El espacio Café Teatro Biscuit, sede de El Portazo, se estrena en la producción de espectáculos y lo hace con El Baracutey, otro bufo cubano, una propuesta que debe subir a escena durante el presente mes de septiembre. 

Se trata de un musical homenaje al teatro vernáculo cubano de las primeras décadas del siglo XX, al que Pedro Franco, autor de la idea original, y William Quintana, director escénico, dan una nueva vuelta de tuerca trayendo al presente a los clásicos personajes del gallego, el negrito y la mulata. 

“Siempre tuvimos el sueño, desde que nos mudamos a este local, de que pudiera ser un centro creador de espectáculos teatrales, independiente del grupo, aunque concurrieran los mismos actores, músicos, bailarines, todo el equipo creativo; que existiera esa dualidad”, explica el propio William. 

La trama se inicia con la muerte de Yeya, dueña del solar El Baracutey, un caserón colonial venido a menos que ella fue dividiendo y alquilando a los personajes del bufo. Todos piensan que se quedarán con los cuartos, que van poder negociarlos o mudarse, pero las últimas voluntades de la vetusta propietaria traen sorpresa incluida. 

“Hemos recopilado textos de varios autores: María Laura Germán, Martica Minipunto, Roberto Viña, Irán Capote y míos, porque quisimos que no fuera el mismo discurso sino que cada situación se desarrollara desde una visión diferente”. 

Esta suerte de narración coral se hilvana a través la estética de El Portazo, la música y el desempeño histriónico de Sarahí de Armas, Daniel Triana y William Quintana, junto a una nueva generación de actores: Chaltdryan Panamá, Laura Beatriz Marín, Náyade Morel, Luis Ernesto Santiesteban, Dayma Barnes. 

Como un plus de calidad, cuentan con la participación de Paula Alí, quien encarna a Yeya, y aunque solo aparece en un video proyectado sobre el escenario, aporta su simpatía y su inigualable talento interpretativo.

El trovador Rey Pantoja está a cargo del diseño sonoro, que en esta obra resulta clave: traza el hilo conductor, aporta matices, acentúa o resignifica determinadas escenas. 

“Desde que me convocaron en el Café Teatro Biscuit para hacer la dirección musical me encantó la idea. Soy un ferviente admirador de la zarzuela y del bufo cubano, de las grandes orquestaciones que se hacían en esos tiempos, pero por cuestiones de espacio aquí trabajamos con un formato pequeño: un solo instrumento de viento, que es el trombón, bajo, guitarra y percusión menor». 

El recorrido melódico es tan ecléctico y heterodoxo como ya nos tiene acostumbrados la salita de la esquina del Parque de la Libertad e incluye Sobre una tumba, una rumba, de María Teresa Vera, No lo van a impedir, de Amaury Pérez, Mala mía, de Villano Antillano, Bucanero, de Ray Fernández, entre otros. 

“Creo que he hecho un trabajo de ida y vuelta, a los temas más actuales traté de incorporarles sonoridades de esa época y a los de antaño quise traerlos un poco al presente. Ahí es donde radica el reto y también en trabajar con el guión, con las circunstancias teatrales que te exigen hacer música incidental. 

“Ha sido una labor colectiva, de taller, de confluencia de saberes para materializar lo que William y Pedro tenían en su cabeza y en la que todos hemos aportado desde nuestra experiencia”.

Por su parte, para la actriz Sarahí de Armas, quien interpreta a la típica mulata cubana “con muchas ganas de vivir y de decir”, esta propuesta tiene un aire diferente porque “han llegado muchísimos actores nuevos y ellos le han puesto su toque y su manera de ver el teatro”.

El estreno de El Baracutey…, con coreografía de Yadiel Durán, diseño gráfico y escenografía de Edel Febles y utilería y atrezzo de Vivian Abuín, se prevé que será parte de la celebración por los 12 años de Teatro El Portazo, que se cumplen el próximo 22 de septiembre.