*Angel Darián Santa Cruz Quevedo
Matanzas, 20 ago (ACN) Pese al peligro que supone encontrarme cerca de la COVID-19 al trasladar pacientes positivos de la enfermedad hacia centros de aislamiento, nunca me he enfermado, pues trabajo con precaución, confesó Román Romero García, uno de los transportistas que a diario contribuyen a la lucha contra la enfermedad en Matanzas.
Seguir al pie de la letra los protocolos de bioseguridad significa una manera de protegerme ante la agresividad de la COVID-19, cualquier descuido puede perjudicar la obra que realizo.
Cuando se detectaron los primeros casos del virus SARS CoV-2 en la provincia, de inmediato comenzó un proceso de cambio en las rutinas productivas, en un inicio trasportaba personal de salud hacia instituciones asistenciales como policlínicos u hospitales pero debido al auge de casos en los meses de junio y julio últimos asumí la tarea de mover pacientes hacia centros de aislamiento, explicó.
Romero García puntualizó que mantener una constante desinfección del ómnibus, lavado de manos con soluciones a base de cloro y el uso de medios de protección como nasobucos, guantes y sobrebatas devienen herramientas inviolables contra el llamado enemigo invisible.
Las jornadas se tornan agotadoras, hay poco tiempo libre para intercambiar con la familia, la cual se preocupa por mi salud pero sabe que me cuido al máximo con el propósito de no contagiarme, argumentó el chofer de la base de ómnibus urbano 26 de Julio de esta ciudad.
Escuchar el agradecimiento de las personas por llevarlos a su destino, sobre todo de las más longevas, resulta de las vivencias que reconfortan en medio de tantas situaciones difíciles, pero confío en que se saldrá hacia adelante, agregó.
Con casi 60 años de edad, de ellos 33 dedicados al mundo de las carreteras, Román manifiesta que se siente satisfecho con el accionar de cada uno de sus compañeros, quienes actúan de manera eficiente y comprometida en evidencia de sentido de pertinencia y deseos de ayudar a la provincia a sobrepasar esta contienda