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Un diciembre con retazos de primavera

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“Cuartos de jugar que reproducen en imágenes los pensamientos de sus dueños… Problemas raciales en el planeta Marte… Brujas con grandes deseos de enamorarse, aunque para ello necesiten introducirse en el cuerpo de otras personas… Sirenas de faros capaces de relacionarse con monstruos marinos”.

La bruja de abril y otros cuentos es una selección de cuatro historias, ya publicadas con anterioridad, de Ray Bradbury, que hace pasar un buen rato a los amantes de las buenas narraciones, esas que te atrapan, te someten a su ritmo y siembran cierta inquietud en los lectores.

Pues aquí se narra cómo en La sabana se anticipan situaciones hogareñas dramáticas a las que puede llevar la realidad virtual; El otro pie cuenta la vida de los negros en Marte, alterada bruscamente por la anunciada llegada de una nave en la que viaja un hombre blanco; La bruja de abril es un emotivo relato sobre la imposibilidad del amor en una bruja adolescente; La sirena del faro relata el regreso de un monstruo marino desde las profundidades, atraído por el lamento de la bocina repetitiva del faro.

Aunque el libro ha aparecido en una colección de literatura juvenil, es atrayente para una amplia gama de lectores. En estos cuatro cuentos el autor pone en funcionamiento ese peculiar sentido tanto de la fantasía como de la ciencia ficción que le es tan propio. 

Bradbury se mostró interesado en las realidades humanas, no solo en los fríos adelantos científicos ni en la descripción del deshumanizante progreso. Ahonda muy bien en el ser humano para que veamos cómo este es capaz de las peores atrocidades pero, al mismo tiempo, puede dejarse llevar por la compasión y por el instinto de ayudar al prójimo en un intento de lograr un mundo mejor.

La maestría del escritor de títulos emblemáticos como Crónicas marcianas o Fahrenheit 451 se refleja al leer estas diferentes historias con un mismo denominador común y elementos de fantasía, pero que a su vez son independientes y tienen su final propio.

Inquietud en aumento, sensación de angustia, temor a un final poco agradable y asombro con su desenlace. Bradbury sabe llevar al lector al borde del precipicio y dejarlo a su libre albedrío. Esta lectura constituye una buena manera de acercarse al autor y al género de la ciencia ficción. A través de sus páginas se deja entrever la soledad que conlleva una vida extraordinaria y el precio a pagar por un poder asombroso; contiene un mensaje sencillo y profundo sobre lo frágiles que somos como humanos, el paso del tiempo, la vida y la muerte. 

Frases de la obra

“Esa es su vida –dijo McDunn–. La de quien siempre espera a alguien que nunca vuelve. La de quien siempre ama a alguien más de lo que ese alguien lo ama a él. Y al cabo de un tiempo quiere destruirlo, para que no pueda volver a hacerle daño a él”.

“Aprendió que en este mundo no se puede amar demasiado a nada”.

“Un exceso de algo nunca le sienta bien a nadie”.

“He alquilado mi cuerpo a una bruja de abril”.

“Esta noche estaré en todas las cosas vivas del mundo”.

“Un día, hace muchos años, un hombre se detuvo en una fría orilla sin luna, en medio del sonido del océano, y dijo: necesitamos una voz que llame desde el otro lado del agua, que anime a los barcos; haré una. Haré una voz igual a todo el tiempo y a toda la niebla que hayan existido jamás; haré una voz que sea como una cama vacía al lado de ti durante la noche, y como una casa vacía cuando abres la puerta, y como los árboles en otoño que no tienen hojas. Un sonido como el de los pájaros volando hacia el sur, gritando; un sonido como el viento de noviembre y el choque de la mar contra la dura orilla fría. Haré un sonido que sea tan solitario que nadie lo pueda echar en falta, que todo el que lo oiga sollozará con el alma, y los hogares se encontrarán calientes, y estar dentro de ellos les parecerá lo mejor a todos los que lo oigan en las ciudades lejanas. Haré un sonido y un aparato, y todos los que lo oigan sabrán de la tristeza de la eternidad y de la brevedad de la vida”.

