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Manuel, coloso de la artesanía

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Manuel, además de ser artesano, es una persona laboriosa, que obtiene cuanto se propone al poseer una facultad extraordinaria.

En su amplio repertorio artístico lo distinguen réplicas de tan buen acabado como el Coliseo Romano, exponente ejemplar de esas reproducciones artesanales hechas con madera preciosa que ponderan la creatividad, salidas de sus manos. Sin embargo, además del talento, resalta en Juan Manuel Carmona Blanco la sencillez como ese elemento humano indispensable para lograr obras de esa envergadura.

Papillo, nombrado así por familiares y amigos desde la infancia, o Carmona durante sus años de servicio como oficial del Ministerio del Interior, desde temprana edad demostró habilidades naturales al utilizar cuanta pieza de madera paraba en sus manos.

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No fue hasta 1998 que oficializó su incursión en el mundo de la artesanía mediante lo que designa como pequeño formato: la habitación de su hogar, con ayuda de equipos afines que le facilitaban el trabajo. Si bien reconoce que las piezas requerían mejor terminación, faltaba camino por recorrer y perfeccionamiento. “Al menos había vocación y voluntad”, reconoce.

Vestido de otros “trabajos”, con mezcla de grasa y campo en su vestimenta, pues se ocupa de una finca aledaña al poblado de San francisco, mientras conversamos repara el compresor que emplea para barnizar sus obras. Ocupa un sillón metálico y nos cede otro en el amplio portal de su hogar, en el barrio Naranjal Norte, en la periferia de la capital yumurina. El amplio espacio sirve para divisar gran parte de la ciudad, y quizás la imagen inspire a este artesano de mente creativa en noches estrelladas que, a lo lejos, acogen también las luces de la citada urbe.

“Aquellas primeras producciones me servían de presentación. Con ellas visitaba a quienes ya comercializaban. Objetivo, que compraran lo mío, y así avancé de forma gradual hasta construir mi primer taller en un cuarto de la casa. Mejoré en condiciones y medios propios. Al ver aquello, Aida, mi esposa, pensó que me había vuelto loco, todo estaba al revés. Le expliqué y, más o menos, aceptó.

“Me preguntan por qué utilizo la madera y no otro material. Es un recurso natural en su fibra, colores y variedad, que propicia la elaboración de piezas. Reconozco que mi inclinación por la artesanía no tuvo raíces familiares cercanas o lejanas. Fui autodidacta, además de contar con el inestimable apoyo de mi amigo y colega Luis Octavio Hernández Rodríguez, quien devino guía en mis comienzos”.

EN PALABRAS DE SU GUÍA

Al respecto, este último, quien funge como director del Grupo Palma de Artesanía, reconoce en Manuel a una persona laboriosa, que obtiene cuanto se propone al poseer una facultad extraordinaria.

“Él logra un buen equilibrio entre belleza y funcionalidad. Sus obras principales son ejemplo, como los humidores de tabaco. Es atrevido en su realización, porque se ha propuesto reproducciones históricas, patrimonios nacionales y universales, como el Coliseo Romano y el Capitolio de La Habana, creíbles gracias a su objetividad y logro artístico. Su dominio es tal que merece loas de cuantos conozcan o no de obra y estilo. Trabaja la madera de forma preciosa y exquisita, con ensamble del propio material vegetal.

“Su selección, ya sea de caoba o cedro o cualquier otra, es siempre adecuada. Tiene un dominio técnico exacto de la dimensión de los estuches de tabaco, de acuerdo con la vitola larga, media o corta. De ahí el logro de premios y menciones en salones de Puro Arte, Festivales Habano u otros sitios. Como afiliado de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (Acaa), posee buena disposición hacia nuestras actividades. Mediante el Fondo de Bienes Culturales incluye trabajos en diversos proyectos sociales.

“Por ejemplo, en escuelas primarias como Mariana Grajales, Secundaria Básica Héroes del Moncada y en la del poblado de Ceiba Mocha, en las que restableció íntegramente la carpintería en puertas, ventanas y donde hizo falta su talento creador. No fue un trabajo más, sino obras hechas con gusto, calidad y amor”.

EL ARTESANO DEL CAPITOLIO Y DEL COLISEO

Papillo no demoró mucho en participar en exposiciones personales, eventos artísticos o apoyo a trabajos convocados por la Acaa: “Incluso, acudí a encuentros oficiales antes de obtener la categoría de artesano artista y el registro de creador. Curiosamente, una de mis realizaciones más relevantes surgió en esa época: El Capitolio.

“Al pasar el tiempo llegaría la que considero una de mis mejores muestras: El Coliseo Romano. Inmenso, elaborado hace más de dos años, posee 27 632 piezas de madera, así como ocho humidores para la conservación de tabacos. Participó en varios eventos nacionales, pero no pudo subastarse por no ser inédito, pues antes se había expuesto en una expo y esto lo invalidó para presentarse como tal. Se halla en la filial de la Acaa, donde se exhibe al público.

“Mi hacer está dentro de mí, mi única ambición es crear y vivir para el bien familiar y social, en especial mi esposa Aida, pues junto a ella crece lo verdadero, ese motivo para fraguar lo nuevo, siempre desde mi tierra. Y sin esta, mi Patria, considero que para mí nada es posible”, manifiesta el artesano, que este viernes 23 de junio arriba a su 58 cumpleaños. 

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