En pocas horas se dará la voz de play ball en la semifinal Matanzas vs. Las Tunas, y el grito de «¡Arriba Matanzas!» acompañado de esa agua limpiadora de caminos será de las imágenes que disfrutaremos los amantes del béisbol.

Las redes arden y aficionados de uno y otro bando esgrimen razones para la superioridad, crece la rivalidad albergada en varios y recientes enfrentamientos en postemporada. Verde y rojo por un lado, amarillo y rojo por el otro; ambos con el único objetivo de ir venciendo juego a juego, ininng a inning.

En la etapa regular los orientales tienen la ventaja, pues ese 4-1 fue lapidario, máxime cuando ostentan el primer puesto en una tabla de posiciones reñida. Pero hay que recordar que una cosa es con guitarra y otra con violín: los play off conllevan una orquestación más compleja, con tambores incluidos.

A ritmo de rumba bailaron los occidentales en las postemporadas anteriores, donde siempre se recuperaban de las primeras derrotas y pasaban como un tren gigante protegido por el gran pantano.

El empuje del leñador fue realmente arrollador, pero la plantilla de los nuestros no es la misma que en la clasificatoria. La metamorfosis ha sido jugosa y las nuevas adquisiciones no solo constan de nombre, sino también de buen rendimiento.

Afilados los dientes, el Cocodrilo se acerca poco a poco a su presa, en silencio, fijando su fiera mirada en cada movimiento; un solo descuido del leñador bastará para asestar la mordida fatal.

(Caricatura por Carlos Daniel Hernández León)