b9.jpg
b9.jpg
previous arrow
next arrow

Fina junto al candil

Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 
Valoración:
( 0 Rating )

La vida y obra de Josefina García Marruz Badía, la ilustre poetisa origenista, a cuyo centenario está dedicada este año la Feria Internacional del Libro, se encuentra estrechamente vinculada a la historia de Ediciones Vigía.

“Estas ediciones de belleza carmelitana algún día serán buscadas porque la obra que persiste es la obra de amor”. Con esa frase de lirismo premonitorio describió Fina García Marruz (La Habana, 1923-2022) a la editorial matancera Vigía.

Son las mismas palabras que vuelan a la mente del escritor Alfredo Zaldívar cuando evoca la relación que unió a la poetisa origenista con la célebre casa yumurina, hacedora de libros artesanales.

Zaldívar, fundador del proyecto Vigía, recuerda cómo, a finales de los 80, conoció a la pareja conformada por la autora de Visitaciones y el también poeta y ensayista Cintio Vitier, en los eventos de jóvenes creadores en los que ellos participaban con asiduidad, como parte de esa generación.

“Me acerqué a ella para pedirle un texto inédito, de cuya existencia sabía porque habían salido algunos versos publicados en la revista Letras Cubanas. Me dijo que era muy grande para nosotros y me asombré porque pensaba que no conocía la editora. Le respondí: ‘Si nos lo da, lo publicaremos’.

“Así Créditos de Charlot (1990) se convirtió en nuestro primer libro. Hasta entonces habíamos hecho folletos, plegables, sueltos, pergaminos; pero no un volumen de más de 80 páginas y de esa contundencia.  

“Por mucho tiempo lo guardó celosamente porque no quería otra edición. Se emocionó mucho cuando vio el marcador que le puso Rolando Estévez, una cinta de cine en blanco y negro de 8 mm”.

Esta predilección por Vigía y por Matanzas quizá le viniera a Fina de un lazo más profundo e íntimo. Su gran amor, Cintio, había pasado la infancia en la Ciudad de los Puentes.

“Siempre que los invitamos, aceptaban venir con la condición de pasar por casa de Mario Argenter, gran amigo de la familia Vitier desde la adolescencia. En esas tardes, Mario tocaba el piano y ella cantaba. Cintio solía bromear con que era la mujer que más canciones cubanas sabía.

“De sus visitas a Matanzas recuerdo con especial cariño el primer Festival Vigía, en 1990. En esa ocasión los acompañaba, como tantas veces, Eliseo Diego. Hicieron un gran recital en la parte alta del edificio, que entonces era nuestro espacio; abajo se encontraba todavía la Casa de la Trova. 

“Luego se realizó otra lectura a las afueras de la Ermita de Monserrate. Los tres se sentaron con el Valle de Yumurí como fondo y recitaron sus poemas de cara a la bahía, mientras los jóvenes acampamos sobre el césped. Ahora esa estampa me parece un sueño, algo mágico que vivimos”. 

Lea también: Fina García Marruz y Rolando Estévez inspiran a Ediciones Vigía (+Fotos)

EL LIBRO DE JOB

En la opinión de la escritora Laura Ruiz, la relación con Cintio, Fina y Eliseo Diego resultó providencial para Vigía. “Creo que la historia de la editorial sería otra sin la intervención de ellos, sin su confianza, sin el hecho de que tres autores tan leídos, tan estudiados, con una obra sólida, entregaran sus libros inéditos a un proyecto nuevo”. 

Siendo muy joven, Laura tuvo la responsabilidad de editar El libro de Job (2000), segundo poemario de Fina, que vio la luz en la casona de la calle Magdalena. Aún se estremece al rememorar el respeto casi reverencial con que se acercó a esa obra, cuánto miedo tenía de equivocarse.  

“Estábamos haciendo el cotejo de las citas bíblicas y había algo que no correspondía. Me tocó llamarla por teléfono y yo temblaba. Cuando por fin logré articular palabra y decirle lo que pasaba, me contestó con franqueza algo tan dulce como: ‘Es normal, Laurita, usé un cartabón para marcar las citas y debe haberse desplazado del lugar’. 

“Una gran mujer, capaz de asumir su error con total naturalidad. Resultó muy hermoso también porque te daba paso a su intimidad: ella realizaba sus tareas hogareñas a la vez que escribía y, en algún momento en que se levantó, perdió la referencia. Era entrar de otra manera al mundo de la autora”. 

Además de las citas matanceras, en muchas ocasiones la pareja de poetas habaneros fue al encuentro de los vigías, cuando estos hacían sus presentaciones en la Fundación Alejo Carpentier o la Biblioteca Nacional. 

“Esa delicadeza de Fina, de entregarnos sus obras, de viajar hasta aquí o moverse dentro de la Habana para encontrarnos, nunca estuvo acompañada de un gesto de condescendencia.  

“Siempre cálida y dispuesta a dar, siempre sonriendo a los jóvenes locos que éramos. En todo momento existió un trato de igual a igual, una horizontalidad muy bella. Te hacía sentir que estabas a su altura y eso solo pueden lograrlo los grandes y los humildes de verdad.

“Quizá soy muy presuntuosa, pero creo que ella sentía a Vigía como una prolongación de la poesía encarnada en ese gesto de hacer los libros con las manos”. 

Lea también: Matanzas en el alma de Fina

LA SONRISA TRAS EL ABANICO

“No puedo acordarme de Fina si no la pienso junto a Cintio”, asegura Agustina Ponce, actual directora de la editorial. Ambos se comportaban con una timidez sorprendente. Ella era muy delicada y en cada cosa demostraba la inmensa devoción que sentía hacia su esposo. Siempre le observaba con ojos admirativos; le dejaba hablar primero.

“Al conocerlos, se constataba su pertenencia a una estirpe de pedagogos, de artistas y escritores que han defendido un apellido, no para presumir de él, sino para colmarlo de gloria con sus logros personales. 

A juicio de Agustina, la relación con el matrimonio Vitier-García Marruz representa un puente que trajo a Vigía a otros miembros del clan: Sergio, José María, José Adrián, Laura. 

“Transmitían esa aura de paz, de sosiego, de recogimiento, muy alejada del estereotipo del intelectual bohemio. Eran personas entregadas a una fe no solo depositada en Dios, sino en la familia, la literatura, en una obra de vida. 

“Cuando se presentó el Libro de Job, coincidió con el lanzamiento de un texto de Raúl Ruiz sobre Medardo Vitier, padre de Cintio, y los invitamos a los dos a presidir la actividad, junto a Carilda Oliver, que también estaba aquí ese día.

“Fue la primera vez que vi a Fina reír con cierta picardía, picardía comedida, ante las ocurrencias de Carilda. Recuerdo que, por pudor, se tapó un poco con el libro que tenía en la mano, como lo haría una dama decimonónica con su abanico”.

Poder en un clic

Desde el Gobierno depositamos nuestra atención en este soporte que, mediante la participación ciudadana, deberá convertirse en una herramienta para la gestión, interacción y diálogo social. Ponemos a su disposición las primeras encuestas de esta sección, cuyo objetivo es evaluar el estado de opinión general con respecto al Portal.

Agradecemos su participación.

¿Cómo evalua el portal del ciudadano?
De estos organismos, ¿cuál ha sido más eficiente en dar respuesta?
A su juicio, nuestra prioridad de trabajo con el portal debería enfocarse en: