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Enrique Plá: “Si todo desapareciera, rescataría la batería y me pondría a tocar” (+ Fotos)

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Enrique Plá, percusionista villaclareño, considerado uno de los mejores bateristas de Jazz en Cuba. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Antes del drums, cuando eran desconocidos para él la fuerza que emana de la percusión y el deleite que se logra en ese viaje sonoro, Enrique Plá García tomó en sus manos un lápiz y una cartilla y fue para un poblado cerca de Santa Clara a alfabetizar. Ese dato pocos lo conocen.

Era un niño intranquilo que aprendió a tocar de manera empírica, a oído, y un día dijo “tengo que ir para La Habana porque allá está la gente que sabe”. Ingresó en la Escuela Nacional de Arte y terminó, años más tarde, tocando la batería en una agrupación que hasta hoy es un paradigma en la música cubana.

Por más de 30 años Enrique Plá fue el baterista de Irakere, el inseparable compañero del guitarrista Carlos Emilio Morales y el complemento de Oscar Valdés cuando tocaba los tambores afrocubanos que definió el trabajo de esta agrupación. Ese joven inquieto impulsó y maduró su estilo musical con estudio, tesón y pasión por el instrumento.

***

—¿Cómo reacciona cuando tiene todas las miradas puestas en usted?

-Nací con el don de saber interpretar la música. Uno siempre se estresa antes de iniciar el espectáculo, pero lo importante es creerse el dueño de lo que se va a tocar.

—Y cuando nadie lo mira, ¿cómo es Enrique Plá?

-Soy una persona normal, que no se cree muchas cosas. Lo único que me gusta es tocar, y hacerlo bien. Cada vez que he podido cooperar con alguien en mi trabajo, de acompañamiento mayormente, lo he hecho con todo el cariño del mundo.

“Últimamente, he tenido la oportunidad gracias a Bis Music de poder hacer algunos DVDs, CD, tanto tocando como productor. Cuento con la ayuda de Alejandro Falcón, Dayron Ortiz...

“Cuando mi papá me compró el primer instrumento me dijo: ‘oye, qué caro costó eso’. Hoy me siento muy feliz por la oportunidad que he tenido de, con el drums, desde la parte de atrás del escenario, hacer un trabajo digno, con cierto reconocimiento”.

***

—¿Por qué la música? ¿Había alguien en su familia que ejerciera alguna profesión vinculada con las artes? 

–A mi mamá le gustaba la música, el piano y luego mi hermana mayor lo estudió, aunque terminó como profesora de economía política en la universidad. Ahora mismo está en Miami y con 85 años sigue tocando el piano.

“El viejo compraba muchos discos. Lo llamaban de la tienda en Santa Clara cuando llegaba cualquier fonograma nuevo. Mi hermana, 11 años mayor, traía álbumes a la casa de rock and roll, pero también de la Aragón, de Fajardo y sus Estrellas, del Quinteto Instrumental de Música Moderna de Frank Emilio Flynn, de Guillermo Barreto y de Cachao y su Ritmo Caliente”.

—¿Cómo fueron sus primeros años? 

–Antes de venir para La Habana tocaba algunas veces en la orquesta de Los Praga sustituyendo al baterista. Estudié algo de solfeo con el maestro Roberto Urbay, el papá del maestro Marcos Antonio Urbay, de Remedios. También, con una profesora en el conservatorio de Santa Clara.

“Tocaba en las noches y, por suerte, en el último año de secundaria tenía clases por las tardes y podía dormir las mañanas. Terminé el curso por los pelos porque, aunque siempre fui un alumno de cien, cuando empecé en la música, ¡por tu madre!, hasta mi papá y mi tío tuvieron que ir a hablar con el director de la banda de Santa Clara para decirle que no me entretuvieran más que estaba fallando en la escuela.

“Mi viejo era contador público, graduado de la escuela de comercio y quería que fuera a la universidad. Opté por la música y en segundo año de la ENA ganaba casi lo mismo que él, más el dinero que recibía por las grabaciones”.

—¿Cómo ingresa en el sistema de enseñanza artística? 

–Avisaron en Santa Clara que venían de La Habana haciendo pruebas de captación para la ENA. Me presenté con mi batería y Pedro Cruz me dice, que, aunque lo que se estudiaba era percusión sinfónica, me iban a aceptar porque tenía conocimientos y actitudes para la música.

“A las dos o tres semanas traje mi batería de Santa Clara y la metí en un garaje. Aquello era violento. A batería limpia y Arturo Sandoval con la trompeta”.

—¿De qué manera influyó en su concepción del arte nacer en Santa Clara?

