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Crónica de domingo: ¿Cómo pudieron nombrar a ese lugar así?

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Me cuentan que en Camagüey hay una carnicería llamada La Siempreviva y entonces dudo acerca de la habilidad de los matarifes y comienzo a preguntarme sobre la inmortalidad del alma del picadillo y el medallón. No obstante, cerca de donde trabajo hay otra de su tipo, El Manatí, y cuando pienso en ello se me pone la piel de gallina —como la que distribuyen ahí de vez en cuando y que, actualmente, parece un animal más en peligro de extinción que el propio manatí—.

  También me acuerdo de la familia de estas criaturas acuáticas que navegan el Río San Juan en ocasiones, y creo que la próxima vez que encuentre su lomo por encima de las aguas le gritaré ¡Huye! ¡Sálvate! 

Más de una vez seguro has tropezado con nombres de establecimientos: bodegas, placitas, círculos infantiles, entre otros, que generan el mismo pensamiento de extrañeza: ¿cómo pudieron nombrar a ese lugar así? Sientes, realmente, que agreden tu sentido común. Entonces, reflexionas sobre lo real maravilloso lexicológico de esta tierra y te das cuenta de que aquí te puedes curar de todo, menos del espanto. 

Hay seudónimos de sitios que te avisan qué te espera si entras al lugar, como la shopping El Machetazo en Santiago de Cuba, y puedes sentir al entrar al sitio cómo trocean tu economía e incluso el Máximo Gómez de los billetes en tu cartera quiere alzarse en armas de nuevo. Existen otros que, por el contrario, intentan engañarte como resulta el caso de una tienda de víveres en Colón, un poco coqueta y zalamera ella, La Complaciente, y una de venta de ropa en Bayamo: Los Buenos Precios. Hace mucho tiempo nadie encuentra por estos lares buenos precios como para quedar complacido. 

Otro caso bastante curioso lo hallamos en los círculos infantiles. En décadas pasadas, el fervor imperante por la construcción del socialismo provocó que a estos establecimientos le colocaran topónimos un poco curiosos y proletarios. Tanto es así que cerca de Carlos III en La Habana está Los Proletaritos. En Marianao podemos tropezar con Pequeños Microbrigadistas, y no se me quita de la cabeza la imagen de un niño con un casco de constructor que le queda gigante mientras echa mezcla en una cuchara de albañil. 

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Desde Guantánamo me informan que hay uno que se nombra Retoños Comunistas, pero también deberíamos hablar aquí de los que promocionan la solidaridad internacional, Los Amiguitos de… y coloque el país que desee usted. Esos abundan en varias regiones. Además, no solo pueden ser socios de naciones, sino también de productos y objetos como en Santa Clara, Amiguitos del Cemento, o en la Capital, Amiguitos del Átomo. 

En otras ocasiones, para parecer más encumbrados y querer hacernos los cultos (aunque no los cultivados), se eligen nominaciones un tin extravagantes. Así ocurre con la librería en Cárdenas: La Concha de Venus. Quizá lo hicieron para que se oyera más clásico y hacer referencia al nacimiento de la diosa griega y romana; sin embargo, en algunas regiones de América Latina concha se utiliza como sinónimo del aparato reproductor femenino. Cuando uno reflexiona acerca de ello, lo clásico se calza un par de chancletas metededos y se hace un nudo en la parte inferior de la blusa y te suelta un: ¿Cuál es tu miradera? 

Desde La Habana me cuentan que la cafetería de una funeraria se llama OK. Este término, OK, proviene de la expresión 0 kills (0 muertos) que se utilizaba en Estados Unidos cuando en una batalla no habían ocurrido bajas mortales, entonces… jum. Además, me luce un poco sarcástico nombrar a un establecimiento luctuoso “todo está bien”, que sería la traducción al cubano de OK. Puede ocurrir también que se cometan errores muy fuertes por desconocimiento, como designar a una escuela para niños ciegos y débiles visuales el nombre de Abel Santamaría, cuando se conoce la historia de este mártir. 

Aquí en Matanzas se puso de moda llamar a las cafeterías con fragmentos de canciones de reguetón como “La canchanfleta” o “Alamaylove”, si abordamos los negocios cuentapropistas. Al doblar de mi casa queda una que siempre me ha parecido muy inteligente la manera en que la definieron: La que ni se nota, porque es tan pequeña que realmente se le puede pasar por alto con mucha facilidad.  

Sobran los ejemplos de malas elecciones de nombre. Créanme, sobran: bodegas como La Cariñosa, La Surtida, La Ideal, La Bienaventurada, La Indecisa; y eso es si nada más hablo sobre esta clase de entidades. Te convido a que compartas con nosotros si conoces algún seudónimo que te haga pensar ¿cómo pudieron ponerle a eso así?

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