En armonía con el entorno

El miedo a los animales puede conllevar a acciones destructivas del entorno por parte de los humanos

Tengo amigas que por la velocidad a la que corren ante la presencia de una rana fácilmente clasificarían en una olimpiada. Algunos jaranean con que en la genética de cada mujer está codificado el terror por la especie, y que la única explicación a ello está asociada a lo “feo”, porque más noble el animalito no puede ser: ni pica ni muerde. Este anfibio, que muchas veces muere aplastado, tiene un importante rol en la depredación de invertebrados como insectos y arácnidos.     

Cada especie existente en el mundo constituye un eslabón significativo en el entorno, el ecosistema, y afectar este equilibrio puede atentar contra nuestra propia existencia.

Crecí escuchando la historia de la China de 1950 que decidió declararle la guerra a los gorriones, acusándolos de comerse sus cultivos. Aseguraban que cada ejemplar ingería cuatro kilos de granos al año, y para solucionarlo destruyeron cientos de nidos, rompieron huevos y aniquilaron a las aves. 

Las consecuencias no demoraron en sentirse: desde plagas a sembrados hasta una hambruna excesiva; ello condujo a que terminaran importando gorriones desde la antigua Unión Soviética, para restablecer la armonía medio ambiental.

Otro tanto ha sucedido en viceversa: cuando se han insertado especies en un entorno por supuestas “ventajas”, y su reproducción se ha salido de control, hasta extinguir parte de la flora o la fauna endémica del lugar. Algo así sucedió con la introducción de las clareas en nuestra Isla. 

La conservación de los ecosistemas no es un capricho. Como tanto inculcan desde la Enseñanza Primaria, los seres vivos se relacionan entre sí y la alteración de las condiciones del medio pueden afectar negativamente a los organismos, produciendo un “efecto dominó” de terribles consecuencias ambientales.

En nuestra provincia existen proyectos proteccionistas, con alcance nacional, como Cubabat. Este se centra en la conservación de los murciélagos, enfocado sobre todo en la arista educativa.

Entre sus principales estrategias está el trabajo con los infantes, para concientizarlos sobre el importante papel de esta especie, subvalorada en la naturaleza, que es polinizadora, dispersora de semillas y controladora de poblaciones de insectos.

Un trabajo sistemático y también educativo se realiza con las comunidades insertadas dentro de áreas protegidas, con fines de evitar la caza indiscriminada de las especies que allí habitan y la tan desvastadora tala de árboles. 

Cada animal, bacteria u hongo tiene un rol medioambiental. O sea, la próxima vez que veas una rana, piénsalo dos veces antes de aniquilarla. Siempre recuerda la “agradable” sensación de tener a un mosquito zumbando en el oído.