fueron traídos de África y los asentaron en la llanura de Colón, en el Ingenio Santa Rita del Baró (hoy René Fraga Moreno), tuvieron cuatro hijos que nacieron libertos, entre ellos el abuelo Federico Baró Baró. Mi mamá nació y se crió en el batey de Baró, luego se trasladó a La Habana con tres de sus cinco hijos mayores. En mi caso fue a la inversa, llegué aquí para quedarme.

-Todos estos años he profesado cariño a la provincia, respeto y afecto a sus pobladores, he compartido el día a día sus éxitos. Me ocurrió lo que no estaba en mis proyectos y agradezco infinitamente: la Asamblea municipal del Poder Popular me otorgó la Distinción 325 Aniversario de la Fundación de la Ciudad de San Carlos y San Severino de Matanzas. Al recibirla, presente en mí la humildad que llevo conmigo, me sentí útil al servir durante tantos años, 59, al servicio de esta provincia y los seis que viví en mi infancia.

Cuando En Guardia dejó de salir, Almeida pasó a trabajar en GeoCuba, donde se desempeñó como jefe de producción y jefe de la planta de la Agencia Gráfica, hasta el 2011 que decide no trabajar más.

Este periodo resultó muy importante para mí, vi nacer grandes cambios tecnológicos con inversiones capitales. En GeoCuba puse en práctica lo aprendido con los gráficos matanceros y los conocimientos que adquirí en la extinta Unión Soviética, sobre organización y planificación de la Empresa Poligráfica. Desde 1998 hasta el 2011 se cumplieron los planes de producción. El contacto directo con los obreros me permitió ser más humano y menos egoísta, el colectivo de obreros crea un ambiente donde hay menos individualidades personales.

Este hombre sentado frente a mí, habanero, matancero, huérfano de madre desde los tres años, criado y educado por Concepción García, su abuela materna, limpiador de escaleras, aprendiz de tornero y de talabartero, trabajador de imprenta, luchador contra bandidos, director de un periódico militar, teniente coronel, es feliz. Ha vivido su vida lo mejor que ha podido, entregándose a la causa en la que cree y en la que ha depositado su fe.

Este hombre sentado frente a mí guarda sus nostalgias y mira hacia adelante con esperanza en el devenir.

Un logro añorado mucho tiempo que los combatientes recibían. Tocaba todas las aristas de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Según él, su última osadía.