Por. Arnaldo Mirabal Hernández
El desarrollo de la cardiología en Matanzas posee una historia de más de seis décadas de entrega. Los especialistas del territorio ostentan la condición de pioneros en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares en el país.
“Los primeros casos que se operaron del corazón fuera de La Habana los realizó el doctor matancero Julio Font Tió”, así enmarca el desarrollo de la cardiología en Matanzas, el también doctor Manuel Lima Fernández en un documental* que realizara la televisión yumurina en el ya lejano año 2004.
Sobre los inicios en el tratamiento de las afecciones cardiovasculares, un ejemplar del periódico El Imparcial registra un reporte acerca de una difícil operación del corazón, llevada a cabo por un equipo médico el 27 de mayo de 1957, en el Hospital Civil (José Ramón López Tabranes) de esta ciudad.
La hazaña médica la lideró el doctor Font junto al joven Manuel Lima, y por esas mismas fechas repetirían la proeza en varias ocasiones.
“Se operaron casos de nivel, comenzamos a operar alteraciones de las válvulas auriculoventriculares, atendimos decenas de pacientes y les puedo asegurar que muchos evolucionaron muy bien, llegaban casi inválidos y luego lograban retomar su vida”, recuerda Font Tió en el mencionado audiovisual.
Ya con el triunfo de la Revolución el desarrollo de la cardiología en el territorio experimentaría un impacto favorable con la llegada de modernos equipos que permitirían un estudio más certero de los padecimientos.
Los doctores Julio Font y Manuel Lima integran la lista de los casi 3 000 médicos que decidieron permanecer en la Isla ante la estampida de millares de especialistas que abandonaron el país, tras las transformaciones radicales del proceso revolucionario.
La valiente decisión de ambos galenos, comprometidos con la salud de su pueblo, contribuyó, sin dudas, al continuo progreso de la disciplina en la provincia, y produciría más titulares periodísticos como el del año 1968, donde se anunciaba la primera unidad de cuidados intensivos coronarios móviles, al disponer de una ambulancia con el equipamiento necesario para este tipo de afectación.
Para alimentar la estela de primicias es preciso señalar que, tras asistir a un Congreso Médico en París, el profesor Lima conoce de la existencia de una novedosa sala de cuidados intensivos coronarios y decide crear una similar en la institución de salud donde laboraba.
“Hicimos adaptaciones al equipamiento rudimentario que teníamos en ese entonces, contábamos con un monitor soviético y un equipo de cardiografía norteamericano, gracias a la inventiva de nuestros técnicos lo echamos a andar. Posteriormente comenzaron a llegar equipos más sofisticados capaces de mantener la vigilancia continua al paciente”, rememora el especialista.
“En los inicios nos enfrentamos a un gran problema: la enfermería, y nos dimos a la tarea de crear enfermeros emergentes, formamos una veintena con la capacidad de aplicar las medidas de urgencia”.
El primero de noviembre de 1971, se fundaba la primera sala de cuidados coronarios intensivos del país, en el hospital de Versalles, un logro que lleva implícito el sudor y empeño de estos hombres imprescindibles de la medicina cubana quienes contribuyeron a cimentar el desarrollo de la Cardiología en la tierra yumurina.
“Con esa vasta experiencia se creó en el hospital Faustino Pérez un servicio bien estructurado con facultativos de renombre que permitiera una mejor atención al paciente coronario. Luego comenzamos a promover el desarrollo de posgrados para formar a los especialistas”.
El primer graduado de la especialidad de Cardiología en la provincia fue un residente costarricense. La preparación tiene un período de tres años, según refiere la profesora, donde los jóvenes galenos reciben todo el conocimiento necesario para el estudio, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del corazón y del aparato circulatorio.
Entre los alumnos más aventajados de la profesora Migdalia Cobas destaca Zendy Castillo García, residente de la especialidad y quien no logra ocultar esa mezcla de nerviosismo y alegría tras culminar un difícil examen aplicado hace apenas minutos.
Junto a sus compañeros realiza un picacake para festejar el momento, luego de tantos avatares provocados por la pandemia.
La joven doctora Zendy eligió la Cardiología por una razón muy convincente. Su madre sufrió una severa afectación. “Estuvo varios días en terapia intensiva por una pericarditis constrictiva”, expresa con dominio aunque le reste aún un año por culminar la especialidad.
Sin embargo, en su natal Colón ya la asumen como tal, y ella habla con seguridad de las pruebas ergométricas, los ecocardiogramas, que le permiten hacer una valoración integral del doliente y determinar su padecimiento.
“Los profesores son muy buenos, la docencia es muy fuerte, quizás en La Habana hay más recursos y equipamiento para los métodos diagnósticos, pero la experiencia y conocimiento de los profesores de aquí es muy reconocida, por lo que me siento satisfecha con mi preparación”, asegura sonriente.
La doctora Zendy aún no conoce su futura ubicación una vez vencidos los estudios. Quizás integre el equipo de Maiquel Álvarez Almenares, especialista en Primer Grado en Cardiología, quien ejerce en la sala dedicada a esta patología del hospital Faustino Pérez.
Desde su tiempo como estudiante de Medicina entendió que era esa, y no otra, la especialidad a la que dedicaría su existencia.
“Uno ve el resultado diario de su quehacer, me fascina poder ayudar al paciente en enfermedades tan complejas como las del corazón, que son de las primeras causas de muerte hoy en día.
“Uno se siente identificado con las cosas que se escuchan de los maestros de esta profesión. Yo soy santiaguero, pero desde mi llegada empecé a oír hablar de los profesores de aquí, profesores que no conocí y otros con los que he tenido la dicha de compartir y de aprender. Todos nos aportan e inspiran. Por eso me siento realizado”.
Así se expresa un profesional de 43 años y con una hoja de servicios amplísima, donde destacan misiones en Venezuela y Brasil. Habla con energía y pasión a pesar de haberse enfrentado a una noche de guardia en la sala de terapia intensiva de pacientes coronarios, donde apenas concilió el sueño.
Dentro de pocos minutos realizará la entrega, para él el momento más importante del día, donde se visitan a los enfermos y un equipo analiza cada padecimiento, se designa la conducta a seguir y su evaluación.
Pendiente a sus palabras y asintiendo cada frase permanece la enfermera Dianelys Chinea González. Ha prestado servicio por más de 17 años en la sala de terapia intensiva de pacientes coronarios.
La sanitaria reconoce que se trata de una de las áreas más elogiadas de la institución de Salud, por su limpieza y asistencia esmerada a los pacientes. Expresa con orgullo la satisfacción que siente cuando rebasan la gravedad y son traslados de la sala intensiva a la intermedia, luego del alta médica se los encuentra en la ciudad, llenos de salud.
Le brota entonces una sonrisa desde el corazón, y evoca a aquellos adelantados que trabajaron sin descanso para que Matanzas contara con personal capacitado y los recursos necesarios para proteger y alargar la vida de los pacientes coronarios.