Entrega del machete del Generalísimo Máximo Gómez Báez. «Cuando vi ante mí al Comandante de la Revolución Juan Almeida para entregarme el machete, (…) las lágrimas me brotaron porque su figura impregnaba respeto y admiración… No te voy a ocultar que me dio un abrazo y lo tomé como fuerza, como resistencia, para que no me rindiera nunca y siguiera su ejemplo de luchador incansable».