—Mis padres empezaron a trabajar en la universidad en el 52. Yo nací en el 49, tenía tres años. A mitad de mañana iba con la señora que trabajaba en mi casa para su barrio, El Condado. Recuerdo a sus sobrinos tocando las tumbadoras. Esa fue mi realidad. Mi mamá le decía ‘Amada, me vas a fastidiar el chamaco’.

“Parece que yo traía algo de eso, porque aunque te enseñen a tocar la tumbadora, si tu no lo tienes en las venas, el ritmo no te sale. Así fue que empecé a tocar.

“Otra vez me cogieron con las marugas acompañando a mi hermana en sus lecciones de piano. Un vecino que tocaba en la Banda de Santa Clara le dijo a mis padres que yo tenía tremendo oído rítmico. Nací así y después no perdí tiempo. Empecé a tocar y no paré hasta que terminé en La Habana”.

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Enrique Plá, percusionista villaclareño, considerado uno de los mejores bateristas de Jazz en Cuba. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

—¿Cómo lo definen otras personas?

–No sé. Eso habría que preguntárselo a los demás. Ernán, Chucho...siempre dicen que mi estilo de tocar es muy de Irakere, una música a la que le impregnamos nuestro sello. Tenía que ver mucho con nosotros.

—¿Cuál es el fallo más grande que ha cometido?

–No estudiar el piano. Mi mamá me lo decía, al igual que María Antonieta Enrique, quien fue también profesora de Emiliano Salvador.

—¿Qué prefiere hacer en su tiempo libre?

–Me gusta la música, los automóviles, los aviones. Siempre me siento bien, tengo buen carácter. Cuando me voy a poner mal reflexiono y digo ‘no, no puedo’.

—¿Cuál es la decisión o proyecto que ha tomado del que se siente más orgulloso?

–De todo lo que he hecho desde que empecé en la música. Trabajé en Santa Clara con mis amigos Los Pragas, después aquí en la Orquesta Cubana de Música Moderna.

“Fueron icónicas las grabaciones que se hicieron con esta agrupación, que llegó a ser la que más grababa en la Egrem. Luego, pertenecer al Cuarteto de Jazz, al Quinteto y a Irakere”.

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¿Por qué la batería? Fue atracción a primera vista. Enrique Plá, aunque también toca tumbadora y los timbales, siempre tuvo condiciones físicas para sentarse en el drums, y uno de los elementos más importantes: la coordinación.

Una vez que sale de la ENA, el baterista pasó por las filas de varias agrupaciones: Orquesta del Cabaret Carnaval en1964; Grupo Renté, Universidad de La Habana, 1966; Sonorama 6, 1966-1967, con Martín Rojas, Eduardo Ramos, Rembert Egües, José Luis Quintana (Changuito); la Orquesta Cubana de Música Moderna (fundador, 1967-1971), dirigida por Armando Romeu González, integrada, entre otros, por Chucho Valdés, Leonardo Timor, Luis Escalante, Carlos Emilio Morales, Orlando López (Cachaíto), Antonio Linares, Leopoldo Escalante; Quinteto Cubano de Jazz, 1968; y la Orquesta Sinfónica Nacional, 1968-1971.

“Pasé por un Cuarteto de Jazz con Chucho, Paquito D'Rivera y Carlos Puerto. Este fue el embrión de Irakere. No estuve cuando se crea  porque a Sandoval y a mí nos mandaron para la Banda del Estado Mayor, porque iban a celebrar el 15 aniversario de las FAR y necesitaban un una agrupación potente. Estuvimos tres años ahí”, cuenta Plá.

Cuando terminó en la Banda del Estado Mayor, recuerda que estaba en Cuba el Circo Soviético que salía de gira por todo el país, y se fue con ellos como segundo baterista junto a Guillermo Barreto. “Desde Guantánamo hasta Pinar del Río. Un vacilón. La pasamos muy bien”.

Sobre el éxito de Irakere, Enrique Plá asegura que todo lo que se hizo, en su opinión, fue original para la época: la forma de tocar la batería, la tumbadora, el bajo, los arreglos del maestro Chucho Valdés, la composición, los solos. “Lo que finalmente definió la sonoridad de la agrupación fue la percusión y la mezcla de todo”.

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Enrique Plá, percusionista villaclareño, considerado uno de los mejores bateristas de Jazz en Cuba. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

—¿Cuál es su mayor defecto?

–A veces soy impulsivo, pero últimamente me controlo. Antes me ponía mal, pero no ya no porque me dijeron que me podía dar un infarto. Eso no lo puedo permitir.

—¿Cuál es su mayor virtud?

