Protestas contra el Gobierno de Perú. Foto: theobjective.com

En una sola jornada en Perú fallecieron 17 personas bajo fuego policial y la prensa burguesa apenas informó el hecho. Tras ubicar ciertos antecedentes en el cuerpo de la noticia que mencionaba la destitución del presidente Castillo y las continuas propuestas que estremecen al país desde entonces, no se le dio mayor trascendencia al asunto.

Se hace notorio, sobre todo si se toman en cuenta otros conflictos sociales que sí ganan titulares y grandes despliegues informativos en los medios hegemónicos. Que una decena de manifestantes pierda la vida con la arremetida de la policía no provoca la repulsa internacional, más si se trata de los habitantes de las regiones más empobrecidas del Perú.

Aunque las protestas continúan y las muertes alcanzan el medio centenar, el mundo ignora que miles de peruanos ponen su vida en juego sin detenerse ante la brutalidad policial, exigiendo la renuncia de la presidenta designada Dina Boluarte, el cierre del Congreso, una Asamblea Constituyente y la liberación de Pedro Castillo.

Llama la atención que un sector de la prensa emplea adjetivos descalificadores contra los manifestantes, acusándolos de “huestes violentas”, lo que pone en duda la objetividad de esta, que suele aplicar términos como “disidentes”, “objetores de conciencia” o “luchadores democráticos”, si unos huelguistas realizan las mismas acciones contra regímenes como Venezuela, Cuba o Nicaragua. 

En estos días luctuosos no nos llegan historias estremecedoras de víctimas de la violencia. Las cifras se manejan fríamente, como si a nadie importara que uno de los caídos era el joven médico voluntario Marco Antonio Samillan, que atendía a los heridos cuando resultó impactado por un proyectil en la cabeza.

En Perú la policía dispersa las protestas disparando a matar, a los que marchan por sus derechos y poco a poco van calando en el resto de los peruanos, aunque intenten hacernos creer que se trata de una minoría descontenta y violenta. 

Según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos, más del 69 % de la población estaría de acuerdo con la instalación de una Asamblea Constituyente, lo que demuestra que el reclamo popular contra el Congreso y la mandataria Boluarte crece cada día.

Mientras escribo estas líneas, una numerosa marcha avanza hacia la Ciudad de Lima sin reparar en el estado de emergencia decretado. A pesar del silencio de los medios burgueses, el pueblo mantiene su lucha y demandas. ¿Cuántos muertos más son necesarios para que el mundo dirija la mirada hacia el país sudamericano y condene a un Gobierno ilegítimo que reprime y asesina?