Círculos infantiles, 60 años y pandemia del coronavirus

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Unos jinetes incansables dominan con destreza sus corceles, y al compás de palmadas, bailarines medio inseguros ante la presencia de este equipo de periodistas intrusos, se emocionan al escuchar que pin pon se va a dormir.
Ellos apenas recordarán el pedazo de tela que por más de un año de sus vidas debieron usar permanentemente para cubrir la mitad de sus rostros o el extremo cuidado que mantienen las educadoras de su círculo infantil Botoncito de Rosa en Cárdenas.


Marta Esquijarosa Pérez, educadora segundo año de vida de la instalación, considera un reto trabajar en medio de la pandemia de la Covid 19, debido a la extrema protección que debe primar para evitar el contagio entre los infantes. Asimismo, asegura que en Botoncito de Rosa, se cumplen con extrema rectitud las medidas sanitarias como el uso permanente del nasobuco, la desinfección de las manos y superficies, los pasos podálicos y la medida de la temperatura a la entrada.
Más que nunca, estas instalaciones se convierten en apoyo para madres trabajadoras, objetivo primordial por el que se crearían un 10 de abril de 1961.
Yaima Lavin Martínez, directora del círculo infantil, explicó que Botoncito de Rosa recibe un promedio de 60 niños diarios, pues además de los que son plantilla, se reubicaron pequeños procedentes de los círculos Kuang Nam y Zapaticos de Rosa, los cuales se encuentran cerrados por la pandemia.
Lavin Martínez, también resaltó el modo en que los educandos se han adaptado a la mascarilla, «pensábamos que sería muy difícil, pero ellos hasta la piden», indicó.
Seis décadas cumple esta obra de la Revolución, en medio de un complejo escenario epidemiológico. A pesar de que no habrá festejos, la sonrisa de los ojos ya es la mayor recompensa.

 

El uso del nasobuco en los infantes es obligatorio