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Obra literaria de joven cubano-chileno obtiene prestigiosos premios en Chile

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El joven intelectual cubano radicado en Chile Mauricio Leandro Osorio posee una amplia trayectoria intelectual y profundas investigaciones.

Hace algún tiempo el joven intelectual cubano radicado en Chile Mauricio Leandro Osorio sostuvo un encuentro mediante videoconferencia con los periodistas del periódico Girón. Aquel contacto representó una jornada memorable para el colectivo del semanario matancero, al tener la oportunidad de intercambiar con un avezado estudioso de la Comunicación.

Al leer su currículum nos percatamos de que ha llegado a teorizar sobre las nuevas dinámicas que enmarcan a los procesos comunicativos con resultados sobresalientes, destacando, además, sus conocimientos en comunicación estratégica y marketing político, con experiencia en campañas presidenciales, parlamentarias y municipales, junto a estadistas de la talla de Xiomara Castro, Pedro Castillo y Luis Arce, entre muchos otros.

A su amplia trayectoria intelectual se suman sus profundas investigaciones que se han convertido en libros, como el caso de Búlgaros. El ejército entrenado para matar a Pinochet.

Ante la repercusión alcanzada por su obra, decidimos contactarlo a través de las redes sociales, y gustosamente accedió a entablar el diálogo, el cual resultó ameno y hoy compartimos con los lectores.

¿Cómo surge esa inquietud por la escritura?

—Desde muy pequeño me gusta la lectura y la escritura. Me acerqué a ellas a través de mi tía Ofelia, una mujer amante de la trova y la poesía. Siendo estudiante gané concursos como Leer a Martí y Sabe más quien lee más,en instancias provinciales. Inicialmente estudié Historia del Arte, aunque mi primera opción era Filología; sin embargo, al poco tiempo decidí seguir los pasos de mi padre y me cambié a Periodismo, básicamente porque quería escribir.

—¿Cuál es tu vínculo con Cuba?

—Cuba es mi patria. Nací en el hospital de Maternidad Obrera, en Marianao, La Habana. Mi madre y abuelos maternos viven en el barrio de Buena Vista. También tengo familiares en Matanzas, en Las Tunas, Bayamo y hasta en Guisa. Mi padre es chileno y de pequeño viví varios años viajando entre Cuba y Bolivia, aunque estudié la carrera de Periodismo, y de un momento a otro defenderé mi tesis de Máster en Comunicación Política en la Universidad de Chile. Es por eso que hoy vivo en Valparaíso con mi esposa Jennifer y nuestros hijos Ernesto y Celeste.

¿Cómo te acercas al tema de tu libro Búlgaros. El ejército entrenado para matar a Pinochet?

—Durante mi época de universitario, allá por el año 2014, empecé a levantar información acerca de este grupo de chilenos que se formaron como oficiales de ejército en la entonces República Popular de Bulgaria, con el fin de enfrentar a la dictadura de Augusto Pinochet.

“Incluso, antes de ingresar a la universidad, tenía gran interés por desenterrar esta historia, principalmente rescatar la figura de José Valenzuela Levi, quien planificó y dirigió en terreno la emboscada contra Pinochet el 6 de septiembre de 1986”.

¿Cuándo decides que lo investigado se puede convertir en un libro?

—Esta investigación, que se inició en la universidad, fue muy bien recibida por las profesoras y profesores de mi carrera, quienes me sugirieron que siguiera indagando en ella. Aún recuerdo que decían que Búlgaros daba para hacer una serie de televisión, así que al salir de la universidad y en paralelo a mis trabajos como periodista, comencé a profundizar en esta historia, proponiéndome entrevistar a todos los sobrevivientes dispuestos a hablar.

—¿Según avanzaba tu investigación, cómo era el grado de compenetración con el tema?

—Me estimulaba mucho el desentrañar historias que varios familiares de los propios protagonistas desconocían. Me refiero a historias de personas que ya habían fallecido, como es el caso de Luis Canales, “El Señor del Sombrero”, un destacado personaje de la obra y dirigente comunista, cuya experiencia de vida militante era poco conocida por sus propias hijas e hijo.

¿Qué percepción tienen los chilenos del período de la dictadura?

—Partiré señalando que por eso es tan necesario recuperar la memoria histórica, pues con el paso de los años y principalmente hoy, con el bombardeo de información que recibimos a través de la difusión de noticias falsas, es necesario revisar la historia.

“Este año con mayor fuerza, cuando se conmemoran los 50 años del golpe militar, en un país donde todavía mantenemos la constitución impuesta en 1980 por la dictadura. Claramente existen distintas percepciones, pero me atrevería a señalar que hay una posición mayoritaria de chilenas y chilenos que sienten necesario superar aquellos amarres de la dictadura que aún atan a Chile férreamente al modelo neoliberal y a un alineamiento disciplinado a las posturas pautadas por Washington y la OEA”.

¿Cómo asumen las nuevas generaciones ese período histórico que marcó tanto a Chile?

—Es una pregunta difícil de responder, pero podemos ver en el mismo gobierno de Chile que al menos hay una impronta por rejuvenecer la política. Aquellos jóvenes que marcharon el año 2011 contra la educación de mercado impuesta en dictadura, hoy son gobierno.

