Los acontecimientos con que comenzó 1895 podían vaticinar la continuación del poder hispano en Cuba por lo menos para el resto del siglo, debido a la exitosa operación realizada entre la policía estadounidense y la inteligencia española que permitió el 12 de enero ocupar en el Puerto de Fernandina, en Florida, barcos y varios miles de fusiles, municiones y logística suficiente para enviar expediciones a la Isla.

El crimen lo propició, dicen, la madrugada. Y esa es una verdad relativa, porque otros se han cometido –antes y después– por las mismas manos e idéntico odio. Y todos –incluso el que ocurrió sobre el mediodía de Barbados– bajo la tiniebla de las mismas oscuridades que ha hecho tan larga, como hizo notar Fidel, «la historia de villanías y de crímenes de la reacción y de la contrarrevolución» contra Cuba.