La prestigiosa galería Villa Manuela, de la UNEAC nacional, acoge hasta finales de marzo la exposición Ex Libris: La huella de Eva, del artista y poeta Rolando Estévez Jordán, Premio Nacional de Diseño, como parte de la presencia de Matanzas en la 14 Bienal de La Habana.

La muestra consta de siete obras, en derroche de imaginación y estética, que recrean poemas de importantes escritoras, además de versos propios del autor.

A su regreso a Matanzas, en entrevista para la emisora Radio 26, el matancero Estévez Jordán señaló:

“Es una exposición con libros de arte, algunos de gran formato, que incluye un performance, que se realizará en los días de clausura de la muestra. Resume la historia de mujeres heroínas en el mundo poético.

“Una de las obras se inspira en una mujer cubano-judía y su prosapia, Las calles rotas de mi ciudad, de Ruth Behar Glinsky; el poema antológico Amo a mi amo, de Nancy Morejón, que aborda el tema de la esclavitud; y un poema a Frida Kahlo, escrito por mí y titulado Con duro polvo de óleo.

“Resaltan además los libros artísticos, Mirando una bandada de palomas en el cielo, de Digdora Alonso; Vestido de novia, un poema de Norge Espinosa; Mañanas, tardes, noches, de María Elena Molinet, igual que Suite para voz y corazón en traje negro, ambos inspirados en poemas de mi autoría.

“Son libros algunos de gran formato como el de Nancy y el de Frida, otros son más pequeños, pero todos se mueven en el ámbito del libro instalación, libros performance, en el que incluyen figuras metafóricas que escapan del propio cuaderno».

Al indagar acerca de sus motivaciones, Estévez indicó:

“Esto es un proyecto que empezó hace tiempo y tengo otros libros de arte dedicados a la feminas, porque me han interesado este tipo de textos ilustrados, pintados, con el uso de recursos incorporados como papel, fibras naturales, objetos metálicos, cera, sogas, tinturas, tejidos, piedras marinas, barro, cristal, en fin, fabricar una obra que establezca un diálogo entre la plástica y la literatura».

Para quienes la denominan como fabulación que toma cuerpo en el espacio y en la vitalidad de signos y símbolos de aspiración cósmica, esta exposición deviene recorrido visual y merecido a siete relevantes mujeres, resaltadas en dibujos y figuras de gran vuelo poético.

Famosas instituciones culturales coleccionan las obras de este escritor y artista visual, como el Ibero-Americaniches Institur en Berlín, la Biblioteca Británica de Londres, el Museo Atlántico de Artes Contemporáneas de Islas Canarias, el MoMa de New York, el Grolier Club y las Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

Asimismo, el Museo de Arte y Arqueología de la Universidad de Missouri posee una compilación de ejemplares únicos, entre otros centros académicos, que atesoran la conservación de los libros de Ediciones Vigía, sello del cual fue fundador y ahora se integra ediciones El Fortín, institución que el artista desde hace más de un lustro dirige en la Atenas de Cuba.

Ha participado en una treintena de salones y exposiciones colectivas dentro y fuera de Cuba y en más de treinta exposiciones individuales en diferentes géneros plásticos, entre los que resaltan los diseños escénicos del grupo teatro Icarón, de Matanzas.

Opiniones de la crítica sobre la exposición

Indira Hernández Alonso:

“En Ex Libris: La huella de Eva, la palabra pesa con densidad metafórica.En cada una de las propuestas está la imagen: el rostro, cuerpos, objetos, lugares; asociaciones diversas que se entretejen, articulan y dialogan, que el creador quiere compartir.

“La palabra como soporte de la memoria, de evocaciones que no se dejan arrastrar por ese sentimiento nostálgico de los recuerdos, sino parten del impulso de sus vivencias. Esa es su voz visual desplegada ahora en la Galería Villa Manuela».

Virginia Alberdi Benítez:

“Todo lo que hace Rolando Estévez Jordán (Matanzas, 1953) se halla tocado por el duende de la poesía, estado de gracia que va más allá de la palabra y se despliega en la fabulación que toma cuerpo en el espacio, en la vitalidad de signos y símbolos de aspiración cósmica, como quien en cada gesto de la creación quiere dejar testimonio de una imagen totalizadora.

“En un principio, como se observa en las siete obras que conforman la exposición La huella de Eva, la palabra pesa con densidad metafórica y altura lírica. La palabra como soporte de la memoria, de evocaciones que no se dejan arrastrar por ese sentimiento nostálgico que congela los recuerdos, sino parten del impulso de sustanciar vivencias entrañables y subrayar su proximidad con las propias vivencias del espectador.

“Pero también en el hilo conductor de la tormenta perfecta que se desata en cada una de las propuestas está la imagen: rostros, cuerpos, objetos, lugares. Asociaciones diversas que se entretejen, articulan, contraponen, dialogan, yuxtaponen y hasta en algún que otro momento llegan a negarse antes de alcanzar la certeza de lo que el creador quiere compartir con el prójimo».