“El presidente Gabriel Boric y la ministra vocera de gobierno, Camila Vallejo, fueron destacados dirigentes estudiantiles que actualmente encabezan un gobierno de centroizquierda, que ha tomado posturas moderadas y se encuentra más bien maniatado ante una difícil correlación de fuerzas tanto en el Congreso, como ante un desmoralizado movimiento social, algo que se arrastra desde la derrota electoral del 4 de septiembre de 2022, en un plebiscito que pretendía cambiar la constitución, siendo una derrota que algunos perciben como un fracaso estratégico”.

—¿Qué importancia le atribuyes a tu libro como herramienta necesaria para rescatar la memoria histórica?

Búlgaros es un thriller de no ficción que rescata un período desconocido de la historia reciente de Chile. Su importancia radica en que sus testimonios son prueba de que con organización y decisión, los pueblos pueden defenderse y enfrentarse de modo eficaz a poderosas fuerzas, incluso en los momentos más difíciles y represivos.

—¿Cuán difícil puede resultar imponer temas pocos tratados ante la avalancha informativa de las transnacionales de la información?

—Este es un gran desafío, pero resulta motivador ver que cada vez hay más interés de lectores, espectadores y audiencias en general de reencontrarse con esta época a través de libros, películas y series. Es por ello que el trabajo de rescate de la memoria histórica es también una batalla ideológica, donde heroínas y héroes populares disputan palmo a palmo contra los personajes de ficción de las grandes producciones hollywoodenses. Es un interés que va en aumento y que contradice a ese Chile que, en las postrimerías del siglo XX, apostaba por una juventud apolítica y desinteresada. 

Hablemos de Cuba. ¿Estás al tanto del proceso de aprobación de una nueva ley de Comunicación Social en nuestro país?

—Me parece necesario legislar y actualizar ciertas normas relacionadas con la comunicación, más cuando en el concierto internacional hemos sido testigos de cómo la difusión de información falsa funciona como un arma de guerra psicológica para generar pánico y manipular a las poblaciones.

 —Desde tu posición de teórico de la Comunicación, ¿qué importancia le concedes a una ley de este tipo?

—Si bien este tipo de ley debe ir en la línea de democratizar el derecho a la información, debemos tener claro que también es necesario evitar que la manipulación se tome la pauta informativa y se repitan casos como lo que ocurrió con Cambridge Analytica y su intervención en el Brexit o en el plebiscito en Colombia por el acuerdo de paz. También existen otros casos donde las noticias falsas han servido de campaña del terror, ahí tenemos la elección que colocó como presidente de Brasil a Jair Bolsonaro o a Donald Trump, en la Casa Blanca.

¿Qué opinión te merece la funcionalidad y existencia de medios contrahegemónicos en un contexto dominado por las agendas y matrices que imponen las transnacionales de la información?

—Es de suma importancia tener medios contrahegemónicos y, más que eso, debemos empezar a construir una comunicación que busque no solo quedarse en el terreno de lo alternativo. Debemos y podemos posicionar medios, programas, contenidos que disputen la agenda informativa, que construyan información de interés social, propicien la reflexión, el debate y también disputen sin miedo las audiencias.

“Si asumimos que las trincheras de las revolucionarias y revolucionarios modernos son las ideas, es precisamente la comunicación social, pero también la cultura, algo que debe movilizar al pueblo y no estancarnos o acomodarnos en una actitud pasiva, donde transcribimos comunicados y se responde solo cuando se nos interpela”.

-—Regresando a tu libro, hablemos de las satisfacciones que te ha brindado, de los premios y la acogida de los lectores.

—Realmente los premios y la acogida de lectoras y lectores han sido una motivación gigante para seguir escribiendo. La recepción y los comentarios, principalmente de familiares de los protagonistas, han sido palabras muy alentadoras, así como los galardones recibidos. Primero obtuve el Premio Nacional Literario del Ministerio de las Culturas de Chile en el año 2020, en la categoría de no ficción Escrituras de la Memoria, como obra inédita; pero hace poco, fui ganador del importante Premio Municipal de Santiago 2022, ya como obra publicada.

—¿Algún proyecto inmediato?

—Actualmente estoy trabajando en dos investigaciones de historias similares a Búlgaros…, pero en distintos lugares. Una de estas historias ocurre en la ciudad donde vivo, Valparaíso, y la segunda investigación, aunque está relacionada con Chile, es el testimonio de un internacionalista que conocí en Colombia y que vivió los momentos más dolorosos y oscuros de la guerrilla FARC en los años previos a la firma definitiva del acuerdo de paz en 2016.

Unas palabras a los lectores del semanario Girón para despedirnos.

—Un saludo especial al público de Girón y espero con muchas ansias poder publicar mi primer libro en mi patria, para que en Matanzas y en toda Cuba conozcan esta historia y constatemos que como país también aportamos nuestro granito de arena. Búlgaros… es una muestra de que el internacionalismo cubano no tuvo ni tendrá fronteras. (Fotos: Cortesía del entrevistado)

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