Sobre el autor

Ray Douglas Bradbury fue un novelista y cuentista estadounidense conocido principalmente por sus libros de ciencia ficción. Nacido en Illinois el 22 de agosto 1920, su familia se mudó varias veces desde su lugar de origen hasta establecerse finalmente en Los Ángeles, California, en 1934. Bradbury tenía dos hermanos gemelos mayores nacidos en 1916: Leonard y Sam, pero este último murió a la edad de dos años. Su hermana Isabel, que nació en 1926, también murió en la infancia de neumonía. En el mismo año falleció el abuelo del escritor. Esta familiaridad temprana con la muerte se reflejó en muchas obras literarias futuras. A partir de entonces, Bradbury fue un ávido lector y un escritor aficionado. 

Se graduó en Los Ángeles High School en 1938, mismo año en que publicaría su primera historia en una revista de aficionados, de esta manera verían la luz sus trabajos iniciales. No pudo asistir a la universidad por motivos económicos, ganándose la vida como vendedor de periódicos hasta 1942, cuando decidió dedicarse a la escritura a tiempo completo. A partir de entonces crearía hasta 52 historias al año.

En 1946, en una librería de Los Ángeles, Bradbury conoció a Margaret McClure, quien sería su futura esposa. El 27 de septiembre de 1947, contrajeron matrimonio, una unión que duró hasta la muerte de McClure en 2003. En 1949 nació su primera hija; Susan, seguida de Ramona, Bettina y Alexandra. 

Durante los primeros años, Maggie trabajó duro para darle a Ray la oportunidad de poder desarrollar sus escritos, pues la profesión de escritor en ese momento no le reportaba muchas ganancias; se estima que los ingresos mensuales totales de la familia eran de unos 250 dólares, la mitad de los cuales los ganaba Margaret. No fue hasta 1950 que, con la aparición de Crónicas marcianas, comenzaría su ascendente fama literaria. Cuando el autor le llevó esta colección al agente literario Don Congdon, en Nueva York, no tenía dinero ni para el tren, tenía que viajar en autobús, y se comunicaba con Congdon exclusivamente por teléfono en la gasolinera frente a su casa. Pero ya en su segundo viaje a Nueva York, Bradbury fue recibido por aficionados de su obra. 

En 1951 publicó uno de sus más reconocidos libros, El hombre ilustrado, compuesto por varios relatos de naturaleza fantástica, y dos años más tarde otro de los más representativos, Fahrenheit 451, el cual fue además llevado al cine.

Bradbury no solo cultivó la ciencia ficción y la literatura de corte fantástico, sino que escribió también libros realistas e incluso incursionó en el relato policial. Su prosa se caracterizó por la universalidad, como si no le importara tanto perfeccionar un género como escribir acerca de la condición humana y su temática, a través de un estilo poético. Precisamente por este rasgo algunos críticos no lo consideran un escritor de ciencia ficción y les resulta difícil catalogarlo en uno u otro campo de la literatura.

Escribió también guiones de cine, como el de la película Moby Dick, de John Huston, así como guiones para series televisivas. En 1963 se publicaron sus obras teatrales, reunidas bajo el título The Anthem Sprinters. Además, sus relatos cortos han sido incluidos en más de 700 antologías.

Murió el 5 de junio de 2012 a la edad de 91 años en Los Ángeles, California. Su biblioteca personal fue legada a la Biblioteca Pública de Waukegan, donde tuvo muchas de sus experiencias formativas de lectura. A petición suya, su lápida funeraria lleva el epitafio: “Autor de Fahrenheit 451”.

Su muerte causó una gran conmoción, diversos periódicos de la talla de The New York Times o The Washington Post publicaron artículos en su honoe. Este último señaló que Bradbury había imaginado varias tecnologías modernas mucho antes en sus escritos, como la idea de los cajeros automáticos y los auriculares.
El 6 de junio de 2012, en una declaración pública oficial de la Oficina de Prensa de la Casa Blanca, el presidente Barack Obama dijo: “Para muchos estadounidenses, la noticia de la muerte de Ray Bradbury trajo inmediatamente a la mente imágenes de su trabajo, impresas en nuestras mentes, a menudo desde una edad temprana. Su don para contar historias reformuló nuestra cultura y expandió nuestro mundo. Pero Ray también entendió que nuestra imaginación podría usarse como una herramienta para una mejor comprensión, un vehículo para el cambio y una expresión de nuestros valores más preciados. No hay duda de que Ray continuará inspirando a muchas más generaciones con sus escritos, y nuestros pensamientos y oraciones están con su familia y amigos”. (Por: María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)

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