–Ayudo a la gente y me gusta enseñar. Comparto lo que tengo. Soy así. Al principio no; cuando estaba en la ENA mis compañeros me pusieron ‘durañon’. Venía de Villa Clara, tenía 14 años. Pero después, estar en una beca y esa vorágine de estudio y de compartir con los amigos me cambió.

—¿Cuál ha sido su mayor sueño?

–¡Increíble!, pero mi mayor sueño era ser piloto, pero la vista no me ayudó. Sin embargo, la vida me premió y he podido viajar mucho. Cada vez que podía me le colaba en la cabina y disfrutaba el momento.

—¿A qué le tiene miedo?

–Respeto a los ratones. También a los perros y gatos.

***

— ¿Qué significa el jazz? 

–Siempre me gustó porque es una forma muy espontánea de improvisación. El acompañamiento también tiene su cosa porque tienes que saber la forma en la que toca ese músico que tienes al lado. Además, te da la posibilidad de hacer solos con la armonía y la melodía, así como lo hacen los saxofonistas.

“El jazz te tiene que gustar, si no lo sientes no te va a salir, aunque esto no quiere decir que seas un buen improvisador. Mira, el Guajiro Mirabal no es jazzista pero es una clase de músico improvisador con el que te tienes que quitar el sombrero”.

—¿Y la música afrocubana?

–Es muy importante porque de ahí sale prácticamente todo: la comparsa, el son, el songo, el mozambique, el pilón.

—¿Qué significa la docencia? 

–Increíble. Pensé que yo no tenía condiciones para impartir clases y la vida me demostró que sí. A mucha gente no le gusta la docencia , pero yo me siento bien con eso, aunque necesito tocar.

“Cuando explicas una cosa tienes que estar seguro de lo que vas a decir y tener experiencia. Los alumnos te hacen preguntas y delante de un aula no puedes improvisar”.

Enrique Plá, percusionista villaclareño, considerado uno de los mejores bateristas de Jazz en Cuba. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

—Si hace una vista panorámica a su vida, ¿está satisfecho?

–Sí, por supuesto. Me siento muy bien con los lugares que he podido visitar, y con los que no, también. La vida te da oportunidades y tú las aprovechas, pero no te puedes volver avaricioso.

“Esa filosofía se aplica igualmente a la música porque a veces el nivel de interpretación o la manera en la que tocas, la mides comparándote con otro percusionista.

“En la música lo más importante es el gusto que tú tengas, porque estamos muy bien formados técnicamente— en el mundo y, sobre todo, en Cuba —pero lo que se te ocurra después, lo que te pide el productor o director, es lo que define tu estilo y permite que puedas sentirte feliz cuando termina el trabajo”.

—¿Qué es aquello que quiso hacer, no puedo y ya no puede hacer?

–Me siento bien tocando pero hay determinadas técnicas que no pude hacer cuando era joven y ahora me es imposible. La resistencia no es la misma. No obstante, disfruto la vida. Eso es lo más importante.

—Si todo desapareciera y pudiera rescatar una sola cosa, ¿qué sería?

–Una batería y me pondría a tocar.

Enrique Plá, percusionista villaclareño, considerado uno de los mejores bateristas de Jazz en Cuba. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Entre los paradigmas de Enrique Plá están Chucho Valdés, Ernán López-Nussa, José María Vitier, Pancho Amat...

Ha tenido la posibilidad —y agradece— de tocar junto a Leo Brouwer, Frank Fernández, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Emiliano Salvador, Arístides Soto (Tata Güines), Bobby Carcassés, Miguel Aurelio Díaz (Angá), José Luis Quintana, Richard y Rembert Egües, Sergio Vitier, Joaquín Betancourt, Alfredo Muñoz, Michel Legrand, Freddie Hubbard, Grover Washington, hijo; Rubén Blades, Willie Colón, Oscar D’León, Ray Barretto, Herbie Hanckok, Chick Corea, Yellow Ja, Dizzy Gillespie, Ronnie Scott, Dave Brubeck, Stan Getz, Maynard Ferguson, Gerry Mulligan, Louis Bellson, Max Roach, y los grupos de Wynton Marsalis y Branford Marsalis.

Si indagas por un momento que haya marcado un antes y un después, Plá califica su carrera como ascendente, normal, sin grandes saltos. “He tenido suerte, pero también, como te dije anteriormente, todo lo he hecho muy pausado, pensando, consultando muchas veces con la almohada. Eso lo aprendimos con Óscar Valdés”.

A mí no me diferencia nada, todos los percusionistas somos iguales, responde a la siguiente pregunta. “Lo que nos distingue es quizás el punto de partida, o la forma de interpretar. Puede que no tenga la facilidad ahora mismo para ejecutar cosas rápidas, pero me voy por otro lado. Como me dijo Chucho: ‘todos tocan bien, pero tú tienes que ver más con nosotros, con Irakere’”.

