Cero efectivo en Matanzas, entre expectativas e incertidumbres

Mucho se habla por estos días en Matanzas de la campaña Cero efectivo, promovida por la Unión Eléctrica de Cuba y que desde 2023 se pone en vigor en diferentes provincias de la Isla. Su implementación, como bien se lee, elimina el efectivo como método de pago de estos servicios, adoptando en su lugar otras vías, en su mayoría de tipo electrónicas. Sin embargo, lejos de la comodidad que debiera suponer, el anuncio de esta medida ha generado incertidumbre y preocupaciones en la población yumurina.

De acuerdo con la información de esta entidad en Matanzas desde este mes de julio se pagará el servicio mediante diversas vías: las plataformas Transfermóvil y EnZona, la banca remota, la telebanca, de manera personal en sucursales bancarias a través de un código QR vinculado a las pasarelas de pago antes mencionadas, con la tarjeta magnética en los cajeros automáticos, por los POS (que aún no están en las sucursales) o directamente en el correo o el banco.

Cuando se lee la multiplicidad de métodos para efectuar el pago, pareciera un proceso a todas luces exitoso; no obstante, y ahí radica una de las discrepancias de los clientes, la modalidad no deja muchas opciones a quienes no poseen las facilidades para utilizar estas vías, generalmente personas de la tercera edad o de bajos recursos. Por tanto, con ella se exponen insatisfacciones que ya venían latentes asociadas a la bancarización y sus contradicciones.

Se sabe que el país apuesta por este proceso, al que reconozco más que necesario, aún cuando no se cuente en todos los casos con la infraestructura que demanda, quizá uno de los puntos medulares del asunto.

No se trata de un hecho aislado, basta con echar un vistazo a las inmensas colas de los cajeros automáticos o las violaciones a lo establecido en disímiles instituciones estatales y privadas para comprobarlo. Pero ese es otro tema que ha sido bastante debatido y denunciado en este medio.

La inconformidad con esta nueva campaña pone al descubierto otras interrogantes. Por ejemplo, que de alguna manera lastre una de las premisas planteadas por el proceso de bancarización acerca de que cada cliente escoja el método de pago.

Es cierto que la medida deja abiertas las posibilidades para utilizarlo en el correo o sucursales bancarias, mas, lo destierra de sus oficinas comerciales y añade, en cambio, a dichas instituciones una carga adicional a la que asumen en la actualidad, donde, por ejemplo, los bancos permanecen abarrotados gran parte del tiempo.

Y no mencionemos el funcionamiento de algunas de estas plataformas electrónicas, muchas veces ralentizadas, “caídas” o sin conexión en el caso del uso de los POS.

Por otro lado, aunque la empresa se proyecta en función de no dejar desprotegidos a aquellos clientes que no cuentan con los medios para efectuar el pago por las pasarelas electrónicas (alrededor de 1 515 solo en el municipio de Matanzas), principalmente personas en situaciones de vulnerabilidad, está por verse si en la práctica la operación “Cero efectivo” logrará la comodidad que anuncia en el pago de los servicios.