Con Silvio Rodríguez aprendió una forma diferente de acompañamiento, donde el sonido del instrumento no puede distraer la atención de la letra.

“Los percusionistas y los músicos—se lo digo siempre a los alumnos — tenemos que tener un reservorio de ritmos, ideas y formas de plasmarlas. Eso nos da la posibilidad de maniobrar con la música”.

***

— Si pudiera comenzar de cero, ¿qué cambiaría?

–Lo primero que haría es, terminando la clase inicial de percusión, ir a las de piano, sin protestar. Ese es el instrumento dominante.  Los que son buenos pianistas y percusionistas lo tienen todo en las manos, y manejan de forma diferente los arreglos, aunque al final tienen que ceder ante la percusión.

—¿Qué consejo le daría a su versión de hace veinte años?

–Inicialmente, lo del piano, y después, que no se vuelva loco en el instrumento, porque la cabeza se te va y empiezas a perder la técnica. Eso hay que saberlo compensar.

“Recuerdo que Changuito me decía ‘oye Plá, no te puedes volver loco’, y él tenía razón. Hay que pensar lo que vas a hacer, y eso lo dicen otros intérpretes famosísimos.

“Primero, se espera a que los otros instrumentistas se pongan de acuerdo, y luego sale de la percusión toda la parte de la melodía y la armonía. Hay que tener talento para colocar todo eso en el lugar que le toca”.

—¿Cuáles son sus principios y valores sagrados? 

–La honestidad, la moral y ser consecuente con mi forma de pensar y actuar. Siempre tratando de ayudar al prójimo.

— ¿Qué significa Cuba? 

–Cuba es todo. Fíjate que yo nací aquí, toda mi familia está afuera del país, y yo estoy aquí.

Enrique Plá, percusionista villaclareño, considerado uno de los mejores bateristas de Jazz en Cuba. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

—¿Qué siente cuando toca el drums?

–Tranquilidad. Es mi casa. Me siento en el timbal y la tumbadora y toco, pero no es lo mismo.

—¿Cómo se manifiesta la cubanía en su música?

—La cubanía es tocar tus ritmos originales primero, y después, la evolución que han tenido esos ritmos en las diferentes generaciones. A pesar de esa transformación, todo tiene que ver con el sonido original. Siempre hay que regresar a la raíz, sobre todo en la música cubana que parte de la música afrocubana y la española.

–¿Qué significa el éxito?

–Es llegar, tocar y que la gente te admire. Aunque no sea tan fantástico el trabajo, me reconforta que el público aprecie su valor.

—Al terminar esta entrevista, ¿qué tres cosas debería llevarme de usted?

–Primero mi gratitud; segundo mis consejos de vida y las sugerencias para los músicos profesionales, y sobre todo, para los bateristas; y tercero, mi amistad.

***

—¿Qué es aquello por lo cuál moriría?

–Moriría por la Revolución. Seguro que sí...seguro que sí.

—¿Alguna vez ha pensado en tomarse un año sabático?

–Nunca. No puedo. Salíamos de vacaciones y a los días llamaba a todo el mundo porque estaba loco por trabajar. Lo más importante son las ganas, mientras las tenga, seguiré tocando.

—¿Cómo le gustaría que lo recuerden cuando ya no esté?

–Como una persona que fue consecuente con sus actos, que ayudó al prójimo y contribuyó con el desarrollo de la percusión en Cuba.

***

La improvisación y Enrique Plá están en la misma oración solo en el jazz. Antes de subir al escenario e iniciar una presentación, lo más importante en su rutina es el calentamiento. Luego como si cerrase los ojos, siente la música y se deja llevar.

Quizás, si la vista lo hubiera acompañado hoy fuera piloto comercial porque su segunda pasión es la aeronáutica.

“Eso era lo que me gustaba. Guapeaba en los aviones. Una vez fui de La Habana a Londres en uno de los asientos de la cabina de un IL-62. Fueron ocho horas y media de vuelo. Me pude hasta sentar en el asiento del copiloto”, cuenta con una emoción que solo han visto los que han podido presenciar a Plá sentado en el drums.

Él, como la mayoría de los bateristas, no busca protagonismo. Su puesto está detrás, con la baqueta en la mano, golpeando los tambores, la caja, el bombo y los platillos; recorriendo de Do a Si como si fuese un cielo donde solo importa el sonido que emana de la batería, abrupto y corto, perfecto para marcar el ritmo y la dinámica de la música.

Enrique Plá, percusionista villaclareño, considerado uno de los mejores bateristas de Jazz en Cuba. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

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